29/06/2020

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Los niños y sus sueños. Conferencia clausura del curso 2019-2020

Conferencia Clausura del curso 2019-2020

La tesis inicial de Freud sobre los sueños de los niños los identifica como realizaciones de deseos simples, sin elaboración onírica. Sin embargo, en su texto de 1907 “El creador literario y el fantaseo”, presta una atención especial a la relación entre el juego infantil y el “fantasear”, que le lleva a afirmar que todo niño que juega “se comporta como un poeta […] inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada”.

Poco después, el caso de Juanito (1909) le lleva valorar el papel decisivo de determinados sueños de angustia en la cristalización del síntoma fóbico, uno de cuyos momentos consiste en el temor del niño a que “el caballo entre en su habitación” por la noche. Y en el relato del caso podemos seguir el hilo de una importante reflexión de Freud sobre la relación entre fantasma y el sueño.

Por último, es de destacar el papel decisivo que atribuye Freud al sueño de angustia en el historial del Hombre de los lobos (1914), como momento fundamental de subjetivación de la castración. En efecto, interpreta que su motor es la realización del deseo de recibir regalos dobles del padre, en la cual interfiere “el [más fuerte] deseo de recibir la satisfacción sexual que por entonces ansiaba recibir de su padre”. Es en el interior mismo del sueño y en el filo del despertar donde, según Freud, se reactiva la huella mnémica de la “escena primaria” y se desencadena la cristalización de la constelación sintomática que llama zoofobia y califica como histeria de angustia.

Los sueños de los niños son una oportunidad más para pensar la tesis de Jacques-Alain Miller sobre el “inconsciente intérprete”. Nos resulta evidente vincularla con el lado del inconsciente abierto al Otro, que el propio Miller llamó “inconsciente transferencial”. Pero no hay que olvidar que incluye también un lado más opaco, el del ciframiento y la modalidad de goce que le corresponde, afín al Uno sólo. Entre ambos, la fina línea entre el sueño y el despertar es una ventana que, como la del sueño de los lobos, se abre por un instante a lo real. Que vuelva a cerrarse no significa que no quede una huella, decisiva, de ese franqueamiento.

De ahí el lugar decisivo de algunos sueños, al que apunta Lacan en su “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”: “Si de lo que hablamos es verdadero, si hay una etapa precoz en que se cristaliza para el niño lo que hay que llamar por su nombre, a saber, los síntomas, si la época de la infancia es para esto decisiva, ¿cómo no vincular este hecho al modo en que analizamos los sueños y los actos fallidos?”.

 

Enric Berenguer