"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de abril de 2005

Reseña del comentario de Esthela Solano de la lección sexta del Seminario 17: El reverso del psicoanálisis, de Jacques Lacan, trabajada en el S.C.F. de Barcelona de Abril de 2005

  • Publicado en NODVS XIV, juny de 2005

Paraules clau

discurso, significante amo, histeria, padre

Seminario del Campo Freudiano de Barcelona 2004-2005
El reverso del psicoanálisis
Jacques Lacan

El velo del padre

Esthela Solano señaló que la Lección VI hace las veces de bisagra, en el contexto de la enseñanza de J. Lacan, porque inicia un nuevo período de axiomatización de su lectura psicoanalítica. Plantea una política de la interpretación y de la cura para atender al impase en la clínica y la política de la institución psicoanalítica, a la vez que comporta la pregunta por el final del análisis. Es una operación que postula el más allá del mito del padre de la teorización freudiana, a partir de una lógica del significante, es decir, siguiendo las consecuencias de la estructura del lenguaje. Se basa en la lógica de las cuatro patas de la estructura del discurso que parte del discurso del Amo para obtener, por rotación, los otros tres discursos.

El valor de lo que se dice varía según el lugar donde está el que lo escucha. Articulación del lazo que se asegura a partir de dos significantes: S1 y S2, para los seres hablantes, por una relación de dominación no reversible, que induce a una relación simbólica de jerarquía, sobrepasando el estadio, dual y reversible, del espejo. Sin el significante del saber el significante amo no quiere decir nada pero el segundo es el punto de capitón porque representa al sujeto para el conjunto de los significantes en el lugar del Otro (S2). El principio de funcionamiento del inconsciente, según el discurso del Amo, implica que el S1 representa e identifica al sujeto como perteneciente a un tipo o clase, según los ideales de esa comunidad identificatoria.

La salida de este funcionamiento sería la que cumple la propia revolución del discurso del Amo mediante la rotación de los términos del discurso, es decir, su subversión, cambiando el término que ocupa el lugar dominante que, a su vez, cambia la producción del discurso. Si se practica el psicoanálisis desde el lugar del discurso del Amo en vez de producir consecuencias mediante una cesión de goce en el sujeto, la producción es de adaptación. O sea que se trata de operar desde el (a) y no desde el S1.

El padre freudiano es un término clave, identificación primaria según Freud porque es electivamente el que merece el amor. Lacan hace una demolición de este edificio freudiano reduciéndolo a una función lógica. La invención del significante amo resuelve las confusiones que inducen a la concepción genetista del psicoanálisis porque lo primordial de las identificaciones se impone por una lógica del lenguaje.

No hay subjetividad legible fuera de la articulación significante: lo vivido por el sujeto es dicho por medio de significantes que se repiten y que la interpretación debe tener en cuenta. La falla en dicha articulación es el sujeto, que se divide en tanto efecto del binario orientado numéricamente: el 1 postula el 2 inscribiendo una cadena en la lógica de la repetición. Es el fundamento de la asociación libre en la sesión psicoanalítica y de donde se desprende un sujeto que es, desapareciendo, el lugar de la defensa ante lo real.

El S1 es lo irrepresentable del sujeto que inaugura la repetición mediante la multiplicidad de representantes, los cuales se distinguen por el lugar dominante que les otorga una función. Contando con el conjunto vacío: la falta en ser. Lacan disuelve el prejuicio de que el padre amado de Freud es aquel del que proviene la amenaza de castración, aduciéndole una función de velo, ficción que oculta la operación lógica inducida por el significante amo. Éste conmemora, por un lado, la irrupción de un goce mediante el rasgo unario y, por el otro, una búsqueda de goce que atenta contra la vida, por lo cual también implica una pérdida de goce, inscribiéndose en el viviente como una falta, mortificación, que Lacan llama castración, cuyo resorte lógico es el lenguaje.

Las histéricas enseñan a Freud algo que hace intervenir sus prejuicios llevándolo a una vía equivocada. Ellas encarnan el (a) en el lugar de la verdad del discurso histérico, en tanto instrumento para el objeto de adoración de todos. El saber produce una falta, un goce perdido imaginarizado como prohibido, en el goce fálico, el cual deja un resto al que se accede por la repetición. Dora sustituye al padre por el diccionario, la verdad del goce sobre la castración. La creencia de Freud de que resolvía la importancia de la religión poniéndola fuera de juego preserva lo más sustancial: el padre todo amor. En la práctica analítica lo conduce al escollo del penisneid, encerrando a las mujeres en el bastión del falo, con la desviación de la cura centrada en la demanda y no en el deseo.

Lacan cuestiona en Freud aquello que nunca fue analizado, lo que queda en el psicoanálisis de la religión. Pluralizar los nombres del padre significa que cualquier significante amo puede ocupar el lugar de la función.

Así, se tratará de matemas en lugar de nombres, introduciendo entonces las fórmulas de la sexuación. Si no todo el goce se articula en el ámbito de la función fálica en términos de castración, sin totalización, la relación al falo no se limita al padre como agente de la castración. Entonces, la lógica que no se inscribe totalmente del lado del padre resuelve el impase de la castración y su correlato de impotencia implicada en la lógica del todo. Libera la posición femenina del corsé de la falta, de la envidia al falo mediante la defensa del Universo -modo de gozar de la histérica que se enceguece defendiendo la lógica del todo fálico. A la vez, lleva la experiencia psicoanalítica hacia una salida más allá de los límites que impone la castración como impotencia.

Rosalba Zaidel

"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de abril de 2005

NODVS XIV, juny de 2005

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