El cuerpo como efecto (los años 40: un paso preliminar)

Ensayo presentado en la Sección Clínica de Barcelona para la obtención del Certificado de Estudios Clínicos

  • Publicado en NODVS XVII, febrer de 2006

Resum

Con el presente trabajo pretendo acercarme a la comprensión de cómo el cuerpo aparece como EFECTO, centrándome primordialmente en la tópica de lo imaginario de los años 40, donde el cuerpo aparece como efecto de un otro semejante, antecedente de un Otro simbólico del lenguaje (que podríamos denominar el primer cuerpo) que hace del organismo vivo un cuerpo, habitándolo y dándole funcionalidad a los órganos, a través del discurso , donde el sujeto atrapa su forma corporal. Esta premisa supuso a lo largo de la enseñanza de Lacan modificaciones según la lógica particular e histórica en que se encontrara el desarrollo y curso de su enseñanza.

Paraules clau

Cuerpo, Tópica de lo imaginario, Semejante, Simbólico, Imago, Estadio del espejo, Lacan, Lévi-Strauss, Freud, Bolk, Edipo - Complejo de intrusión, Pensamiento identificatorio, Estructura, Yo ideal - Prematuración, Organismo - viviente, yo, sujeto, juegos de ocultación - Fort-Da, Sobredeterminación simbólica, deseo, signo - sentido - significación - Símbolo

ÍNDICE GENERAL
     INTRODUCCION
     1. EL CUERPO DESDE LA TOPICA DE LO IMAGINARIO (1936-1948)
          A. LA IMAGO COMO FUNCION INFORMADORA DE LA REALIDAD
          B. EL ESTADIO DEL ESPEJO Y LOS EFECTOS DEL EDIPO
          C. EL OTRO DE LA IDENTIFICACION IMAGINARIA
     2. DEL CUERPO COMO EFECTO DE UN OTRO SEMEJANTE AL CUERPO COMO EFECTO DE UN OTRO SIMBOLICO
          A. UN PASO PRELIMINAR
          B. UN CUERPO QUE HACE CUERPO
     CONCLUSION
     REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS


INTRODUCCIÓN

Los aportes que el psicoanálisis ha realizado para la comprensión de la noción de cuerpo han marcado diferencias considerables con respecto a otros acercamientos que ven en el cuerpo sólo una realidad biológica.

Una constante a lo largo de la enseñanza de Lacan, es no identificar lo vivo, el organismo, con el cuerpo como construcción significante. El cuerpo no es una realidad primaria, no se nace con un cuerpo, sino que éste se construye gracias al otorgamiento de un cuerpo simbólico (el lenguaje), que pre-existe al sujeto (1).

Lacan en Radiofonía (pregunta II, p.18) dice: "el primer cuerpo hace que el segundo ahí se incorpore" (2).

Con el presente trabajo pretendo acercarme a la comprensión de cómo el cuerpo aparece como EFECTO, centrándome primordialmente en la tópica de lo imaginario de los años 40, donde el cuerpo aparece como efecto de un otro semejante, antecedente de un Otro simbólico del lenguaje (que podríamos denominar el primer cuerpo) que hace del organismo vivo un cuerpo, habitándolo y dándole funcionalidad a los órganos, a través del discurso , donde el sujeto atrapa su forma corporal. Esta premisa supuso a lo largo de la enseñanza de Lacan modificaciones según la lógica particular e histórica en que se encontrara el desarrollo y curso de su enseñanza.

La noción de cuerpo desde la tópica de lo imaginario anterior a los años 50, gira alrededor de la imagen y la identificación al semejante, cuyo acercamiento se pretende desarrollar en el presente ensayo. Posteriormente dejaré enunciado, para un ulterior desarrollo en continuidad con el presente trabajo, el cambio que implicó "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis"(1953). Artículo en que Lacan introduce la primacía de lo simbólico y las leyes de la palabra, lo cual supuso un giro en su enseñanza y en los conceptos que de aquí se pueden inferir, como el de cuerpo, pues si antes de los años 50 el cuerpo es el resultado de un organismo vivo y la identificación a un otro semejante, a partir de 1953 éste aparece como efecto de un Otro simbólico. Ambos períodos tienen en común que el cuerpo aparece como efecto, sin ser una realidad de entrada. En este recorrido la referencia a Lévi-Strauss ("La eficacia de lo simbólico"(1949) resulta relevante, pues es a partir de este autor, entre otros, de quien Lacan toma inicialmente la noción de estructura simbólica. Es de notar que Lacan considera como sus antecedentes todos los textos anteriores a "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis"(1953), donde ubica el inicio de su enseñanza.

Cabe señalar que el presente trabajo no aborda el cuerpo entendido como borde pulsional que encuentra en el desarrollo del concepto de lo real de los años 70 de la obra de Lacan, sus bases de sustentación. Dicho acercamiento será objeto de un futuro trabajo que permita una relectura del presente ensayo.

EL CUERPO DESDE LA TOPICA DE LO IMAGINARIO (1936-1948)

Pensar el cuerpo como efecto es sostener la idea de que el cuerpo no es una realidad de entrada sino algo a advenir.

En los años anteriores a 1953 Lacan centra su enseñanza en lo que se denomina la tópica de lo imaginario, antes de introducir la primacía de lo simbólico con el discurso de Roma.

La tópica de lo imaginario en este momento histórico de su enseñanza remite a un otro semejante, el cual sufre modificaciones a lo largo de los años 40. Dentro de este marco subrayaré a continuación tres conceptos que den luces de cómo el cuerpo aparece como efecto: la imago, el estadio del espejo, el Edipo.

A-LA IMAGO COMO FUNCION INFORMADORA DE LA REALIDAD

La imago es un concepto tomado del terreno de la Etnología, a través del cual Lacan se valió para explicar inicialmente las relaciones del sujeto con lo cultural.

Las imagos son las bases de lo que Lacan denomina "pensamiento identificatorio"(3), el cual caracteriza las relaciones del ser humano con sus semejantes.

El sujeto, alienando su ser a la imago, se adelanta en un plano mental a su inacabado desarrollo fisiológico, producto de la prematuración biológica del nacimiento, donde los órganos en sí mismos no garantizan un control y dominio motriz, es decir, el sujeto se vivencia a través de una gestalt que le provee el exterior que a su vez cumple doble función: por un lado es un dato primario que informa de la realidad y por otro lado cumple una función salvadora, en tanto el sujeto de alguna forma vela el malestar ocasionado por el cuerpo fragmentado, recomponiéndolo en la imago. Lo cual enuncia Lacan de la siguiente manera: "La imago del otro está ligada a la estructura del propio cuerpo y más precisamente a sus funciones de relación" p.p.47-48 (4).

En este texto de 1938 la estructura psíquica es el resultado: por un lado de la función de la imago y por el otro del efecto que se fija en el sujeto de lo que Lacan en este momento denomina complejo. Uno de estos complejos de la primera infancia es el destete, el cual a la luz de Lacan deja en el psiquismo humano una huella permanente, irrumpiendo en una relación biológica vivida como un continuo y provocando un corte, una crisis psíquica cuya solución por primera vez es a través de una "intención mental". El destete presenta la forma primordial de la imago materna y del complejo más arcaico que como huella queda impreso en el sujeto y se reproduce en experiencias ulteriores.

"El pensamiento identificatorio" implica tomar al semejante como objeto de identificación, objeto que se le presenta al sujeto como una gestalt en la que reconocerá su ser. En este sentido, la forma en la que se representa el ser es la del objeto, objeto que circula entre el sujeto y el otro y va a marcar el predominio de lo imaginario a través de las funciones visuales.

En 1946, en "Acerca de la causalidad psíquica"(5) Lacan ubica las imagos como la base de las "identificaciones ideales y del yo", donde el sujeto representa su ser una vez este haya advenido. Haciendo una distinción del yo y sus formas ideales con el ser del sujeto perteneciente a otro lugar.

La función de la imago facilita la experiencia de sí a través de un otro, un reconocimiento en espejo en que el punto esencial lo marcan los efectos de alienación del sujeto a la imagen, donde éste se experimenta en primer término y refunde su ser. "La imago instaura en el ser una relación fundamental de su realidad con su organismo". "La costumbre y el olvido son los signos de una integración en el organismo de una relación psíquica: toda una situación por habérsele vuelto al sujeto a la vez desconocida y tan esencial como su cuerpo, se manifiesta normalmente en efectos homogéneos al sentimiento que él tiene de su cuerpo" (p.172)

En 1948, "La agresividad en psicoanálisis" (6), Lacan subraya cómo la imago marca la relación del hombre con su cuerpo, relación que se hace evidente en una serie de prácticas sociales, como el tatuaje, la circuncisión y las modas, entre otras. Estas imagos se reactualizan en transferencia analítica y se pueden agrupar "bajo la rúbrica que bien parece ser estructural de imagos del cuerpo fragmentado" (p.97). Vestigios de estas imagos revelan la estructura arcaica del cuerpo humano, en imágenes agresivas de castración, mutilación y desmembramiento que nos revelan los sueños y los síntomas.

Se podría afirmar entonces que el cuerpo dislocado, fragmentado, encuentra en la imago una referencia no sólo de una parcial "integración", donde el sujeto se anticipa en el plano mental a una maduración biológica, sino también, la base de ulteriores identificaciones.

Pero si bien es en la imago donde el sujeto aliena su ser, un primer lazo entre el sujeto y lo cultural, ésta en sí misma no garantiza la integración funcional del propio cuerpo. La imago crea el tinglado para la experiencia del estadio del espejo, la cual formuló Lacan por primera vez en 1936.

B-EL ESTADIO DEL ESPEJO Y LOS EFECTOS DEL EDIPO

En La Familia (1938) se designó este estadio como una identificación afectiva. Se ubica la experiencia del espejo como una declinación del destete, al término del sexto mes, momento en que hay predominio de lo psíquico sobre el malestar del destete y la prematuración fisiológica del hombre en su nacimiento. El reconocimiento del hombre en el espejo constituye para este un símbolo de realidad que lo envuelve en la imagen ilusoria de la forma humana.

Hay una aprensión, en este estadio, a través de la percepción en el plano mental de la figura humana por la que el sujeto se reconoce. Reconocimiento que diferencia al hombre de los animales, pues si hasta este momento se puede hacer un paralelismo en el desarrollo filogenético entre ambos, los últimos no consiguen un reconocimiento de su propia imagen ante la percepción de ella en el espejo, como sí el ser humano.

Lacan señala cómo la discordancia de pulsiones y las funciones incoordinadas de los órganos enmarcan la experiencia del espejo, a la cual el sujeto responde con un interés de recomponer el "cuerpo despedazado" en el plano mental, a partir del modelo de los objetos de la realidad. De esta manera se impondrán en el hombre las formas imaginarias del cuerpo (yo ideal), sobre la angustia heredada del desgarramiento vital originado por la prematuración. "Desde un comienzo, la tendencia por la cual el sujeto restaura la unidad perdida de sí mismo surge en el centro de la conciencia. Ella constituye la fuente de la energía del progreso mental, progreso cuya estructura se encuentra determinada por el predominio de las funciones visuales. La búsqueda de su unidad afectiva da lugar en el sujeto a las formas en las que representa su identidad y la forma más intuitiva de ella, está constituida en esta fase por la imagen especular." (P. 55).

La organización del propio cuerpo se da a partir del espejo, donde también se ubica la emergencia del yo, del cual dirá Lacan: "conservará la estructura ambigua del espectáculo que manifiesta en las situaciones anteriormente descritas del despotismo, de la seducción, otorga su forma -sadomasoquista y escoptofílica (deseo de ver y de ser visto)- a pulsiones esencialmente destructivas del otro (p. 57).

En "Acerca de la causalidad psíquica" (1946) encontramos que: "El sujeto se identifica en el sentimiento de sí con la imagen del otro y la imagen del otro viene a cautivar en él este sentimiento" (p.171). Esta relación especular marca toda la dialéctica del comportamiento del sujeto en presencia del semejante, relación caracterizada por el transitivismo, donde el yo emerge como una consecuencia de una serie de identificaciones que enajenan al sujeto de sí mismo.

Un ejemplo de este transitivismo se confirma en los niños que al pegar dicen haber sido pegados, al ver caer a otro lloran, etc. El yo se construye a partir del otro: "yo es otro". El yo tampoco se constituye como una síntesis de las funciones del organismo, éste circula entre el sujeto y el semejante. Dirá Lacan de la identificación imaginaria que es como una locura gracias a la cual el hombre se cree hombre.

La historia del sujeto se desarrolla a partir de una serie de identificaciones ideales, gracias a la función de la imago, como una forma alienante para el ser, que le permite el reconocimiento en espejo de la forma humana, desde donde emerge el yo como estructura imaginaria que se constituye a partir del otro, pero previa a toda objetivación de la realidad; es decir, el niño antes de nombrarse en primera persona se nombra como otro por los efectos del transitivismo imaginario.

El estadio del espejo permite la autonomía y singularidad, de la imagen del propio cuerpo en el psiquismo. En esta imagen del cuerpo es donde tiene lugar la vivencia de los diversos fenómenos subjetivos de amputación, alucinación...etc. La independencia de la función de la imago y el estadio del espejo, de un correlato biológico, permite señalar en este momento por lo menos la diferencia que supone el organismo vivo del lado de lo viviente, el yo como construcción imaginaria y el sujeto perteneciente al lugar del lenguaje.

De esta articulación en "La agresividad en psicoanálisis"(1948), Lacan dice: "lo que he llamado estadio del espejo tiene el interés de manifestar el dinamismo afectivo por el que el sujeto se identifica primordialmente con la gestalt visual de su propio cuerpo: es, con relación la incoordinación todavía muy profunda de su propia motricidad, unidad ideal, imago salvadora; es valorizada con toda desolación original, ligada a la discordancia intraorgánica y relacional a la cría del hombre, durante los 6 primeros meses, en los cuales lleva los signos neurológicos y humorales de una prematuración natal fisiológica" (pág., 105). Experiencia de sí, que se refiere al semejante a partir de una relación indiferenciada.

En esta relación del niño con su imagen que Lacan llama narcisista (no referida tal como Freud la distinguió en 1918, en un sentido puramente energético de la libido sobre el propio cuerpo, si no de la dialéctica del sujeto con su imagen) interviene un tercer elemento que va a dar lugar a una situación triangular. En el marco de este triángulo, definido como el complejo de Edipo, éste tercero se ubica como un obstáculo prohibidor para la satisfacción especular, generando dos instancias diferentes: por un lado como el agente prohibidor dando lugar al super-yo y por otro a la transgresión que da paso al ideal del yo.

El Edipo representa una experiencia capaz de provocar efectos somáticos e interviene en la constitución temporo-espacial de la realidad. Con el Edipo se rompe para el sujeto la relación de fascinación del sujeto con su imagen, que por efecto de la "miseria humana", fruto de la prematuración fisiológica (enunciada por Bolk) ha cautivado al ser del sujeto. Los juegos de ocultación descritos por Freud, permiten al "infans" (llamado así el niño antes de acceder a la palabra en la primera edad) nacer de alguna forma al lenguaje, acceder a las primeras inscripciones simbólicas que pongan el habla en su boca, lo que implica en cierta medida una renuncia a la satisfacción puramente narcisista y su ingreso en otro orden.

En el Edipo se encuentra un lugar importante en la medida en que éste contribuye a una ubicación particular del sujeto en la realidad, como también sus efectos somáticos evidentes en la histeria. Los lugares que implica esta irrupción (el Edipo) en la continuidad especular, supone una ubicación del sujeto en la realidad que marcarán sus coordenadas, no sin efectos determinantes frente a la constitución de la realidad que cada sujeto pueda construir y menos aun en su cuerpo. "Su valor de cierre de un ciclo psíquico atañe al hecho de representar la situación familiar, en la medida en que esta marca dentro de lo cultural, por su institución, el traslape de lo biológico a lo cultural" (pág., 174, Acerca de la causalidad psíquica"), del sujeto con la ley.

C - EL OTRO DE LA IDENTIFICACION IMAGINARIA

En "Más allá del principio de la realidad" (1936), Lacan valora el método Freudiano, por haber desbordado lo tangible como lo verdadero y haber reconocido en los fenómenos psíquicos del hombre una función de la relación social.

Haciendo una descripción de la fenomenología en la experiencia analítica dice: "Lo dado en la experiencia analítica de entrada es el lenguaje, un lenguaje; es decir un signo" (pág., 76). El lenguaje antes de significar en sí mismo significa para alguien. lo que supone que en la intención del discurso del sujeto, el sentido siempre quedará del lado del interlocutor.

El simbolismo con el que se expresa el sujeto, si bien habla de éste, por otro lado, traiciona la imagen con la que se presenta, imagen que el sujeto quiere dejar de lado y que dice de su retrato familiar: "imagen del padre o de la madre, del adulto todopoderoso, tierno o terrible, bienhechor o castigador, imagen del hermano, niño rival, reflejo de sí o compañero" (pág., 78), imagen que lee o escucha el analista.

Esta descripción de la experiencia analítica, resalta el valor del "pensamiento identificatorio" que el hombre tiene con la naturaleza y sus semejantes, que en los primeros años va a marcar como un sello psíquico. Estos lazos psíquicos arraigados en la primera infancia y sus relaciones con lo social, fueron desvelados por Freud en el proceso de identificación, donde en palabras de Lacan: el niño logra "...la asimilación global de una estructura sino también como la asimilación virtual que del desarrollo esa estructura implica en un estado aun indiferenciado" (p.82).

La particular unión de dos individuos, sirve de estructura primaria a nivel de molde, en la que el niño se identifica aprehendiendo los signos de su pareja parental, de inferioridad de uno o del otro, de grandeza, conflicto, etc. Identificación base de la personalidad y de la ulterior interacción social del sujeto. "Del anterior proceso resulta que el comportamiento individual del hombre, lleva la impronta de cierto número de relaciones psíquicas típicas en las que se expresa una determinada estructura social; cuando menos, la constelación que dentro de esta estructura domina de modo más especial los primeros años de la infancia" (p. 82).

Esa estructura que pre-existe al sujeto, a partir de la unión particular de dos individuos, teje una constelación que se le reserva al sujeto y que éste asimila por identificación. Estas estructuras primarias se nos han revelado no sólo en los conflictos que particularizan a un sujeto, sino también en los cuentos y folklore de una comunidad.

Esta misma idea se encuentra en La familia: "El complejo de intrusión representa la experiencia que realiza el sujeto primitivo por lo general cuando ve a uno o a muchos de sus semejantes participar con él en la relación doméstica: dicho de otro modo, cuando comprueba que tiene hermanos. Sus condiciones son sumamente variables, ya que depende, por un lado, de las culturas y de la extensión que otorgan al grupo doméstico y por otro, a las contingencias individuales. Así, de acuerdo al lugar que el destino otorga al sujeto en el orden de los nacimientos, según la ubicación dinástica, podemos decir que ocupa, con anterioridad a todo el conflicto, el lugar del heredero o del usurpador" (p.44)

El sujeto aparece como efecto de la intersubjetividad, de un otro que significa el valor de la intención de quien enuncia algo.

En "Acerca de la causalidad psíquica" (1946), Lacan va más allá de la identificación y del lugar reservado al sujeto en la estructura familiar, para ubicar en el Edipo y en el lenguaje, como nudo de identificación, puntos clave de ese otro de la identificación.

Del lenguaje subraya más que su valor de signo, su valor de significación y de sentido. El lenguaje es para el hombre el "instrumento de su mentira, el problema de su verdad", es decir, en el lenguaje es donde hay que buscar la verdad del sujeto, verdad que el sujeto compromete en el terreno de las identificaciones, "donde el individuo se cree hombre". La verdad del sujeto se encuentra en el terreno del sentido, sentido que atañe a la palabra, definida como "nudo de significación" y no como signo, pues su valor no se atrapa en el significado convencionalmente aceptado para una palabra, sino que su valor hay que rastrearlo en las diferentes acepciones, que por efecto de los mecanismos del lenguaje puede tener para cada sujeto. Lo que supone rastrear al sujeto en los recovecos de la significación.

El efecto de la función de la imago alimentada en el terreno de las identificaciones, donde el sujeto cree ser, hacen pantalla del valor del lenguaje donde hay que buscar el sujeto. El lenguaje siempre es del otro, por tanto "el deseo del hombre siempre es hacer reconocer su deseo, pues tiene por objeto el deseo del otro". Esto supone para el sujeto, dice Lacan, la crisis de su "particularidad y universalidad".

En "La agresividad en psicoanálisis" (1948), ese otro de la identificación imaginaria sobredetermina las intenciones que se actualizan en la imago, a esta "sobredeterminación simbólica" la denomina Lacan el inconsciente, que como en el caso de Isabel Von R, donde Freud descubre que los síntomas de ésta histérica (astasia-abasia) está en relación con las identificaciones de la imago paterna y a "los rasgos más desagradables que realizaba para ella el objeto de una pasión". "Soy un hombre, lo cual en el pleno valor no puede querer decir otra cosa que esto: soy semejante a aquel a quien, al fundarlo como hombre, funde para reconocerme como tal, ya que estas diversas fórmulas no se comprenden sino por referencia a la verdad "yo es otro" menos fulgurante a la intención del poeta que evidente a la mirada del psicoanálisis" (P.110).

Hasta este momento podríamos decir que el cuerpo aparece como efecto de un otro, un otro que sobredetermina simbólicamente, dejando sus huellas en la imagen del cuerpo, de donde emerge el yo, gracias a la función de la imago. El sujeto pertenece al lugar de la imagen en su vertiente de sentido en tanto el sentido es reconocido por el otro. Este otro no es para Lacan el gran Otro simbólico, es un otro semejante, del sentido, de la intersubjetividad.

DEL CUERPO COMO EFECTO DE UN OTRO SEMEJANTE AL CUERPO COMO EFECTO DE UN GRAN OTRO SIMBOLICO

A. UN PASO PRELIMINAR:

Lacan en "El estadio del espejo como formador del yo (je), tal como se nos revela en la experiencia analítica" (1949) (7), ubica la experiencia del espejo como la "estructura ontológica del ser humano", donde el sujeto (je) -construcción simbólica diferente del yo (moi), efecto de lo imaginario -se aliena una imagen por efecto de la identificación y la función de la imago-. En esta experiencia especular se parte de una insuficiencia del neuroeje, motriz, a una anticipación mental de dicha insuficiencia, con el paso de un cuerpo fragmentado, a una forma "ortopédica" de su totalidad". Si bien esto supone un triunfo para el "infans" expresado lúdicamente en los movimientos, también supone el inicio de las discordancias que el sujeto (je) tendrá que resolver con respecto a la realidad, de la cual el yo actúa como pantalla o de alguna manera intermediario. "Es que la forma total del cuerpo gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración de su poder no le es dada sino como una gestalt, es decir, en una exterioridad donde sin duda esa forma es más constituyente que constituida" (págs. 87-88). Gestalt con efectos formativos en el organismo.

Esta experiencia en el espejo liga al (je) del sujeto, no sólo en una relación particular con el organismo, sino también a situaciones socialmente elaboradas. Puente de "conjetura entre la naturaleza y lo cultural".

Esta experiencia es definida como una "matriz simbólica", lo cual supone un cambio en la concepción de cuerpo que hasta 1948 se podía inferir, pues si hasta este momento el cuerpo aparece como efecto de una identificación a un otro semejante, en este texto del 49 la identificación más que al semejante, está ligada a una "exterioridad constituyente de situaciones socialmente elaboradas", que ligan al (je) con lo cultural y dan forma de cuerpo ortopédico en el plano imaginario a un organismo fragmentado.

Lacan, para referirse a estas situaciones, "socialmente elaboradas, realidad constituyente", tomó como referencia en este texto a Levi-Strauss, quien en su ensayo "La eficacia de lo simbólico" 1949) (8) propone el inconsciente como vacío, función simbólica que se limita a poner leyes estructurales.

Dicha tesis es desarrollada en los comentarios acerca de un canto ritual de los indios Cunas de Panamá, donde un chamán logra la cura de una enferma en un parto difícil, a través de un rito que actualiza un mito. En este mito todos los objetos, cantos sagrados y acciones del chamán, tienen una representación directa en los procesos fisiológicos de la enferma.

Lévi-Strauss, en su comentario subraya la influencia de un orden estructural simbólico que preexiste al sujeto, lo cual encuentra su principio en la similitud de la concepción del mundo indígena con la correspondencia propuesta por Platón del mundo de las ideas y de las cosas.

La actuación del chamán no es sobre el órgano biológico, sino sobre su representación simbólica, ya que la enfermedad para el indígena es sentenciada por la ausencia o influencia de espíritus y demonios, los cuales representan diferentes órganos y funciones de la realidad biológica. Estos seres más allá de lo biológico tienen un lugar dentro de una estructura que rige y organiza la concepción del mundo indígena.

El chamán logra que la enferma lleve a la conciencia el proceso que implica la cura, la cual consiste en volver pensable una situación difícil e intolerable. Este proceso a la luz del autor es denominado "verdadera anatomía mítica", que corresponde a una geografía afectiva, más que a la realidad biológica como tal. De alguna manera la enferma trae a la conciencia lo que ya sabe y está escrito en otro lugar.

La cura chamánica, dice Lévi-Strauss, es posible solo porque en la estructura simbólica, que actúa como molde, se le encuentra sentido a situaciones informuladas de la enfermedad. La cura chamánica se juega en el interior del sujeto, que sería saber, lo más exterior a él. La cura se realiza a partir de la "manipulación de un símbolo a cosa simbolizada".

Lévi-Strauss señala la similitud de esta cura y la cura psicoanalítica, tratándose en ambas de atravesar la subjetividad, enmarcada en un orden estructural, manipulando las representaciones simbólicas.

La eficacia de lo simbólico se logra a partir de la reorganización estructural, haciendo que el enfermo reviva o viva un mito. El símbolo representa la subjetividad y su constelación psíquica y en este marco se construye el mito, que da cuenta de la organización del mundo. Los conflictos se deben al "poder traumatizante que poseen ciertos acontecimientos, que surgen en un momento histórico, psicológico y social apropiado para inducir una cristalización afectiva que tiene lugar en un molde de estructura pre-existente" (p.183) Estas estructuras son descritas como intemporales y fundamento de "cualquier tejido de base subjetiva".

"El inconsciente deja de ser el refugio inefable de particularidades individuales, el depositario de una historia singular que hace de cada uno un ser irremplazable. El inconsciente se reduce a un término por el que designamos una función: la función de lo simbólico, específicamente humana, sin duda, pero que en todos los hombres se ejerce según las mismas leyes; que se reduce de hecho al conjunto de estas leyes" (p.184) "El inconsciente es siempre vacío, órgano de una función simbólica que se limita a poner leyes estructurales a elementos inarticulados".

B-UN CUERPO QUE HACE CUERPO:

En "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis" (1953) (9), Lacan introdujo un Otro simbólico, del lenguaje más allá de un otro semejante de la intersubjetividad, del sentido. Pone el acento en las funciones de la palabra y en el campo del lenguaje, es decir, el sentido sólo aparece como el efecto de la función de la palabra, que a su vez se organiza a partir de las leyes del campo del lenguaje. "La palabra en efecto es un don del lenguaje, y el lenguaje no es inmaterial. Es cuerpo sutil, pero es cuerpo. Las palabras están atrapadas en todas las imágenes corporales que cautivan al sujeto; pueden preñar a la histeria, identificarse con el objeto del penis-neid, representar el flujo de la orina de la ambición uretral o el excremento retenido del gozo avaricioso"(p.289) es decir, el cuerpo en el que se reconoce el sujeto siempre es otorgamiento del lenguaje, que deja leer su estructura en las imágenes en las que el sujeto se reconoce, pues detrás de toda intención imaginaria hay una sobredeterminación simbólica.

El sujeto nombra su cuerpo con palabras, las imágenes con las que representa su cuerpo no escapan a las leyes de la palabra y a la estructura del lenguaje. Las palabras en las que el sujeto se reconoce son la puesta en acto de un campo que dicta leyes estructurales. El discurso en el cual el sujeto habla de su cuerpo está dirigido a un Otro simbólico, velado a la conciencia yóica en la que el sujeto se aferra a sus certidumbres imaginarias. Desde esta perspectiva el inconsciente está inscrito ya en otro lugar como un lenguaje: "El inconsciente es aquella parte del discurso concreto en cuanto trasindividual que falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso consciente" (p.248).

Lacan ejemplifica cómo el síntoma histérico muestra la estructura del lenguaje, cómo eso que falta ya está inscrito en el propio cuerpo, la ley del hombre, dice Lacan, es la ley del lenguaje, su discurso siempre será el discurso del otro: "podría afirmarse que el sujeto es hablado más que habla él", "El sujeto habla de él más allá de lo que dice".

Ese cuerpo inmaterial que es el lenguaje introduce en el viviente un cuerpo descifrable en las funciones de la palabra, que nombra no solamente el cuerpo de sujeto, sino que también funda la realidad en la que el sujeto se reconoce. Es en el discurso donde se despliega la subjetividad del sujeto.

Lacan hace referencia a los juegos de ocultación descritos por Freud como el momento en que el niño nace al lenguaje, en que su deseo se humaniza. Es en esta dinámica del Fort-Da donde se realizan las primeras inscripciones simbólicas. Dinámica de la ausencia presencia donde el "infans" se adentra en el sistema de signos propio de su ambiente, formado por elementos discriminativos que tienen un valor diferencial: "Así el símbolo se manifiesta en primer lugar como asesinato de la cosa, y esta muerte constituye en el sujeto la eternización de su deseo" (p307).

Lacan ubica en el "nombre del padre" el sostén de la función simbólica, la cual se identifica "desde el albor de los tiempos con la figura de la ley", que sobrepone el orden cultural a lo natural. La primacía de lo simbólico.

CONCLUSIÓN

Como conclusión podríamos decir que la noción de cuerpo en Lacan antes de los años 50 y después de1953, con " Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis", es una realidad que no viene de entrada, si no que este aparece como EFECTO de un otro. Este otro de la década de los años 40, es un otro semejante desde donde el sujeto se nombra, a través del mecanismo de la identificación y quien reconoce las intenciones y formas en la que el sujeto se alienará. Dicho recorrido encuentra su sustentación a partir de la tópica de lo imaginario que Lacan desarrolla en esta época, en este primer momento el sujeto aparece como efecto del reconocimiento. Este otro es un otro de la intersubjetividad.

El reconocimiento por parte del otro semejante en la cual el sujeto aprehende con sus formas imaginarias, a saber su cuerpo, encuentra su sostén en el "pensamiento identificatorio", que a la luz de Lacan caracteriza las relaciones del hombre con sus semejantes. Aquí conceptos como la imago, el estadio del espejo y el Edipo resultan relevantes.

  • La imago instaura en el ser una relación particular del organismo con lo cultural. En un primer momento el sujeto se adelante en el plano mental al desarrollo biológico, reconociendo su ser en una imago, que ante un cuerpo despedazado, desarticulado, cumple una función salvadora.

    Las imagos son aquellas primeras inscripciones donde el sujeto se va a identificar, las cuales permiten una experiencia de sí a través de un otro.

  • El estadio del espejo, génesis de ese momento donde el sujeto aprehende la forma humana como suya y se reconoce en ésta, pasando de un cuerpo fragmentado a una forma "ortopédica de su totalidad", dando origen por un lado al advenimiento yóico y sus formas ideales que marcarán el predominio de lo imaginario, donde el sujeto confunde su ser, mas por otro lado se velará la verdad que sostiene al sujeto como simbólico y pulsional.

  • El Edipo por su "valor de cierre psíquico", deja ver sus efectos en la posición que el sujeto toma ante la ley del padre, lo cual se ejemplifica, entre otras, en los fenómenos corporales de la histeria.

Cabe subrayar la diferenciación que Lacan advierte entre el organismo vivo, el yo y el sujeto: El primero hace referencia al conjunto de órganos que ni por sí mismos, ni por su autonomía ni funcionalidad hacen cuerpo. El yo, como aprehensión mental imaginaria, en la cual el sujeto compromete su verdad simbólica, y hace "cuerpo ortopédico" que vela un organismo fragmentado, producto de la prematuración biológica. Por último, el ser del sujeto perteneciente al lugar del lenguaje.

Este otro semejante en "Más allá del principio de realidad", está definido como un lugar reservado para el sujeto caracterizado por el entorno y el clima de relaciones familiares primordialmente, que significan las intenciones del sujeto, es decir, el sujeto aparece como efecto al reconocimiento de un otro que significa las intenciones de lo dicho, es un otro de la interlocución, de la intersubjetividad.

Si bien en un primer momento es el signo en su valor de símbolo, referido al esquema comunicacional, lo que interroga Lacan, en "Acerca de la causalidad psíquica" su preocupación gira alrededor de la palabra entendida como "nudo de significación", no en su valor de símbolo socialmente convenido, sino en las diferentes acepciones que por mecanismos del lenguaje pueda tener. En "La agresividad en psicoanálisis", el sujeto parece como efecto del sentido de un otro que sobredetermina simbólicamente.

"Este sujeto que necesita de un otro para existir, será antecedente -como lo ha precisado Miller- del sujeto del significante. Es decir, pasará de ser sujeto del sentido a sujeto del significante" (10).

La sobredeterminación simbólica que Lacan advierte en el síntoma histérico, al final de la década de los 40, permite inferir un más allá del otro semejante, que si bien no es aun un Otro simbólico, el del lenguaje, de alguna manera es un paso preliminar. Aquí la referencia a Lévi-Strauss en "El estadio del espejo" (1949) resulta relevante pues propone una estructura simbólica que preexiste al sujeto, que se limita a poner leyes estructurales a elementos inarticulados, donde la realidad psíquica del sujeto encuentra un sentido. El inconsciente como una función simbólica que rige el comportamiento humano pasa de ser lo más íntimo a lo más exterior. A lo que el sujeto se identifica es a una estructura simbólica que dicta leyes estructurales.

Es con "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis" (1953) donde el concepto de cuerpo se puede inferir como un otorgamiento de un Otro simbólico que preexiste al sujeto. Es en las palabras, en el discurso donde el sujeto reconoce su subjetividad, es con el poder fundador de la palabra como el sujeto nombra su cuerpo, es decir, cualquier forma imaginaria donde el sujeto reconozca su cuerpo siempre tendrá como referencia las palabras y el discurso de donde cae su sentido, de acuerdo a leyes estructurales de un campo...El del lenguaje. El cuerpo es cuerpo del lenguaje y su estructura se puede explorar no solo en los síntomas del cuerpo, sino también en la topografía imaginaria que sobre su realidad corporal el sujeto tenga de sí.

Esta estructura simbólica del lenguaje que preexiste al sujeto, es el primer cuerpo que hace de un organismo vivo un cuerpo, cuerpo del lenguaje, segundo cuerpo.

Notes

  1. Soler, Colette: "El cuerpo en la enseñanza de Jacques Lacan", en Estudios de psicosomática págs. 94-95 Vol. I recopilación Vera Gorali. Ed. Atuel-cap. Buenos Aires 1993 .

  2. Lacan, Jacques: Radiofonía y televisión. Ed. Anagrama. Barcelona 1977.

  3. Lacan, Jacques: "Más allá del principio de realidad" en Escritos I. Ed. Siglo XXI. Barcelona 1990.

  4. Lacan, Jacques: La familia. Ed. Argonauta. Buenos Aires-Barcelona 1978.

  5. Lacan, Jacques: "Acerca de la causalidad psíquica" en Escritos I. Ed. Siglo XXI. México1994.

  6. Lacan, Jacques: La agresividad en psicoanálisis en Escritos I. Ed. Siglo XXI. México 1994.

  7. Lacan, Jacques: "El estadio del espejo como formador del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia analítica" en Escritos I. Ed. Siglo XXI. México 1994.

  8. Lévi-Strauss: "La eficacia de lo simbólico" en Antropología estructural. Ed. Paidós. Buenos Aires 1987.

  9. Lacan, Jacques: "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis" en Escritos I. Ed. Siglo XXI. México 1994.

  10. Tizio, Hebe: "¿Qué es el lenguaje para el psicoanálisis?" en la revista Freudiana, nº3, 1991.

Bibliografia

Lacan, Jacques: Radiofonía y televisión. Ed. Anagrama. Barcelona 1977.

Lacan, Jacques: "Más allá del principio de realidad" en Escritos I. Ed. Siglo XXI. Barcelona 1990.

Lacan, Jacques: La familia. Ed. Argonauta. Buenos Aires-Barcelona 1978.

Lacan, Jacques: "Acerca de la causalidad psíquica" en Escritos I. Ed. Siglo XXI. México1994.

Lacan, Jacques: La agresividad en psicoanálisis en Escritos I. Ed. Siglo XXI. México 1994.

Lacan, Jacques: "El estadio del espejo como formador del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia analítica" en Escritos I. Ed. Siglo XXI. México 1994.

Lacan, Jacques: "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis" en Escritos I. Ed. Siglo XXI. México 1994.

Lévi-Strauss: "La eficacia de lo simbólico" en Antropología estructural. Ed. Paidós. Buenos Aires 1987.

Soler, Colette: "El cuerpo en la enseñanza de Jacques Lacan", en Estudios de psicosomática págs. 94-95 Vol. I recopilación Vera Gorali. Ed. Atuel-cap. Buenos Aires 1993 .


Tizio, Hebe: "¿Qué es el lenguaje para el psicoanálisis?" en la revista Freudiana, nº3, 1991.

Mauricio Gutiérrez Lozano

El cuerpo como efecto (los años 40: un paso preliminar)

NODVS XVII, febrer de 2006

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