"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de noviembre de 2006

Reseña del comentario de Patrick Monribot del capítulo I de La angustia realizado en el S.C.F. de Barcelona de noviembre de 2006

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Seminario del Campo Freudiano de Barcelona 2006-2007
La angustia
Jacques Lacan

Lo que la angustia no es

Patrick Monribot abordó el capítulo I del Seminario destacando, primero, que los cambios que se operan en la enseñanza de Lacan aquí dan un giro, no aleatorio, basado en lo que llamó la excavación en lo real con la pala de la angustia, en tanto ella es la vía de acceso al objeto. Éste tendrá un estatuto diferente que en el Seminario IV y, sin embargo, permanecerá inédito hasta más adelante. Al mismo tiempo, Lacan llevará a partir de aquí el objeto a, desde el que reivindicaba la paternidad y la creación, más allá de la imagen, hacia lo no especularizable, recurriendo ahora a la topología.

En segundo lugar, señaló el apoyo que Lacan busca en el concepto de la angustia, que no es emoción, ni sentimiento, ni trastorno, pero tampoco concepto puro, para fundar una erotología, disciplina de lo vivido transferencial, opuesta a una psicología de los afectos.

Para enseñar lo que es la angustia Lacan comienza distinguiendo en Kierkegaard, para quien ella es estructural, anterior al sujeto, se aborda por el mito y no por el concepto, en una arqueología mítica y no racional, para retornar a la Fenomenología de Hegel, distinguiendo que aquí lo racional recubre la cosa, todo es significante. Lacan es kierkegaardiano aquí, porque para él la angustia como es concepto de lo que no se conceptualiza, no es signo de imperfección, ni trastorno, llegando a situarla en el tiempo lógico, que se deber reconstruir, en el fantasma de Pegan a un niño, en tanto constitutiva del deseo. En Inhibición, síntoma y angustia Freud separa síntoma de angustia, se trata de la angustia de castración ligada a la amenaza lanzada por el padre. Para Lacan no se trata, en todo caso, de un órgano extraído por otro que castiga sino de un órgano separado de forma natural, independiente del complejo de Edipo. La angustia es el signo de proximidad del significante de la falta en el Otro [S(A/)]. Lacan explora diversas formas, que fracasan, de capturar la angustia en las redes conceptuales, diciéndonos sobre todo lo que la angustia no es, para retornar a la categoría del deseo, separándolos, en beneficio de la relación entre deseo y goce.

Así, tenemos dos movimientos respecto al deseo: en relación a la angustia y para captar lo real del goce, diferenciando entre señal y signo, dado que éste implica el Otro de lo simbólico ("no hay humo sin fuego"), en tanto la señal indica al objeto. Así entiende el apólogo de la mantis religiosa: alteridad pura en la que no puedo reconocerme, deseo enigmático que desprende lo siniestro, con el riesgo de errar sobre la propia identidad, totalmente contraria a la alteridad del semejante donde siempre hay algo de mi narcisismo. La evocación de la dialéctica hegeliana tiene como fin desprenderse de "el deseo del hombre es el deseo del otro", en tanto avatar, obstáculo a lo simbólico, degradación hacia lo imaginario.

La referencia a la Retórica de Aristóteles permitió señalar que Lacan se sirve de Aristóteles para pasar de las redes del significante a lo que escapa a estas redes: la ira, la cólera, la angustia, efectos de lo real.

En sus conclusiones Monribot señaló que la angustia provoca la represión y la formación del Otro como lugar reprimido, inconsciente, sólo accesible por la vía interrogativa del deseo enigmático y es el relevo lógicamente necesario en la constitución del sujeto frente a lo real de la pulsión. No es un trastorno a reducir aunque provoque desbordamientos, pero sí distinguir la angustia a constituir de la angustia constituida. Ella es tanto signo del deseo del Otro como señal del objeto pulsional, pues se trata de dos niveles, uno implica el deseo del Otro, en tanto que reprimido, el otro alude al objeto a que provoca la angustia misma. Señal del objeto y signo del deseo, en la cura se realiza el recorrido inverso: partimos del deseo del Otro que se trata de descifrar, pasando por la angustia, para cernir, al final, el objeto a.

Rosalba Zaidel

"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de noviembre de 2006

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