"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de febrero de 2008

Reseña de la presentación de Xavier Esqué de la lección XVIII del Seminario X, La angustia, en el S.C.F. de Barcelona de febrero de 2008

  • Publicado en NODVS XXIV, març de 2008

Seminario del Campo Freudiano de Barcelona 2007-2008
La angustia
Jacques Lacan

La voz y el ojo

Xavier Esqué criticó, en su abordaje de la Lección XVIII, la ideología de la evaluación, en tanto que con la estandarización ella busca eliminar el lugar de función que la angustia tiene para el psicoanálisis. En todas las terapéuticas se busca eliminar la angustia, cuando se trata de tomarla en su causa, el real del objeto a y su profundidad histórica subjetiva.

Lacan se opuso a la tradición psicológica que diferenciaba la angustia del miedo según pautas de la realidad y, aunque no podamos decir de qué objeto se trata en la angustia, lo que está en juego es la certeza correlativa a la falta, contraria a la representación, la cual remite de un significante a otro.

El esquema de la división del sujeto, en este capítulo, tiene por resultado la escritura cifrada del sujeto, bajo la forma del objeto a, para que el Otro como tal no sea Uno sin resto, dado que en el Otro hay algo más que significantes: el objeto a, que no se deja evaluar porque con la escritura del sujeto como dividido ($) escribimos el no-todo del significante, la falla inscrita en la estructura.

Aquí está el segundo movimiento de este Seminario: el objeto no precede a la angustia sino que la produce, como resto, objeto causa del deseo, por efecto de la separación. Sustrae la castración del Edipo y su agente, el padre. El objeto a no se auto-engendra sino que se desprende por la operación significante, como trozo determinado a partir de separarse del cuerpo, lejos de toda biología, en el lugar de un vacío que perdurará, aunque el objeto pueda venir de tanto en tanto a ocupar su lugar, bajo cinco formas que no suponen etapas del desarrollo sino niveles, de acuerdo con momentos del corte que "anima el deseo". Así Lacan renueva la lista freudiana de los objetos: oral, anal y fálico (ordenados por la castración y según las etapas evolutivas). Lacan se emancipa del límite de la castración, planteando el objeto a a partir de los orificios del cuerpo y las zonas erógenas. Así completa la gama con el objeto voz y el objeto mirada.

J.A.Miller: la castración en Freud siempre estaba ligada a la prohibición del goce por parte del Otro, lo cual suponía el impasse, al final del análisis, de la reivindicación fálica. Aquí se empieza a cuestionar la unicidad del Nombre del Padre porque el corte resta a la castración su función final y al falo su primacía.

Más allá de la fe, algo profundamente conmovedor toca al cuerpo en la contemplación del gran Buda y el sonido del shofar. Así introduce Lacan el objeto voz, con la referencia al trabajo de T.Reik pero criticando su método, debido al uso analógico del símbolo, y que supera gracias a la perspectiva estructural: ir más allá del límite planteado con el asesinato del padre. Lo conmovedor introduce el goce en el cuerpo, distinguiendo el campo propio: el significante queda del lado del fonema y la voz del lado de lo real, ésta es la parte que no se asume de la cadena significante. El shofar, con el que no se hace música, es la dimensión vocal fuera del sistema simbólico, que renueva la alianza con Dios, poniendo en juego la repetición, la rememoración y el recuerdo, en cuanto al sacrificio de Abraham. Caso paradigmático, según Miller, en que el padre asume el sentido de la vida y se va a la tumba con su secreto, e investigación de Lacan sobre el padre, el nombre y el mito del origen.

El nivel del ojo es el del espacio donde el deseo es convocado. La base es el a, siempre elidido, en otro lugar que allí donde se soporta el deseo: el fantasma, aparato para articular deseo y placer en la relación del sujeto al objeto, que no tiene la pregunta por la causa, ya que el encuentro con lo real lo hace temblar. Más allá del principio del placer la pulsión retorna sobre el sujeto para dividirlo entre la vida y la muerte, en relación al sexo, al saber. Cuadro donde el objeto sirve para enmascarar la división del sujeto y funciona con modelos visuales, en su espacio el cuerpo es pensado como homogéneo, como el ojo donde se ubica la forma, que es la imagen especular: i(a). La presencia de Uno en el Otro, desde el punto de vista de la forma, carece de resto, no se puede ver lo que se pierde. El cuerpo que interesa al psicoanálisis no es el que participa en su totalidad sino en el que predomina la función parcial, compromiso del sujeto hablante con la cadena significante, la libra de carne. Para verlo basta con introducir una mancha en el campo visual. El lunar muestra el lugar del a porque es el lunar el que me mira, más que mancilla la buena forma. La mirada siempre termina reflejándome porque la castración siempre es elidida cuando el deseo se proyecta en la imagen. El objeto a subvierte el Nombre del Padre y el origen del asesinato del padre porque es un estatuto del objeto anterior a la elucubración del lenguaje y del deseo.

Rosalba Zaidel

"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de febrero de 2008

NODVS XXIV, març de 2008

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