Reflexiones sobre el tiempo

Trabajo presentado en el marco del grupo de investigación de Psicoanálisis y Pedagogía del Campo Freudiano en Barcelona cuyo tema era: "Abordajes a tiempo: tiempos subjetivos y tiempos sociales hoy"

  • Publicado en NODVS XXVI, novembre de 2008

1- EL RODEO

"¿Quién no ha preferido un pequeño rodeo a ir directamente donde estamos?" se pregunta el poeta inglés W.Auden en su libro "Otro tiempo". Cuando hace referencia al tiempo nos envía directamente a las "Gentes y los lugares" modo en que titula el apartado en el que el tiempo hará su aparición.

"¿Quién no ha preferido un pequeño rodeo a ir directamente donde estamos?" es a mi modo de entender una forma suave de nombrar el tiempo subjetivo, eso que en la reunión anterior Eduard Gadea traía citando a Kant como las condiciones que el sujeto pone a la experiencia.

Así las condiciones que uno pone a la experiencia reciben nombres que modulan el tiempo en la que esta se despliega: rodeo, prisa, momento, instante, aceleración, urgencia, postergación son algunos de ellos.

Pero ¿de qué experiencia se trata para el sujeto? La experiencia es la forma más particular por la que el sujeto transita por su vida, tiene que ver con la relación con el Otro y tiene, como señala Hebe Tizio, una temporalidad propia. Pero no basta con vivir para hacer una experiencia, según la pensamos desde el psicoanálisis. Para hacer una experiencia el sujeto ha de consentir a interrogar y tratar las significaciones que le aparecen como dadas. Es decir el sujeto necesita desplegar a lo largo del tiempo sus dificultades, transformarlas en problemas y a partir de allí inscribirlos en datos temporales. Eso sería la experiencia analítica.

2- DEL TIEMPO AL PROBLEMA

Miller habla de un cierto horror del sujeto al tratar de responder de modo directo a la pregunta "¿Qué es el tiempo?". El horror se presenta porque esta pregunta nos pone directamente a las puertas de la "angustia de muerte" o de la "angustia de castración". Es decir que es una pregunta que nos retorna bajo la forma de nuestra propia falta (castración) o de nuestra finitud (muerte). Nos retorna quiere decir que las señala. De ahí que frente a ese horror el sujeto neurótico tenga como estrategia la tendencia a "anular el tiempo". Esta anulación aparece de diversos modos: mediante la "duda" obsesiva, mediante la huida fóbica, o la pelea fantasmática, mental que mantenemos con los semejantes y que posterga hasta el infinito las decisiones a tomar (mediante nuestros síntomas) . Estas formas ubican al neurótico en una relación con el tiempo que implica un "demasiado pronto" o un "ya he llegado demasiado tarde". En el psicótico en cambio la relación con el tiempo es la de un eterno presente y por eso el profesional tiene que ayudarle en su construcción de los tiempos, en su construcción del pasado ya que a menudo nos muestra la dificultad de inscribir lo que hace un momento se le ha enseñado.

Anular, evitar, postergar para hacer existir un infinito al que ya el mundo helénico percibía con horror. La idea de lo inaprensible, de lo inasimilable atraviesa el abordaje del tiempo y es por eso que para acercarse a él hay que hacer un rodeo. De hecho si tomamos otros discursos, como el de las matemáticas, me interesa especialmente, ya que entiendo a las matemáticas como el esfuerzo que el hombre ha hecho desde el origen de los tiempos para poder cernir lo que se le escapa, mediante un sistema simbólico. ¿O acaso la invención del número no es la invención del primer mediador en la actividad humana de la repartición de la tierra y también de sus frutos? Las matemáticas son una forma de hacer para que ese Real infinito de la tierra quede enmarcado y entre así en el sistema de los intercambios.

Pues los matemáticos también tienen su horror: se encuentran con el infinito, una de las formas de la eternidad, la sin medida del tiempo. La captación del infinito introduce de manera categórica la necesidad humana de abordar lo real de la estructura. La pregunta humana es ¿cómo captar, cómo bordear y atravesar eso que se presenta del lado de lo inaprensible, de lo inasimilable? Primero frente a esa pregunta hay el horror de los griegos. El horror hay que pensarlo como un velo que usamos sin saberlo frente a lo que hace agujero en el saber.

Tiempo después alguien atraviesa el horror. Se llama Cantor (1845-1918) y es el que va a intentar resolver la cuestión del infinito y para ello ha de crear, ha de inventar un número nuevo. Es decir que cuando uno quiere cernir lo real, lo que se escapa, tiene que inventar un modo de introducirlo en una serie que lo cuantifique, hacer una nueva contabilidad que introduzca lo que aparece fuera de la serie en una nueva serie. A los nuevos números Cantor los bautizó "cardinales transfinitos" y muestran a mi entender el esfuerzo por cernir aquello que se escapa. Por supuesto la oposición a este avance aparece del lado de la religión: Leogrold Kronecker, un viejo profesor de la universidad de Berlín se opone a Cantor, con frases como "Dios hizo los números enteros, todo el resto es obra de los hombres…". Le decimos hoy a Kronecker que sin duda tiene razón en la segunda parte: se trata del hombre y de sus dificultades con lo real. Del interés o más bien de la necesidad estructural de poder captar eso que en la experiencia humana se presenta bajo la forma de algo que se repite, e insiste de la misma manera hasta que lo podamos bordear, atravesar, nombrar…

3- EL PROBLEMA NO ES EL TIEMPO

¿Qué tiene que ver todo esto con la urgencia? ¿Qué podemos aprender de los matemáticos, de la poesía? ¿Qué nos ofrecen que nosotros podamos acoger? La urgencia se presenta de entrada como una ruptura en el tiempo. Tiene siempre un carácter intrusivo que empuja a mover a los distintos sujetos que participan de ella. Sin embargo no es un problema de tiempo aunque produzca un "no hay tiempo que perder".

Volvamos al psicoanálisis y recordemos en la primera reunión el trabajo que Lidia Ramírez presentó sobre el artículo de Lacan de 1945: "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma". Lo interesante de este trabajo como otros que en su título nombran al tiempo (Breve historia del tiempo; Los tres primeros minutos del universo, etc.) que viene a develarnos que la cuestión no es el tiempo. Que cuando uno queda atrapado en la cuestión del tiempo eso obstaculiza la resolución. De eso se trata en el apólogo de los tres prisioneros: el problema no es el tiempo que tienen para resolverlo. El problema es que allí hay un enigma: cada prisionero lleva su marca pero ninguno sabe cuál es. Para descubrir cuál es su marca depende de los movimientos o del no movimiento que hacen los demás. Aquí el "no movimiento" es un acontecimiento, eso quiere decir que dice algo…Ese es el problema: el tiempo en realidad aparece como un dato más dentro del enigma a resolver. Y el enigma para todo sujeto es saber cuál es su marca fundamental.

Una cuestión más: en castellano se trata de la urgencia y realmente el efecto que nos produce cuando un sujeto llega representado bajo este significantes es la necesidad de empezar a correr…diré que eso es un efecto del lenguaje (urgir, apremiar, correr, prisa)… En inglés en cambio se nombra como Emergency, lo que opera un cambio en la forma de recibir ya que emergency proviene de emergence (aparición): lo que emerge… En este caso la lengua inglesa nos orientaría mejor respecto a la naturaleza de nuestro problema y a la que debería, como profesionales, ser nuestra posición.

4- TIEMPO Y URGENCIA

Podemos caracterizar a la urgencia como un dicho. De manera abrupta nos dice: "yo no puedo esperar". La urgencia entonces no se plantea como una demanda ya que en su mismo enunciado no tiene en cuenta al Otro. Hay en ese sentido algo de la soledad más radical en la urgencia que interpela al Otro que la recibe. Que no haya demanda, sin embargo, no significa que en la urgencia no haya un llamado. Hay un llamar, si se quiere, a un lugar vacío, en un tiempo precipitado, en el que el lugar del Otro ha de constituirse. Si entendemos entonces a la urgencia como un llamado sin Otro, podemos comprender mejor porqué nuestra época está caracterizada e impregnada de la misma. Los individuos en soledad, los sujetos sin brújula: el sujeto actual encuentra una gran dificultad para localizar un Otro que le permita organizarse. Encuentra otros inconsistentes, u otros que los introducen en causas que no les son propias u otros que les proponen modos de goce como garantías de felicidad.

5- TIEMPO Y ESPERA

La espera en cambio siempre está en relación con el Otro. Puede verse afectada de aburrimiento, de sentimientos de inminencia, de sin sentido.

Puede verse afectada por la angustia: cuando uno está a la espera de lo que el Otro hará es cuando emerge la angustia. Son los movimientos del Otro los que aparecen como enigmáticos para el sujeto y sobre ese enigma se posa la angustia como su fiel compañera. Belaga señala que son la angustia y la certeza los dos fenómenos clínicos que están en relación a la urgencia. Son dos fenómenos que no engañan y por eso cuando aparece la urgencia hay que preguntarse si lo que está en causa es del orden de la angustia o es del orden de una certeza.

6- URGENCIA Y CORTE

De manera frecuente se interpreta que la urgencia pide una respuesta urgente y lo interesante es que encuentre otro tipo de respuesta. Una respuesta que incluya el dato temporal pero que no se ciña, se distinga de la duración. No se trata de decirle a alguien que no puede esperar que espere. Se trata más bien del corte, se introduce una pausa que opera en primer lugar sobre el Otro que recibe la urgencia. Cuando uno la recibe puede ponerse a correr o puede introducir un corte que tiene las siguientes funciones: (quiero remarcar que el corte tiene que estar primero a nivel del Otro)

  1. buscamos cernir un momento que se presenta bajo la forma del sin sentido (la angustia) o todo lo contrario con un sentido pleno (la certeza). Entonces proponemos un uso del tiempo y el espacio diferentes: esa es una primera rectificación del Otro.

  2. buscamos localizar quién es el sujeto de la urgencia: ¿se trata del sujeto mismo que consulta? ¿se trata de los que lo acompañan? ¿se trata del Otro social? Al localizarlo podemos pensar nuestra acción buscando generar un efecto subjetivo en aquél que está urgido.

  3. Suponemos en la urgencia la presencia de un no saber. El sujeto no sabe, como en los tres prisioneros, cuál es su marca. Nuestra primera orientación es señalar que allí hay una marca aunque no sabemos cuál es. Es decir que desde el primer momento apuntamos a que hay una articulación entre los dos niveles del tiempo subjetivo: el tiempo epistémico y el tiempo libidinal. A partir de los caminos de la libido, los caminos donde se producen las fijaciones que llamamos de goce, los caminos en los que se producen las marcas, podemos hacer una experiencia epistémica, una experiencia de saber. La oferta que le hacemos es la de hacer una experiencia de saber: hacer que el sujeto fijado en su circuito solitario de goce, marcado por el tiempo de la repetición, del siempre lo mismo, pueda establecer un nuevo circuito abierto al lazo social. Lazo social que ya empieza a funcionar cuando la transferencia se instala, cuando el vínculo funciona. Es ahí, esta es la apuesta, donde comienza a apaciguarse la urgencia subjetiva.

7- TIEMPO PRELIMINAR Y RECTIFICACIÓN DEL OTRO

Si seguimos este hilo no hay tratamiento de la urgencia sino se establece una cuestión preliminar. Este es el tiempo en que se intenta convertir la urgencia en un problema. Pero este problema al revés de cómo viene la urgencia debe presentarse sin solución inmediata. Para la urgencia subjetiva el individuo en general tiene una solución siendo la más radical el pasaje al acto. La solución al problema debe presentarse, como señala Miller, como una moción suspendida: como Cantor, el matemático, debe dejar espacio para la invención de los nuevos nombres que darán cuenta de lo que está en juego. Vemos que esto es posible si y sólo sí el Otro deja en suspenso sus propios nombres. La rectificación del Otro implica un saber no saber sobre los nombres; la rectificación del Otro implica encontrar los modos de acompañar al sujeto bajo maneras inéditas en su historia. Se trata de que estos sujetos de la urgencia que vienen marcados por un "no" que excluye básicamente sus modos sintomáticos de interpelar nuestra época, puedan encontrar un Otro que, como señala Recalcatti, sabe "no excluir", no rechazar, no callarse, no obturar, no sofocar, no atormentar. Configurar un Otro diferente que de lugar al lazo. Si la urgencia es un "yo no puedo esperar" la respuesta del Otro no es "espere" sino "sobre eso se puede saber" como modo de acoger el yo no puedo. Así entiendo el tiempo para comprender: no se trata de un tiempo largo o corto marcado por la duración. Se trata en realidad de un tiempo dos en el que el sujeto puede estructurar el camino de la resignificación: esto es establecer un nuevo orden temporal a la experiencia que tiene consecuencias sobre el sentido y el cuerpo. Un modo de cernir lo real.

Susana Brignoni

Reflexiones sobre el tiempo

NODVS XXVI, novembre de 2008

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