"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de abril de 2009

Reseña de la presentación de Patrick Monribot del capítulo VII del Seminario XX, Aún, en el S.C.F. De Barcelona de abril de 2009

  • Publicado en NODVS XXVIII, maig de 2009

Seminario del Campo Freudiano de Barcelona 2008-2009
Aún
Jacques Lacan

Sexuación y consentimiento

Patrick Monribot encaró el Capítulo VII partiendo de la dificultad para escribir la relación de goce entre los sexos en función de la insistencia del Uno, la fuente de dicho goce, la satisfacción en el propio cuerpo. Si la libido freudiana pone al sujeto en relación con un objeto del Otro y no con otro sujeto es porque no es el sujeto el que goza sino el propio órgano. Incluso la sublimación está en el campo de los goces Uno debido a que la palabra no es siempre herramienta de comunicación sino un instrumento del goce del cuerpo que habla. No hay relación sexual porque el goce del sujeto prescinde del Otro, el cual goza como experiencia en su cuerpo, que no alcanza el cuerpo propio. Lo imposible de la escritura del encuentro, no previsto en las necesidades de la estructura, causa el encuentro erótico, un encuentro contingente de goces Uno que no se cruzan.

En matemáticas se necesitan dos términos para escribir una relación y en el sexo sólo hay uno: la función fálica. Ésta diferencia las fórmulas de la sexuación: la $ significa que ser sujeto supone que se está del lado hombre de la sexuación, tanto para varones como para hembras, es decir, cada uno, o una, está representado/a en la cadena inconsciente por el falo. Según la lógica matemática de Frege, la norma se funda en la existencia de un elemento que escapa a la regla, es el padre de la horda primitiva, del lado hombre. En tanto sujeto, una mujer está concernida por la función fálica y, por ende, por la castración, con la consiguiente dificultad para situarse respecto del Otro sexo. La parte no subjetivable del ser femenino, a falta de una excepción fuera de la norma, impide la aplicación de la lógica precedente. Todo el goce de la mujer no está sometido a la castración, hay una parte que es del Otro sexo, femenino, en el goce fálico pero que no del todo de su lado y que no depende de la anatomía.

Consecuencias que J.Lacan extrae de la dualidad clínica del goce femenino: la función fálica no unifica el encuentro de los dos sexos, el no-todo es un operador lógico, cada mujer debe encarnar el uno por uno de la excepción, la serie de las excepciones no hace existir la comunidad de las mujeres y el "La/" (La tachado) la parte de la mujer que llamamos el Otro sexo no está representado en el lenguaje. La pareja a la que apunta el sujeto, del lado hombre, en el Otro sexo se reduce siempre al objeto a, mientras que el dualismo en los objetos de la mujer hacen que ella no sea toda de él. El fantasma en el hombre, que degrada a la mujer al objeto fetiche como condición para el goce sexual, le impide el acceso al Otro sexo. Para ello, debe consentir a que su mujer no se reduzca a un objeto a. La mujer puede entrar sin límite en el fantasma de un hombre porque siempre habrá algo más allá de ese lugar de a, que aloja su ser femenino y al que el hombre debe consentir para no fracasar.

Nombrar el goce femenino es apuntar a lo innombrable: se representa con el significante de la falta en el Otro -S(A/)-. Cada ser hablante lo inventa para nombrar el goce en el Otro sexo, sin nombre previsto por la estructura, y permite un tratamiento en la cura del estrago femenino, con el efecto de nominación y de límite allí donde no lo hay. La raíz del estrago está en la ausencia del falo en la madre y de significante para el agujero en el Otro.

La parte subjetivable de la mujer encuentra la mortificación propia del significante, el S1, que en la búsqueda fálica fracasa, dando relieve a las figuras del amo muerto y al amante castrado, indicando a la vez una modalidad de goce que escapa a la pareja, haciéndola no-toda, pero distinta de S(A/). La relación entre estos dos términos: La/ y S(A/), representa la experiencia sentida sin significación y sin palabras, que ejemplifican los místicos. El goce femenino, contrariamente al goce Uno, no está mortificado por el significante, es goce corporal, infinito, no limitado al órgano ni por el propio placer y factor de angustia. Para Lacan es goce suplementario y no complementario, invirtiendo la lógica freudiana, deficitaria para la mujer, que señala la inconsistencia lógica: el goce en una mujer no puede hacer vínculo con el goce de otras mujeres, no hay suma algebraica que haga el todo.

El "almor" (alma aristotélica+amor), estrago o amor por S(A/), ilimitados ambos. La philia, una forma de amor pura de los antiguos que parte de la materia sin forma para llegar a un estado transformado en el amor, en el éxtasis místico, clave del amor femenino. En la clínica: el "almor" siempre exige la palabra, suplencia frente al muro que separa el goce femenino del Otro sexo. Formalizar el S(A/) permite la alternativa al "almor".

La ética del fuera-sexo (referencia al "Horla" de G.de Maupassant): en la histeria supone evitar la confrontación con el Otro sexo femenino quedándose del lado hombre de la fórmula. Por ello Lacan la nombra "hommesexuel", señalando la equivocación de Freud respecto a la inclinación sexual de Dora hacia la Sra. K., en tanto espera un saber sobre el Otro goce, que no hay, perdiendo el goce femenino ahí donde pensaba encontrarlo. La posición femenina pasa por la posición hombre pero no para hacer como un hombre. En la psicosis el efecto del Otro goce ilimitado que toca lo real, extranjero al significante, es el resultado de la forclusión del falo.

Rosalba Zaidel

"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de abril de 2009

NODVS XXVIII, maig de 2009

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