¿De qué le hablaban a Freud las mujeres?

Conferencia pronunciada el 15 de mayo de 2009 en el marco del ciclo: “Eso que llamamos inconsciente” que tuvo lugar en la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona.

  • Publicado en NODVS XXXVI, març de 2012

Resum

El presente texto pone de manifiesto el nudo entre el deseo del analista y el descubrimiento del propio inconsciente, tal y como lo hallamos en Freud: bajo la forma de un acontecimiento (el del encuentro con algunas mujeres histéricas) que instaura una nueva ética. Un recorrido por las elecciones vitales del padre del psicoanálisis ilustra cómo se cimentó el Freud analista. Ello no es sin el encuentro con lo que de perturbador tiene el inconsciente, saber del que Freud pudo extraer el lugar de una causa, reprimida. Pero este no se produce si no hay la transferencia, como ilustra el caso de Anna O. Más allá del sentido sexual, Freud apuntó a un real, manteniéndose fiel a la ciencia.

Paraules clau

Deseo del analista; Sigmund Freud; primeras histerias; trieb.

Introducción.

 

Pensé en este título para la conferencia de hoy porque me pareció apropiado para dar una perspectiva general de los comienzos del psicoanálisis; de su nacimiento como ciencia del inconsciente.

En la gestación del psicoanálisis, en los primeros pasos de Freud, jugó un papel fundamental el saber que le aportaron a finales del siglo XIX sus primeras pacientes histéricas quienes, al ponerse a hablar, mostraron de qué manera el deseo se constituye en la relación con el lenguaje.

Es cierto que después de más de un siglo el psicoanálisis ha cambiado. Se ha modificado. Nuevas preguntas surgen de la práctica y de ahí proviene el dinamismo que demuestra que la experiencia no se ha eclipsado, que no ha quedado reducida a una ortodoxia. ¿Qué da vivacidad a una experiencia? Podemos contestar que es la fuerza del deseo que sigue dando sentido a la acción del psicoanálisis. Por eso no es un interés meramente histórico lo que justifica que intentemos interrogarnos sobre cómo se gestó este descubrimiento y que  retornemos a lo que quedó trazado en las etapas pasadas. “Se necesita haber recorrido ya un poco de camino para que el comienzo se aclare por la retroacción”. 1.

Entonces: “¿Por dónde empezó Freud? ¿Cómo fue que se abrazó al hilo de un deseo con el cual se atrevió con lo que ignoraba y de allí tejió una obra tan compleja como orgánica?”, se preguntaba Lacan.¿Qué encontramos volviendo al punto de partida que nos señala esta pregunta?

Encontramos lo que Lacan nombró como el “acontecimiento Freud”.¿Qué es un acontecimiento? Es la aparición de un hecho nuevo. El “acontecimiento Freud” es la aparición de la función del inconsciente que lleva su nombre, pero es también la aparición del psicoanalista. Uno no va sin el otro, constituyen un nudo.

Freud fue guiado hasta la función del inconsciente por esas admirables teóricas que fueron las primeras pacientes histéricas, a quienes trató a finales del siglo XIX. En sus síntomas pudo leer las huellas del deseo inconsciente. Ellas le fueron entregando poco a poco la solución. A medida que las escuchaba  y que los efectos del inconsciente se le revelaban Freud iba construyendo su proyecto teórico que supuso, eventualmente, un cuestionamiento radical de la ética. Porque lo que Freud  introdujo no fue solamente una nueva técnica terapéutica sino una nueva razón de la que se deducía una nueva versión del ser humano y asimismo una nueva versión de las fuentes, -  desconocidas, rechazadas, ignoradas - , de donde procede lo que causa sus conductas y sus acciones. Lo que se desprende de la posición freudiana como lo que causa la conducta es una estructura hecha de tramas y redes que pasan por fuera del circuito de la conciencia pero que se pueden detectar en lo que cada uno dice sin saberlo. Para eso este discurso tiene que encontrar al destinatario de su mensaje. De ahí que el psicoanalista forme parte del concepto de inconsciente porque es a él a quien éste se dirige.4

El descubrimiento del inconsciente se articula, necesariamente, con la función del psicoanalista, que constituye el único instrumento para que la experiencia del inconsciente perdure. La experiencia del inconsciente y la función del analista están estrechamente anudadas, y desde los inicios. De esta conjunción, fruto de la tarea que Freud llevó a cabo en solitario, nació el psicoanálisis. Es importante no olvidarlo.

 

El tiempo de los orígenes

 

Cuando el Dr. Freud (1856-1939) caminaba por las calles de Viena, cuando paseaba por el Prater, cuando hacía sus excursiones por  las montañas de los alrededores e iba dando forma a su teoría, Viena era aún la capital del imperio austro-húngaro. Faltaban unos años hasta que la I Guerra Mundial, que dejaría muchas víctimas, acabara con su poder.

Era la época victoriana y post-victoriana de cuya cultura somos herederos aunque sus valores estén ya muy alejados de los nuestros.

Hoy todo se muestra. En ese entonces las cosas se mantenían en secreto, quedaban al abrigo de la discreción. Al menos en lo que se refiere a la burguesía la familia se albergaba en el reino de lo privado donde tenían lugar, entre esos pesados cortinajes que ornamentaban los ambientes,  los dramas contenidos, a cuya universalidad supieron dar voz y cuerpo los más grandes dramaturgos de esa época: Ibsen, Strindberg, Chéjov, Schnitzler. Freud decía de éste último que sus obras tenían valor científico.5

A finales del siglo XIX Freud era aún un joven médico judío con muy escasos recursos económicos, una novia que esperaba en Hamburgo  y una marcada vocación de investigador. Nunca se sintió empujado por el deseo de curar. Tenía mucha ambición y las figuras de grandes conquistadores como Alejandro Magno o Aníbal formaron parte de su imaginario juvenil. Entró en la práctica médica porque no tuvo más remedio, por “la lucha por la existencia”6, para poder casarse y mantener a su familia. Así se asoció  con un médico mayor que él, el Dr. Breuer, que trataba enfermedades nerviosas. (Pueden encontrar los detalles en las biografías y las correspondencias con familiares y discípulos).

Freud había postergado un poco la realización de estos objetivos pequeño-burgueses, - matrimonio, familia -, para aprovechar una beca en París donde entró en contacto con ese gran observador, como le llamó más tarde, que fue el maestro Charcot.  Charcot había comenzado a aplicar  la hipnosis en casos de histeria. La demostración del método y sus efectos en la supresión de los síntomas en el cuerpo, síntomas de conversión que no tenían fundamento orgánico, tenía lugar en la presentación de enfermos, en el hospital  La Salpetrière.

La experiencia en París fue un factor crucial por el interés que despertó en él, - como lo revela el  informe que hizo a la vuelta7- y fue el marco referencial de la asociación con Breuer, - que había comenzado ya antes del viaje -, y del encuentro entre Freud y “su histérica”. La historia de esta relación y las razones de la ruptura entre ambos está documentada y fue interpretada una y mil veces. Lo que nos interesa de ello no es sólo la posibilidad que nos da de fechar un punto de partida. Nos interesa porque a partir de la ruptura entre ambos  asistimos  a la metamorfosis del médico Freud en: Freud, el psicoanalista.

El psicoanalista se convierte así en uno de los nombres del síntoma Freud, que perdura hasta hoy.

 

Los estudios sobre la histeria

 

Los “Estudios sobre la histeria” se publicaron en colaboración con Breuer (1893-1895) 8. Es uno de los textos que testimonia de esos inicios y de esa transformación. Con Anna O, Emma, Lucy, Elizabeth…con aquello de lo que estas mujeres le hablaban a Freud descubrimos los pasos por los que pasó  la creación del método analítico; desde la hipnosis y la sugestión, pasando por el método catártico al método propiamente analítico: la asociación libre.

Para llegar hasta allí fue necesario que se operara un cambio de posición. La posición médica, - donde el saber está del lado del médico y el paciente es el objeto sobre el cual se lo aplica -, hubo de caer para que  pudiera aparecer una nueva forma de escuchar: la escucha libremente flotante. Esto quiere decir  situarse de manera tal de no obstaculizar el discurso del inconsciente, dejarse enseñar por él. Es la Sra. Emmy von N., cuyo historial es el segundo en la serie de los Estudios, que interpreta a Freud al respecto cuando le dice más o menos así: “Dr. calle ud., no me interrumpa, déjeme hablar a mí…."9.

Freud aceptó ese reto y situó el saber del lado de ellas, mostró una docilidad particular ante las histéricas a quienes supuso el saber que a él le faltaba y los tratamientos con ellas le hicieron descubrir los obstáculos, las resistencias, que el deseo inconsciente opone a quien se atreve abordar su desciframiento y  provocar sus respuestas; en resumen a quien lo toma como oráculo. El  inconsciente se descifra a partir de lo que él mismo va produciendo como significantes, - tiene estructura de lenguaje, dijo Lacan- . La hipótesis del inconsciente plantea que un deseo está articulado en el discurso, que subyace al sentido manifiesto de lo que uno dice - y que su misterio permanece escondido, aunque a veces por debajo de la máscara de las palabras se revelan algunos puntos de fractura por donde “ello”, de vez en cuando, se muestra - en un sueño, en los síntomas, en la angustia, en los malos despertares -.

Lo que nosotros situamos en el registro de lo más real del inconsciente que es lo arcaico que Freud quería alcanzar, se hace presente un escollo, una inercia, algo mudo, que se pone a través en la rueda del discurso y que hace que reparemos en el carácter problemático del deseo inconsciente, en las paradojas que impone al humano la satisfacción de sus deseos, en lo oscuro de su relación con la vida y con las pulsiones que lo empujan a derecha e izquierda y lo hacen fallar….

Por eso el inconsciente nunca se debe abrir a la ligera; cuando uno se topa con “eso”, puede ser perturbador.10 

A un accidente perturbador de este tipo atribuyó Lacan el punto de inflexión que condujo al fin de la asociación con  Breuer y que dejó la vía libre a la exploración de la verdad que Freud persiguió en solitario.

 

Antes de entrar en lo que causó el embarazo de Breuer nos podemos preguntar: ¿porqué tuvieron que ser ellas, las histéricas, las que guiaron a Freud?

Lacan da muchas respuestas, una muy concisa, por ejemplo, es: “porque la histérica fuerza al material significante a confesar”.11 Esta posición de forzar al inconsciente es constitutiva de su discurso; Lacan escribe el discurso histérico (no es privilegio de las mujeres pero éstas tienden a situarse más en esa posición) así: el sujeto (S/) se dirige al material significante (S1) para hacerle producir un saber (S2) sobre la verdad (a) de su deseo inconsciente  y por eso también fue escuchando a las histéricas que él pudo leer que hay un inconsciente12 y por esa razón también le dio a su palabra plenos poderes estableciendo la regla fundamental: “decirlo todo”, tan acorde con la sed de saber de Freud.

En un libro excelente que ya es un clásico, que se titula: “Freud y el deseo del analista”, Serge Cottet desarrolla esta tesis: es el deseo de Freud el que da sentido a su obra. “De sus histéricas lo aprendió todo, su propio mensaje le volvió de forma invertida o sea su deseo de hacerlas hablar de todo”. 13

Las enfermas que protagonizan los ”Estudios sobre la Histeria” sufrían de múltiples y muy variados síntomas: alucinaciones visuales, trastornos de la memoria,  síntomas corporales paralizantes a veces muy aparatosos , - o no tanto si tomamos la versión actual que se rebautizó hace algunos años como fibromialgia cuyo tratamiento medicamentoso lleva muchas veces a verdaderos estragos, llegando a la incapacitación crónica e irreversible -. Freud partía de la hipótesis que debía haber una relación causal entre esos fenómenos y hechos traumáticos que, por su carácter doloroso, fueron rechazados de la conciencia. A veces se trataba de las consecuencias de un duelo; otras, de los pensamientos que acosaban al sujeto en situaciones de aislamiento como podía ser los cuidados de un padre enfermo, etc.. Estos historiales son verdaderos diarios clínicos donde Freud, con la honestidad que lo caracterizaba, da todo los detalles sobre la manera en la cual se iba moviendo en la oscuridad.

La primera tesis con la que operó Freud, dicha de manera muy simplificada, fue que se podía restablecer ese vínculo con la causa reprimida, induciendo su recuerdo a través del método de la sugestión, hipnótica o no. Y eso era lo que intentaba hacer.

Levantando los efectos de la represión capa a capa se podía llegar, eso creía, a la recuperación completa de la historia subjetiva cuya piedra fundamental sería un acontecimiento sexual traumático fijado en la memoria inconsciente bajo la forma de una “escena primordial” a partir de la cual cada sujeto da forma a su realidad más singular, montando sobre esa escena su “teatro privado”; una fórmula que es fruto de la fina inteligencia de Anna O..

Así, en esa “otra escena”, en esa fantasía primordial, se encontraría el núcleo de la verdad particular, que sería también la clave del sentido del síntoma que entraba en la conciencia en forma de símbolo-imagen. 14

¿Cómo podemos leer, en los Estudios…, la incidencia del deseo de Freud, de su compromiso con la verdad? Podemos leerlo, por ejemplo, a partir de la insistencia de la demanda que le hace a sus  pacientes: le pido que recuerde, les dice una y otra vez… En el caso de Lucy R. Lacan comenta justamente cual fue la razón que hizo que Freud conservara la presión de las manos sobre la frente, después de haber renunciado ya a la sugestión por hipnosis… “Freud hacía que la paciente se concentrara en la causa del síntoma…y bajo las manos de Freud el paciente estaba seguro que los recuerdos que iban a presentarse eran lo que importaban y que no tenía sino que confiar en ellos. Aparecerían en el momento en que levantara las manos, – mímica de levantamiento de la barrera de la represión -, el paciente podía  seguir el hilo de lo que se presentase en su mente”.15

“Con Freud la experiencia analítica representa la singularidad llevada al límite puesto que él estaba construyendo y verificando el análisis mismo. No podemos borrar este hecho,… si el análisis fue un método para los demás no lo fue para Freud porque lo que hacía él se estaba haciendo por primera vez. Por eso el método analítico le concernía completamente, en su persona y en su presencia ante el enfermo, en su actividad de terapeuta… y según afirma el propio Freud este interés confirió a sus relaciones con sus enfermos, un carácter absolutamente singular”.16

Ninguna normativización terapéutica, pues. No actuaba según protocolos.

 

El embarazo de Breuer

 

Volvamos a la ruptura con Breuer. Anna O. era paciente de Breuer. En las primeras páginas de las “Conferencias de introducción al psicoanálisis” Freud hace un perfil de la paciente y describe la multitud de síntomas “corporales” de los que sufría y de sus “tristísimas fantasías de poética hermosura…” como señala. 17 “La paciente del Dr. Breuer, una muchacha de 21 años …etc.. “. Junto a este cuadro patológico que describe sitúa a la histeria como la rechazada por el discurso médico y se sitúa a sí mismo en una posición de subversión respecto a este discurso; toda su previa formación patológica y anatomo-fisiológica lo desasiste al enfrentar las singularidades de los fenómenos histéricos.

En realidad lo que está diciendo es que las construcciones conceptuales: clasificatorias, diagnósticas, obstruyen la captación de lo singular. Creo que en eso la formación de los analistas sigue siendo profundamente freudiana, en la medida en que es preciso olvidar lo que se sabe y centrarse en lo que el paciente dice.

Breuer, en un primer momento, “le brindó a esta joven su simpatía e interés”18 aunque no sabía cómo asistirla, pero la dejó hablar. La paciente que había perdido el uso del alemán hablaba solo en inglés. Ella acuñó las fórmulas “talking cure” para el método y “chimney sweeping” para el procedimiento por medio del cual se hacía desaparecer a los síntomas patológicos.

El trabajo de elaboración en el caso de Anna O. fue más arduo que en otros casos. La paciente oponía una resistencia un tanto inquebrantable. Breuer comenzó el tratamiento pero, en determinado momento, algo sucedió que provocó su huida. Fue en ese momento cuando Freud tomó el relevo.

Este incidente se omitió del historial, por razones de discreción. Ernest Jones lo desveló en la biografía de Freud. Cuando Lacan retomó este incidente no fue por un interés en la anécdota sino para entender lo que se jugó allí para el psicoanálisis.

Para ser breve la paciente fue mostrando una marcada transferencia erótica y desarrolló un síntoma de embarazo histérico. Se puede decir que fue un embarazo en cadena, una cadena de embarazos. La demanda insistente de la paciente, puso sobre aviso ante todo a la Sra. Breuer. Breuer, entonces sintiendo un gran embarazo (embarazo quiere decir en términos analíticos que estamos ante una situación de máxima dificultad para el sujeto) deja el caso en manos de Freud y se va con su mujer a un viaje del cual ésta regresa embarazada.

Lacan retomó este episodio de transferencia erótica, ¿qué leyó en él?

- Ante todo leyó la presencia del deseo.

- Leyó también el elemento de verdad que se jugaba para Breuer que no era indiferente a la joven paciente.

- Leyó la reciprocidad de los sentimientos; el síntoma de la paciente interpretaba al deseo de Breuer. Él no era indiferente y no había podido resistirse a la seducción de Anna. Su huida del tratamiento fue la huida del llamado de su deseo. Freud percibió esto muy bien y de aquí que la ruptura entre ambos tuviera también un elemento de escapada para Breuer.

- También leyó allí el momento en el cual se produce un  viraje radical en la posición subjetiva de Freud, esa transformación que convierte a Freud en psicoanalista.

¿Por qué tiene tanta importancia este episodio? Porque esto le impidió a Breuer seguir a la histérica hasta el final y no llegar a comprender la función del deseo del Otro en el deseo histérico. Esto es lo que el análisis que hizo Lacan sacó a la luz. A lo que Breuer no pudo prestarse y Freud sí, y ya desde la época de los Estudios…, es a hacerse el incauto del deseo histérico y a instituirlas  como lugar del saber que, por otro lado, enmascara la relación de ignorancia en la que la histérica prefiere mantener el problema del goce, por razones que tienen que ver con su posición ante lo femenino.

Freud prestó su persona al deseo de saber pero no se dejó seducir por esa posición y así instituyó la transferencia en el sentido analítico. Freud se pudo mantener, debido a su orientación científica, fuera de la seducción del misterioso inconsciente aunque persiguió su enigma porque siguió a la histérica hasta el final sin ceder a la ebriedad del sentido sexual. Por eso pudo hacer entrar el discurso analítico en una vertiente que no es ni mítica, ni mística, mantener su afinidad con la posición de la ciencia, porque la ciencia apunta a un real.  

Este real Freud lo buscará más allá de las fantasías, más allá de los sueños, más allá de los traumas, buscará el Trieb. Por eso el trieb, la pulsión freudiana, está profundamente relacionada con el deseo del analista.

Cómo podemos, entonces, responder a la pregunta: ¿De qué le hablaban a Freud las mujeres?

Creo que podemos decir que le hablaban de su deseo, de ellas recibió el mensaje del inconsciente a quien arrancó sus secretos en un esforzado trabajo de desciframiento que se aplicó, ante todo, a sí mismo. 

 

Notes

1 - Jacques Lacan. De un Otro al otro. Seminario 16. Paidos, 2006 . P. 173.

2 - Jacques Lacan. La Cosa Freudiana. En: Escritos 1. Siglo XXI, 1998. P. 386.

3 - Jacques Lacan. De un Otro al otro. Op. cit. Cap. XII .

4 - Jacques Lacan. Posición del Inconsciente. En: Escritos 2. Op. cit., p.809.

5 - Jacqueline Dhéret. Hoy como ayer: La protesta histérica. En: Shula Eldar (compiladora): Mujeres Una por Una. Gredos, 2009. P. 117-134.

6 - Sigmund Freud. Cartas a la novia. Cuadernos Marginales 3.Tusquets 1978.

7 - Sigmund Freud- Informe sobre mis estudios en Paris y Berlín. O.C. Amorrortu, 1976. Volumen 1.  

8 - Sigmund Freud. Estudios sobre la histeria. Op. cit.. Volumen 2. P. 23-314.

9 - Jacques Lacan. El reverso del psicoanálisis. Seminario 17. Paidos, 1992. P. 271.

10 – Jacques Lacan. Conférences et entretiens dans des universités nor-americaines. Scilicet 6/7. Seuil, 1976. P. 38.

11 – Ibid. P. 10.

12 – Serge Cottet. Freud y el deseo del analista.

13 – Jacques Lacan. La psychanalyse vraie, et la fausse. Autres Écrits. Seuil, 2001. P. 167.

14 – Jacques Lacan. Los escritos técnicos de Freud. Seminario 1. Paidos, 1981. P. 38.

15 – Jacques Lacan. Los escritos técnicos de Freud. Op. Cit.. P. 40.

16 – Sigmund Freud. Conferencias de introducción al psicoanálisis. Op. Cit. Volumen XV. P. 11.

17  - Sigmund Freud.  Pag 8-9, OC tomo XI).

18 – Sigmund Freud. Estudios sobre la histeria. Op.cit., p 10.

Shula Eldar

¿De qué le hablaban a Freud las mujeres?

NODVS XXXVI, març de 2012

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