El analista oportuno

Trabajo presentado en las Jornadas de apertura 2013: La orientación lacaniana. Lo que se hace en el Centro Descartes, y como producto del trabajo realizado en el marco del Equipo Temático El zen y la función de la palabra.

  • Publicado en NODVS XL, juliol de 2013

Resum

El texto vincula, en la táctica, temporalidad e interpretación. Se señala, en efecto, que la acción del analista deviene acto cuando se da en el momento justo. En la estrategia, se apunta a la transferencia como aquello que se conquista si uno está dispuesto a perderla. Lo verdadero en el análisis se conquista mediante ese engaño que llamamos transferencia.  La política de la cura, concierne más bien a un amor por fuera del narcisismo, más cercano al destello. El viaje a Oriente es necesario para pensar la caligrafía, esa que permite a Lacan abordar el goce femenino y por ende la política del psicoanálisis.

Paraules clau

Kairós; acto; eficacia; verdad; caligrafía.

   “La ocasión la pintan calva”[1] 

 

Entre el kairós griego y Confucio el chino: la táctica.

 

Para la antigua filosofía griega, el Kairós representa un lapso determinado en el cual algo importante sucede. Literalmente, significa «momento adecuado u oportuno».

En la teología cristiana se lo asocia con el «tiempo de Dios».

Para los sofistas el concepto era fundamental en el sentido de «el momento adecuado para decir algo».

También Aristóteles lo valoró. Para él, el kairós representa «el momento y contexto adecuado en el que la prueba lógica debe entregarse». La prueba lógica era el argumento usado para persuadir en el arte de la política y la ciudadanía y así hacerse un lugar en la administración de la polis. El kairós es ese momento mínimo y también óptimo -entre el “todavía no” y el “ya es tarde”- con el que cuenta el hombre de acción.

En el ambiente empresarial se habla de kairología o kaironomia, como aquel instante fugaz en el que aparece, metafóricamente hablando, una abertura.

La ocasión es fugitiva y no vuelve. El arte de la retórica y sus figuras se revelan inútiles si no son oportunos. Esa oportunidad que uno debe animarse a afrontar requiere de la capacidad de arriesgar la suerte: hay que animarse a enfrentar la Fortuna como se hace con una mujer, dirá Maquiavelo.

Así como los griegos tienen el kairós, los chinos tuvieron a Confucio[2], a quien Mencio[3] “sólo pudo caracterizar con una palabra: el “momento”. De Confucio el Sabio, Mencio nunca dirá más que esto: “es el momento de la sabiduría”. No dará un rasgo definido puesto que él es lo que de él exige cada ocasión. Por esto es un sabio realizado…Oportunista en el momento oportuno”.[4]

Ahora bien, el pensamiento chino –o lo que de él puede entender y explicar el filósofo y sinólogo francés Françoise Jullien[5]- conduce a desplazar la idea de ocasión para colocarla antes. Por ejemplo, en el “pensamiento vegetal de China”, que hace referencia al crecimiento de las plantas, el momento oportuno sería aquel instante inicial que hay que captar como favorable, aquel que hay que acompañar hasta el final, hasta recoger el fruto. Hay que saber identificar la ocasión favorable de manera anticipada, llevarla a su desarrollo y explotarla de una vez cuando ha llegado a su plenitud. Acompañar el crecimiento de la planta sin precipitarse pero también sin dudar, incluso sin emoción, para dar con el resultado cuyo desarrollo se ha favorecido y recogerlo serenamente.

Libre, entonces, del momento y del número, tanto como de la elección de sus intervenciones, la acción del analista toma aquí lo que ella misma ha producido[6].

Pero no siempre una acción tiene valor de acto. Hace falta que esa acción coincida con el momento oportuno, escribe Miquel Bassols en un artículo de 1987 publicado en la Revista Descartes número cuatro[7]. Es necesario distinguir el efecto de verdad  de una interpretación, de su exactitud. Una interpretación que se supone exacta no tiene el efecto correspondiente si se da fuera de tiempo. Del mismo modo, una interpretación inexacta puede tener efectos de verdad.

Una primera consecuencia de esto es que la interpretación no opera como pura y simple administración de un saber, y que la  paradoja de la interpretación inexacta solo encuentra su resolución en la conocida fórmula de Lacan: “llevar un saber al lugar de la verdad”.

La segunda consecuencia, dice en su texto Bassols, se refiere a la importancia del uso del tiempo en la técnica analítica, a la función decisiva del tiempo lógico en la interpretación. Una interpretación, que toma valor por sus efectos, es tal en el momento oportuno. Más aún: la interpretación es el momento oportuno.[8]

Entre atreverse a la ocasión y enfrentarla oportunamente en su abertura, entre el tiempo de Dios o el momento adecuado para decir algo, de un lado, y la anticipación en captar una ocasión favorable y esperar su consecución hasta el final, del otro, el uso del tiempo en la interpretación, la “coincidencia del tiempo y de la acción”, solo tendrá valor de acto en el tiempo de la transferencia.

 

Perder como en la guerra o ganar la transferencia: la estrategia

 

En cuanto al manejo de la transferencia, hay sin duda estrategia. La estrategia es lo contrario del heroísmo, los griegos lo sabían.[9] 

Habitualmente se hace referencia a las culturas orientales como culturas de estrategia. Las enseñanzas del general chino Sun Tzu,[10] cuya obra llegó por primera vez a Europa en el período anterior a la Revolución Francesa por la traducción del sacerdote jesuita J-M. Amiot,[11] hacen hincapié en este aspecto.  El núcleo de la filosofía de Sun Tzu sobre la guerra se apoya en dos principios:

  1. Todo el Arte de la guerra se basa en el engaño.
  2. El supremo Arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar.

De ellos se deducirá que la eficacia china es una eficacia discreta: las victorias efectivas no se ven.

Hay en El arte de la guerra otras afirmaciones y consejos en este sentido, tales como «muchas menos oportunidades de victoria tendrá aquel que no realiza cálculos en absoluto», o «sé rápido como el trueno que retumba antes de que hayas podido taparte los oídos».

Volviendo a la estrategia que la transferencia –como si guerra fuera- precisa, se sabe que los sentimientos del analista solo tienen un lugar posible, el del muerto, y que estará menos seguro de su acción cuanto que en ella está más interesado su ser.[12] Como en una guerra, para conquistar la transferencia hay que estar dispuesto a perder(la).

El 20 de noviembre de 1963, luego de enterarse de su exclusión de la IPA, Lacan habla a su público y concluye su clase así: "Yo intenté enunciar cómo busco, cómo atrapo esta praxis que es el análisis. Su verdad es inestable, decepcionante, escurridiza. ¿No están en condiciones de comprender que eso obedece a que la praxis del análisis debe avanzar hacia una conquista de lo verdadero por la vía del engaño? Porque la transferencia no es en absoluto otra cosa…”.[13]

Una conquista de lo verdadero por la vía del engaño. Un engaño que reducido a su verdad tiene como punto de partida hacer olvidar al paciente que se trata únicamente de palabras (y que esto mismo recuerde el analista).[14]

 

Caligrafía psicoanalítica: la política

 

¿De qué sirven la táctica y la estrategia sin una política? Menos libre en ésta que en aquellas, el analista haría mejor en ubicarse por su carencia de ser que por su ser. [15]

Si la guerra es una continuación de la política por otros medios[16] y un psicoanálisis no es una guerra, ¿Estamos entonces en condiciones de no ser un ejército?[17] Sin duda, aquí se trata de otra cosa…

De la guerra de los narcisismos se puede decir que los rivales en la gloria todavía no han experimentado eso que el zen llama satori: ahí el amor no es propio… tampoco ajeno.[18]

Mehr Licht (más luz), pronuncia Goethe antes de sumergirse con los ojos abiertos en el negro abismo. Con esta frase como resorte de la experiencia analítica, cierra Lacan El mito individual del neurótico.[19]

Se trata de la verdad, de la única, de la verdad sobre los efectos de la verdad.[20] O sea, de su saber. Y del peso o del horror de esta verdad. Para obtener la verdad de un hombre, se haría bien sabiendo cuál es su mujer.[21]

Tanto el exilio Occidental como el viaje a Oriente[22] no pueden ser sino pasajeros. El recurso a los textos y enseñanzas de Oriente, pueden servir para construir una alegoría que permita dar un trazo más a la caligrafía política del psicoanálisis. Pero un psicoanalista no será un maestro zen, al zen lo estudiará “para otra cosa”[23].

Una advertencia se hizo leer en el libro El otro cuerpo del amor: el Oriente de Freud y Lacan de Graciela Musachi:[24]

¡Prudencia, muchacho, prudencia!¡Tiene razón en entusiasmarse […] pero tiene que conservar fría la cabeza que gracias a Dios todavía tiene! ¡No se deje sorprender! Un espíritu claro y rápido como el rayo es uno de los dones más preciados”,

cita Freud a Dostoievski, en una carta al joven poeta Goetz fascinado por el hinduismo. Y sigue:

El Bhagavad-Gita es un poema grandioso, muy profundo pero es, además, un abismo terrorífico […]. ¡¿Qué saben estos soñadores europeos de la profundidad oriental?! Divagan, no saben nada. Y se asombran todavía cuando pierden la cabeza y se vuelven locos, literalmente locos, insensis.”

Si el Oriente de Freud era una India mística entre el horror vacui y la fascinación, el Oriente de Lacan, entre chino y japonés, le da letra para generalizar la función del significante forjando una concepción de la escritura que lo oriente en las coordenadas del goce femenino.[25]

Entre “el psicoanálisis como el mejor asunto a tratar por el psicoanálisis”[26], por un lado, y el intento de trasladar tal cual experiencias alojadas en un discurso a contextos de enunciación distintos (malentendido que podría llevar a lo peor)[27], por otro lado, el recurso a Oriente pudo haber resuelto un impasse a aquel que haya sabido que también de gustos y estilos se aviva el psicoanálisis y que también en eso hay que resultar oportuno.

Notes


 

[1] Dicho muy antiguo, aunque inexacto. Los romanos tenían una diosa llamada Ocasión, a la que pintaban como mujer hermosa, enteramente desnuda, puesta de puntillas sobre una rueda, y con alas en la espalda o en los pies, para indicar que las ocasiones buenas pasan rápidamente. Representaban a esta diosa con la cabeza adornada en torno de la frente con abundante cabellera y enteramente calva por detrás, para expresar la imposibilidad de asir por los pelos a las ocasiones después que han pasado, y la facilidad de asirse a ellas cuando se las espera de frente. Fuente: http://www.fundacionlengua.com/es/ocasion-pintan-calva/art/214

[2] Confucio (Literalmente «Maestro Kong»). Fue un reconocido pensador chino que vivió del 551 al C. a 479 a. C. Su doctrina recibió el nombre de confucianismo. Procedente de una familia noble arruinada, a lo largo de su vida hubo un tiempo en el que ejerció como maestro, y luego como funcionario del pequeño estado de Lu, en el nordeste de China, durante la época de fragmentación del poder bajo la dinastía Chu. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Confucio

[3] Mencio (Lliteralmente "Maestro Meng") vivió del 370 l. C. - 289 a. C. Filósofo chino, el más eminente seguidor del confucianismo. La interpretación que Mencio dio al Confucianismo ha sido generalmente considerada como la versión ortodoxa por los subsiguientes filósofos confucianos, especialmente los neoconfucianos de la dinastía Song. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Mencio

[4] Liliana Goya (2005), El problema de la moral, en e-texts de http://www.descartes.org.ar/etexts-goya.htm [Consulta: 19 de 2013]

[5] Jullien, Françoise. Conferencia sobre la eficacia, Buenos Aires, Katz Editores, 2006.

[6] Lacan, Jacques, “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005, p. 568.

[7] Bassols, Miquel, “El momento oportuno”, en Descartes 4, Buenos Aires, Anáfora Editora, 1988.

[8] ibid.

[9] Jullien, Françoise, op. cit. 

[10] Sun Tzu, El arte de la guerra, La Plata, Terramar, 2006.

[11] Joseph-Marie Amiot fue miembro de la orden jesuita que llegó en misión a China en 1750. Contribuyó para difundir la cultura china en Europa. Su obra constituye un testimonio único de la música y el baile chino de la época. Tradujo el libro El arte de la guerra de Sun Zu. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Joseph-Marie_Amiot

[12] Lacan, Jacques, “La dirección de la cura” op.cit., p. 569.

[13] Lacan, Jacques, De los nombres del Padre, Buenos Aires, Paidós.

[14] Lacan, Jacques, “La dirección de la cura” op.cit., p. 566.

[15] Lacan, Jacques, “La dirección de la cura” op.cit., p. 569.

[16] Sun Tzu, op. cit.

[17] Héctor García de Frutos, “Eros, Ereignis y Wild Bunch”, en Nodvs, El periódico virtual de la Sección Clínica de Barcelona,http://www.scb-icf.net/nodus/contingut/article.php?art=453&rev=57&pub=1

[18] García, Germán, Para otra cosa. El psicoanálisis entre las vanguardias, Buenos Aires, Liber Editores, 2011, p. 192. (frase con la que termina la escritura del libro).

[19] Lacan, Jacques, “El mito individual del neurótico”, en Intervenciones y textos 1, Buenos Aires, Manantial, 2006, p. 59.

[20] Lacan, Jacques, “La dirección de la cura” op.cit., p. 620.

[21] Lacan, Jacques, El seminario Libro 18. De un discurso que no fuera del semblante, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 34.

[22] En referencia al trabajo de Eugenio Trías, “Exilio occidental y viaje a Oriente”.

[23] García, Germán, op. cit.

[24] Musachi, Graciela, El otro cuerpo del amor. El oriente de Freud y Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2010.

[25] Musachi, Graciela, op. cit., p. 81.

[26] Frase de René Magritte, pintor surrealista belga. En García, Germán, op. cit. p. 85.

[27] Musachi, Graciela, op. cit. p. 133.

Carolina Saylancioglu

El analista oportuno

NODVS XL, juliol de 2013

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