"Punto Vivo" del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de Abril de 2013

Reseña de la presentación de Jean-Louis Gault sobre el escrito de Lacan "Posición del inconsciente", en el SCFB de abril de 2013.

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El mito de la pulsión

 

Jean-Louis Gault partió del texto de referencia, el discurso de Aristófanes de El Banquete de Platón, con la cita de la p. 817 del Escrito, para "invitar a Freud a participar en esta cena" porque ya en el inicio de "Tres ensayos de teoría sexual" Freud cita el mito del ser humano como unidad partida en dos mitades, las cuales intentarán encontrarse para realizar la unidad primaria. Freud lo llama "concepción popular", incluyendo las aberraciones sexuales en el mito de esa unidad.

El Uno de la totalidad, de la unidad, nos enseña J.-A. Miller en su curso de 2011 se tratará del Uno que está completamente solo (tout seul) mientras que el de la totalidad, de la unidad aristofánica de dos seres es desmentida en los "Tres ensayos", en tanto función del Uno de la sexualidad. La fórmula posterior de Lacan, "no hay relación sexual", ya se vislumbra en la obra de Freud a partir de lo que es realidad en la vida sexual de los seres humanos no complementarios. Freud cita a Platón en "Más allá del principio del placer" y aquí también: frente a la imposibilidad de dar cuenta de la sexualidad en términos científicos Freud desarrolla una suerte de biología fantástica, introduciendo la función de hacer Uno, en referencia al Eros de Aristófanes, en el nivel del origen de la vida, con las partículas vivientes que se unen para realizar un organismo. Así, la libido freudiana se convierte en Eros, el cual mantiene juntos estos elementos, pero Freud se encuentra con la necesidad de introducir a su lado, basándose en la clínica, la figura de Tánatos, haciendo Uno a través de Eros y Tánatos.

La teoría de las pulsiones no es mera biología sino que pertenece a la biología mitificada, al orientarse por Aristófanes. Por eso Lacan se refiere a los fundamentos de la teoría de la libido de Freud, a través de Aristófanes. Para Lacan se trata de subvertir esta teoría pero este mito fue su inspiración para inventar él también un mito. ¿Cuál es el verdadero complemento perdido? (p. 824) Una de las deducciones del mito de Aristófanes es que dos seres que son aparentemente uno, completud aparente, a cada uno le falta algo, evoca la falta, casi primaria, al inicio de toda vida humana, que responde con: "me falta el otro sexo".

En la teoría analítica, anterior a Lacan, el complemento perdido era la madre, con Melanie Klein por ejemplo, pero Lacan postula un complemento perdido muy curioso porque no es otra persona, la madre, otro sexo, sino que lo llama "complemento anatómico" (p. 824), la parte del niño que éste deja al nacer: las secundinas, membranas biológicas que pertenecían al propio sujeto, a su anatomía, y no se trata de recuperar eso. En el mito de Aristófanes se trata de recuperarlo bajo la forma del otro sexo, aquí se trata de un complemento que se desecha para siempre; Lacan pone en ese lugar de admiración, el huevo primario, las repugnantes membranas, la perforación de estas membranas y que "vuela un fantasma". En cada nacimiento, cuando se rompe el huevo, se realiza la tortilla (homme, hommelette), en lugar del hombre que aparece en el mundo, que pierde ese complemento anatómico, hay un menos (-), pero también hay algo en más (+): la operación de este fantasma, la tortilla que amenaza la vida del hombre, ser sin forma que después llamará laminilla (lamelle-omelette-métathèse) por metatesis -cambio de lugar de los sonidos dentro de la palabra-. Coordinada a lo real, no se engaña nunca, sabe a dónde debe ir. No es una imagen, solamente, es una articulación simbólica de su nueva teoría de la libido.

Lacan responde a sí mismo: antes, su teoría de la libido estaba en relación al registro imaginario, sobre el eje del estadio del espejo. Aquí nos presenta el esquema de la intersección entre alienación y separación, articulando sentido y libido en el proceso temporal, una alternancia sentido-libido que se presenta como una pulsación entre apertura y cierre del inconsciente. Con esta libido así imaginada tenemos un órgano que no pertenece a la forma del cuerpo. No se encuentra en el nivel de la superficie del cuerpo, "ser incorporal" (p. 825). Nosotros no estamos en contacto directo con lo real -"lo real puro"- sino a través del fantasma. La pulsión, a través de la laminilla, siempre gana, cuando se intenta suprimirla se multiplica, en la lucha del sujeto contra las pulsiones.

Mito, más que imagen (p. 826), parte perdida, que no se puede recuperar para el viviente en cuanto sexuado, porque la reproducción sexuada supone una pérdida de vida, ya que un sexo no representa la totalidad de la vida, a un sexo le falta el otro sexo para la vida.

La libido freudiana: el Eros freudiano se presenta como tercero, mediación entre el individuo y su complemento sexual. Fuerza unificante para dar cuenta del hecho de que una mitad está atraída por otra mitad, para cancelar la pérdida que cada una de estas mitades ha sufrido. La libio lacaniana: se presenta como tercero entre el individuo viviente y su complemento anatómico, pero esta laminilla no tiene función de mediación, no encuentra su verdadero lugar, siempre está en un lugar que no debería ocupar. El complemento anatómico es un residuo que desaparece pero que vuelve debajo de este fantasma (phantôme). Persiste bajo la forma de la libido real, presencia de este fantasma que se presenta como un suplemento de este complemento perdido. Algo que viene en más, que se introduce como la masa gelatinosa que puede pasar a través de cualquier espacio para digerir a cualquier ser viviente. No hay posibilidad de educarla ni engañarla y, más adelante, es lo que Lacan desarrollará bajo la forma del goce. En el deseo hay un menos, aquí no. La pulsión se presenta con una cierta articulación del goce pero la laminilla no tiene figura, nada articulado y a ese lugar vienen los objetos perdidos (la mirada, el seno, los excrementos, la voz).

Si en Freud Eros es una positividad, Uno de la unión, para Lacan esta libido tiene en sí la dimensión mortífera y puro instinto de vida, a la vez (p. 827). La vertiente mortífera de la pulsión es su prolongación al límite de la vida, articulación compleja de Lacan para dar cuenta de esta libido freudiana. En la libido lacaniana la vida es una pulsión aparente porque en ella aparece Tánatos. La libido freudiana actúa entre los seres vivientes, la libido lacaniana actúa entre el sujeto y su pérdida. El sujeto de la libido es el Uno solo completamente.

Esta libido no es atracción para el otro sexo o el mismo sexo, vincula al sujeto al objeto perdido, sin representación, no es el partenaire. Serie de objetos perdidos que van a ese lugar y esta libido es la matriz de estos objetos. No es la madre, sino este tipo particular de órgano y cuando se considera esta libido no se puede limitar al cuerpo (p. 827) sino que éste completa al organismo, mientras que el animal se completa con el territorio. En el sujeto la libido es su territorio, en la histeria ese territorio es elástico, según lo que allí entra o no. El falo se presenta como este órgano fuera del cuerpo, pero que pertenece al límite del organismo y el lenguaje también se presenta como órgano fuera del cuerpo. En el mito de Aristófanes, Zeus, que interviene para cortar, es la operación del lenguaje, que hace aparecer este órgano peculiar que es la libido.

En las Jornadas 38 de la ECF en 2009 se apreciaba el surgimiento de un síntoma en un momento totalmente inadecuado, que ponía de manifiesto la vuelta de la laminilla, con su fuerza de evocación. Lacan encuentra la misma dificultad que Freud: la imposibilidad de reducir a cero el síntoma, lo que no es descifrable del inconsciente.

 

Rosalba Zaidel

"Punto Vivo" del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de Abril de 2013

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