"Pegan a un niño" (1919), de Sigmund Freud. 

Referencia presentada en el Seminario del Campo Freudiano. 

  • Publicado en NODVS XLIV, gener de 2015

Resum

El presente artículo propone un breve análisis del texto "Pegan a un niño" de Freud a partir de la relación que estableció Lacan entre deseo y fantasma en "El deseo y su interpretación". Considerando que el fantasma encarnado en la frase "Pegan a un niño" es el más común, Lacan se interroga por el papel del mismo como soporte del deseo.

Paraules clau

Fantasma. Deseo. Fantasía. Padre. Neurosis.

Lacan, en el seminario sobre El deseo y su interpretación, señala que en la medida en que el sujeto es deseo está ante la inminencia de la castración: marcado por la falta de garantía del Otro -que no le permite nombrarse en el nivel del discurso del Otro, es decir, como sujeto del inconsciente- el objeto dará sostén, en el fantasma, a la posición de ese sujeto. En el momento en que como sujeto debe borrarse detrás de un significante, se aferrará al objeto en calidad de objeto de deseo. La función del fantasma es pues dar al deseo del sujeto su nivel de acomodación, sostiene Lacan en su intento por interrogar a través del circuito del grafo la función del deseo inconsciente y cómo se presenta en el sujeto, concluyendo que el deseo está asociado, no a un objeto, "sino siempre esencialmente a un fantasma" (p.28). La implicación del sujeto en el deseo, entonces, siempre hace surgir esta estructura.

En el capítulo VII, "La mediación fálica del deseo", Lacan propone adentrarse el fantasma Pegan a un niño -el más común, dice- para captar por qué el fantasma es el soporte necesario del deseo, partiendo de que la situación del deseo está enlazada a cierta relación del sujeto con el significante. Al remitirnos al texto de Freud, vemos que sitúa la "representación-fantasía Pegan a un niño" en el campo de la neurosis, a partir del tratamiento de seis casos estudiados en profundidad -cuatro mujeres y dos hombres-. Decide basarse en las fantasías confesadas por sus pacientes mujeres, estableciendo una regla general, y aunque no cumplirá su expectativa de lograr un paralelismo íntegro entre las fantasías de niños y niñas, establecerá que en ambos casos la fantasía de paliza deriva de la ligazón incestuosa con el padre.

El texto ubica que estas fantasías se confiesan con vergüenza y culpa, pues se les anudan sentimientos placenteros y regularmente una satisfacción onanista. Las primeras aparecen en el quinto o sexto año, y son convocadas cuando el niño presencia en la escuela cómo el maestro azota a otros niños, o ante lecturas donde aparecen maltratos a niños. Ante el intento de averiguar más acerca de la persona maltratadora o el sexo del azotado, la respuesta esquiva que obtiene Freud es "No sé nada más sobre eso; se pega a un niño", dejando indeterminada la comunicación. En la primera fase de las fantasías su comunicación es tan indeterminable que parece que a las pacientes les fuera indiferente; lo único cierto es que el niño azotado nunca es el fantaseador, sino otro niño (casi siempre un hermano o hermana), y aunque al comienzo no queda clara, se descubrirá que la persona que pega es un adulto (que se volverá más adelante el padre de la niña). Entonces, la fórmula acabada de esta primera fase será "El padre pega al niño", que puede enunciarse como "El padre pega al niño que yo odio"; el contenido y significado es finalmente "El padre no ama a ese otro niño, me ama sólo a mí".

La segunda parte de la fantasía se ha teñido de placer al convertirse en "Yo soy azotado por el padre". Se trata de la fase más importante y grávida en consecuencias, pero no es recordada debido probablemente, dice Freud, a la intensidad de la represión; se trata pues de una construcción del análisis. El deseo incestuoso del niño ha sido reprimido y ha aparecido una conciencia de culpa que provoca la inversión del triunfo anterior: "No, no te ama a ti, pues te pega". Esta conciencia de culpa trasmudaría el sadismo de la primera formulación en masoquismo, pero ese "ser azotado" implica, además del castigo por la referencia genital prohibida, su sustituto regresivo: el erotismo. Se trata para Lacan de la fórmula del masoquismo primordial, que aparece en el momento en que el sujeto roza su realización de sujeto en la dialéctica significante: ha visto al otro ser derribado en su dignidad de pequeño rival, y se percata de que en esa posibilidad de anulación subjetiva reside todo su ser en cuanto que ser existente. Al rozar esa abolición mide la dimensión en la cual subsiste como un ser capaz de anhelar -un ser que puede ser tratado como una cosa, algo que se anula en toda posibilidad anhelante de captarse como autónomo-.

La tercera fase implica que la persona que pega nunca es la del padre, o bien se la deja indeterminada o es investida por un subrogante del padre -un maestro-; ahora el niño fantaseador no aparece, o por insistencia ante las preguntas lo hace bajo la forma "probablemente yo estoy mirando"; en vez de un solo niño azotado casi siempre están presentes muchos, y casi siempre son varones, sin que ninguno resulte familiar;  el azotar puede ser sustituido además por otros castigos, y la fantasía es portadora de una excitación sexual intensa, que procura la satisfacción onanista. Freud opina que esta fantasía parece haberse vuelto de nuevo hacia el sadismo, pero sólo en su forma, puesto que la satisfacción que se gana con ella es masoquista, en tanto los niños a quienes el maestro pega son una sustitución de los pacientes.

Lacan comenta sobre este tercer momento que implica tras una elaboración cierta imagen paterna en el fantasma -soporte al deseo en la masturbación-. El sujeto, nos dice, intenta alcanzar en el fantasma su lugar en lo simbólico, y encuentra aquí su punto de equilibrio -el $-, ya que si ingresa en la dialéctica de la palabra, en algún lado debe formularse como sujeto; en "Se pega a un niño" el sujeto está neutralizado en el “se”, la posición del niño es oscilante, y el afecto de este fantasma sádico recae sobre la imagen fantaseada del partenaire -a minúscula- en la medida en que va a ser golpeado o que no sabe cómo va a serlo. Lacan subraya que este afecto se sitúa en el registro del prever, el estar preparado para, ligado al partenaire. El sujeto, aquí, es idéntico al instrumento (que interviene a menudo como personaje esencial en la estructura imaginaria del deseo); "Lo más paradójico, lo más instructivo para nosotros, es que en suma bajo ese significante (...) el sujeto va a abolirse en la medida en que él se capta en su ser esencial (...) que es su deseo" (p.144).

 

Para Miller, en Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma, el segundo tiempo que nombra Freud es el del fantasma fundamental, que es objeto no de interpretación por parte del analista, sino objeto de construcción, y coincide en señalar que corresponde a la represión originaria. Con ese "No sé más. Se pega a un niño", el "no sé más" corresponde a lo que se escribe S(Ⱥ): una falta de saber en la que se aloja ese resto simbólico resistente que es el axioma fantasmático (la frase, dice, no tiene motivación anterior y es en sí misma un comienzo absoluto, con una significación de verdad). El fantasma corresponde tanto a la manifestación del deseo del Otro como a la manifestación de una falta en el campo del significante; por ello se presenta en la clínica como una resistencia a la intervención del analista. Freud, dice, lo indica al señalar que el analista tiene que admitir que esos fantasmas subsisten mayormente aparte del resto del contenido de una neurosis, y que no encuentran un lugar apropiado en su estructura. La traducción formalizada de esa frase es la vinculación del fantasma con el punto de falta en el Otro como lugar del significante, lo cual queda reflejado en el grafo (se observa en la página 316 del Seminario de Lacan) con la conexión directa entre Ⱥ y la fórmula ($◊a); también el grafo muestra la inmediata implicación que hay entre s(A) -lugar del síntoma- y ($◊a) -lugar del fantasma-, articulando al síntoma como determinado por el fantasma, y a éste como tapón del deseo del Otro. Entonces, si no hay interpretación del fantasma fundamental es precisamente porque el mismo se ubica en esa falta significante. 

Bibliografia

Freud, S. (1997). "Pegan a un niño. Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales (1919)". En Obras completas, Tomo XVII. Buenos Aires: Amorrortu editores.

Lacan, J. (2014). El seminario. Libro VI: El deseo y su interpretación. Buenos Aires: Paidós.

Miller, J-A. (1983). Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma. Buenos Aires: Fundación del Campo Freudiano.

Soledad Bertrán

"Pegan a un niño" (1919), de Sigmund Freud. 

NODVS XLIV, gener de 2015

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