Breve comentario al Apartado I de Función y campo

Texto presentado en el seminario del área de la Tétrada. Curso 2017-2018: La experiencia de lo Real en la cura psicoanalítica. Los paradigmas del goce. Docente: Shula Eldar.

  • Publicado en NODVS LI, març de 2018

Resum

El texto es un breve comentario al Apartado I del texto de Lacan Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis[i], como referencia para contextualizar el primer paradigma del goce establecido por Jacques-Alain Miller: La imaginarización del goce[ii].

Paraules clau

palabra vacía, palabra plena, intersubjetividad, verdad, paradigmas del goce

 

¿Cómo orientarnos para comentar este apartado I de Función y Campo? He tomado algunas palabras clave que orientaron mi lectura para situar unos puntos concretos en el texto de Lacan y que de algún modo creo que él mismo nos condensa y resume en el título de este apartado: "Palabra vacía y palabra plena en la realización psicoanalítica del sujeto".

En primer lugar, Lacan nos propone una distinción entre palabra vacía y palabra plena. Pero cabe matizar primero que las sitúa en unas coordenadas concretas: en las de la experiencia analítica de un sujeto, o en lo que Lacan nos presenta aquí como “realización psicoanalítica del sujeto”, veremos qué quiere decir con este término de realización.  

Otra palabra clave que he tomado para este comentario es intersubjetividad, o mejor dicho, “la comunicación concebida como intersubjetiva y dialéctica”[3]. El término intervalo me parece muy importante a tener en cuenta en este punto sobre todo cuando en este primer momento de su enseñanza, y si tenemos en cuenta la brújula que nos proporciona Jacques-Alain Miller en el primer paradigma del goce, la intersubjetividad es un concepto importante, si bien hay que tener en cuenta que más tarde este término tomará otras declinaciones, otros desplazamientos, hasta llegar a desaparecer. Sin embargo, me parece importante ubicar cómo surge este concepto, cómo lo entiende Lacan y que derivaciones va tomando hasta llegar a desprenderse de el.

El apartado I empieza con un párrafo que ya nos va desvelando lo que va a tratar, dice así: "Ya se de por agente de curación, de formación o de sondeo, el psicoanálisis no tiene sino un medium: la palabra del paciente. La evidencia del hecho no excusa que se la desatienda. Ahora bien, toda palabra llama a una respuesta". Y añadirá: incluso “sino encuentra más que el silencio. Este es el meollo de su función en el análisis” [4].

Lacan está señalando aquí un hecho evidente: lo único que se intercambia en un

análisis son palabras. Sin embargo nos indica que toda palabra, llama a una respuesta. ¿Qué supone decir eso? El término llamado, que podemos pensar como el precedente de la demanda, Lacan lo desarrolla ampliamente en el Seminario I, comentando, por ejemplo, el caso Dick, de Melanie Klein[5]. Apunta a que toda palabra es de algún modo un llamado a la presencia del Otro, se trata en concreto de la instauración del sujeto en lo simbólico, lo podemos ubicar también como la célula elemental del grafo del deseo. Pero vamos a decir que la significación de ese llamado, solo llegará por medio de la respuesta del Otro, será el Otro el que de sentido a ese llamado.

Lacan nos advierte que si el psicoanalista ignora esta función de la palabra, “no experimentará sino más fuerte su llamado”[6]. Cuando uno dirige una palabra, de algún modo está creando al Otro, pues éste está en la estructura de la palabra, no se trata de un otro empírico. Así pues, el psicoanalista, aunque ignore su función de oyente, no por eso dejará de sentir su llamado, es decir, que la estructura misma lo colocará en ese lugar.

Lacan se pregunta a lo largo de todo este texto: ¿qué es ese llamado del sujeto más allá del vacío de su decir? ¿De qué se trata en realidad? Para explicar eso deberíamos articularlo a la noción de verdad, un término complejo en Lacan, pero que es una de las partes importantes de lo que más adelante desarrollará como sus discursos y a la que va a dar un lugar, al que vendrán cuatro términos permutables según el discurso del que se trate. Creo que este término nos daría para comentar, brevemente, algo de lo que he apuntado, creo, es una palabra clave en este apartado: la intersubjetividad. ¿Qué entiende Lacan por intersubjetividad? Como apunté al principio, este es un término que tiene varios desplazamientos en la enseñanza de Lacan. Para resumirlo mucho diría que en este concepto la palabra intervalo es muy importante, pues es donde Lacan, precisamente, ubica la verdad, nos lo dice más adelante en este mismo texto “…advenga lo que advenga en la intersubjetividad intervalar, es que la verdad está allí”[7]. Diríamos que lo que se destaca en la relación de sujeto a sujeto es el intervalo, lo que adviene en “el entre” de las instancias enunciativas, y lo que se localiza allí es la verdad. Desde esta perspectiva la verdad no proviene de la esencia de algo o alguien en sí mismo y por consiguiente será plausible de ser develada, sino que se funda en el intervalo de los dos sujetos participantes. La experiencia analítica –cabe matizar, en este momento de Lacan– se caracterizaría entonces por un modo especial de interlocución que habilita la aparición de tres términos: un sujeto, otro sujeto, y el intervalo en donde se ubica la verdad; ni en “Yo”, ni en “Tú”: entre nosotros. El registro de la verdad se ubica en la fundación de la intersubjetividad. Es decir que tenemos la relación intersubjetiva (al menos dos sujetos), y lo que adviene de esta relación, la “subjetividad misma”, o en términos de Lacan: El Otro.

 

Palabra vacía

Lacan comenta en este texto la tríada: frustración, agresividad, regresión. Va a hablar de la frustración que puede aparecer en el analizante con el “diálogo” con el analista. Lacan se pregunta ¿de dónde procede esa frustración? ¿Del silencio del analista? Dirá que una respuesta aprobadora de la palabra vacía es más frustrante que el silencio. Y se pregunta entonces: ¿no será que esa frustración es inherente al discurso mismo del sujeto? Es en este momento que Lacan hace referencia al estadio del espejo. Es ahí donde Lacan ubica la constitución del “moi”, una de las dos palabras francesas para hablar del yo en cuanto a imagen narcisista. Con este “moi”, de algún modo, lo que hace es responder al deseo del gran Otro, es él quien le da un lugar dentro del mundo, un lugar en su deseo cuando le dice “ese eres tu”. El sujeto empieza a creer que él es esa imagen exterior, se identifica con una imagen externa, se aliena a ella y se comporta como si esa imagen fuese él mismo. Podríamos decir, así, que la frustración –que para Lacan proviene de la palabra vacía– tiene que ver con estar capturado por esta imagen narcisista. De este modo Lacan responde a la pregunta de si esa frustración es inherente al discurso mismo del sujeto. Nos indicará que el Ego, el yo, es frustración en su esencia, y no se trata de una frustración de un deseo del sujeto “sino de un objeto donde su deseo está alienado y que, cuanto más se elabora, tanto más se ahonda para el sujeto la alienación de su goce”[8].

Lacan agrega aquí que aunque el sujeto lograra parecerse hasta la perfección a esta imagen, nunca lograría una satisfacción, pues aun así, aun suponiendo que lo lograra, “seguiría siendo el goce del otro lo que haría reconocer en ella”[9].

Es por eso que, para Lacan, en el análisis no hay una respuesta adecuada al discurso de la palabra vacía. El eje central a tener en cuenta en este punto es algo complejo de entender, pero que es un punto importantísimo para situar la orientación desde el psicoanálisis. Cuando se parte de la suposición que el inconsciente está en otro lugar que en el de la palabra, se empieza a querer, por ejemplo, que el sujeto confiese lo que no dice. La palabra se torna entonces sospechosa. Esta fue, precisamente, la desviación y el camino que tomó la psicología del yo con el análisis de las resistencias. Pero a Lacan le interesa destacar algo bien diferente y es que la palabra se “confiesa” –digámoslo así– en la palabra misma, no hay un más allá de ella, no hay un lugar donde supuestamente iríamos a buscar un contenido verdadero, sino que la verdad está en el discurso mismo. Creo que esto queda bien puntuado por Lacan cuando nos habla de “pasar al verbo el acontecimiento”[10]. Es decir, nos introduce en la idea de que es importante percatarse de la introducción del acontecimiento en una narración, y la narración no debe pensarse únicamente como un medio para realizar un fin que sería expresar una verdad, sino que la narración (hecha de palabras no lo olvidemos) es la que estructura el acontecimiento mismo. 

Es por eso que Lacan insistirá, una y otra vez, en varios momentos de su enseñanza, en criticar la noción de verdad entendida como algo que preexiste, que hubiera que ir a buscar o se desvelara, que se expresará en algún momento: la verdad para Lacan, se crea. Es una tesis fuerte e importante, no es que existiera en el inconsciente un contenido de verdad a ser revelado, no, ahí no hay ninguna significación a recuperar, otra cosa son las formaciones del inconsciente que se pueden descifrar. Pero son cosas distintas.

 

Palabra plena

Es a partir de aquí que Lacan empezará a hablar de la palabra plena que considera el otro extremo de la experiencia analítica. Lo hará para diferenciarla de lo que ha venido ubicando hasta ahora respecto a la palabra vacía, como vemos, ubicada en los derroteros de lo imaginario. 

Lacan hablará entonces de la palabra plena y lo hará a partir de una serie de oposiciones que se resumen en este párrafo: “hallaremos motivo de oponer al análisis del hic et nunc el valor de la anamnesis como índice y como resorte del progreso terapéutico; a la intrasubjetividad obsesiva la intersubjetiviad histérica; al análisis de la resistencia la interpretación simbólica. Aquí comienza la realización de la palabra plena”[11].

A partir de aquí, nos va a hablar de la rememoración histérica del pasado, haciendo referencia a cuando Freud descubre que muchos de los acontecimientos traumáticos que le contaban sus pacientes histéricas, no habían sucedido en la realidad. Lacan lo retoma para decir que de lo que se trata en la anamnesis no es tanto de lo que sucedió en la realidad, sino, de nuevo, de la verdad. Respecto a la histeria hay un párrafo muy interesante que de algún modo nos remite al proton seudos freudiano[12], advirtiendo que la verdad se sostenía en una estructura de ficción, y en el que habla de “la ambigüedad de la revelación histérica del pasado no proviene tanto del titubeo de su contenido entre lo imaginario y lo real, pues se sitúa en lo uno y en lo otro. No es tampoco que sea embustera. Es que nos presenta el nacimiento de la verdad en la palabra, y que por eso tropezamos con la realidad de lo que no es ni verdadero ni falso. Por lo menos esto es lo más turbador de su problema"[13].

En este momento nos ofrece también algún ejemplo de la exigencia de Freud en el caso de El hombre de los lobos donde él se da cuenta también, precisamente, de esto: no se trata de preocuparnos por si lo que cuenta el analizante ocurrió o no en la realidad, sino que se trata de la verdad en la palabra, de la narración entendida en los términos que he intentado ubicar hace un momento. Es decir, podríamos resumirlo en una pregunta: ¿qué de la verdad del deseo del analizante está queriendo hacerse paso en esta rememoración de su pasado?

Siguiendo a Freud, Lacan dirá entonces que en la anamnesis psicoanalítica no se trata de “realidad sino de verdad, porque es el efecto de una palabra plena reordenar las contingencias pasadas dándoles el sentido de las necesidades por venir”[14]. A esto, Lacan lo va a llamar futuro anterior que es el tiempo de la realización subjetiva en el análisis. Encontramos aquí esa “realización” que ya nos anticipaba en el título: “Palabra vacía y palabra plena en la realización del sujeto en el análisis”. Es decir, el sujeto revisa su historia, no para rememorar empíricamente lo que pasó sino lo que habrá sido retroactivamente para lo que está llegando a ser[15]. De algún modo, un análisis lo que hace es reordenar estas contingencias pasadas posibilitando al sujeto un cambio de posición subjetiva con respecto a ellas en relación a un futuro.

De algún modo Lacan nos está diciendo que la palabra plena, no está presente todo el tiempo, y por eso los momentos privilegiados que llamó formaciones del inconsciente –síntomas, sueños, lapsus, chistes– son aquellos en los que la palabra se confiesa sin querer, en los que se dice cuando no piensa decirse. El momento de la palabra plena es, precisamente, aquel en el cual el inconsciente hace su aparición.

Es a partir de aquí que Lacan nos va a introducir en la cesura que supone el inconsciente y nos va a hablar de éste como un capítulo censurado: “El inconsciente es ese capítulo de mi historia que está marcado por un blanco u ocupado por un embuste: es el capítulo censurado. Pero la verdad puede volverse a encontrar; lo más a menudo ya está escrita en otra parte”[16].

¿Dónde? Nos irá enumerando esos lugares en un párrafo precioso[17]: en mi cuerpo; en los recuerdos de mi infancia; en las acepciones del vocabulario que me es particular; a mi carácter; en la tradición; en las leyendas; en definitiva en los rastros; en todo aquello que de algún modo enmarca y rodea este capítulo censurado.

Digamos que, para ir terminando y para resumir, podríamos decir que en este texto Lacan diferencia palabra vacía y palabra plena. El narcisismo es por excelencia aquello que constituye la palabra vacía. ¿Por qué? Porque es el yo el que a menudo, por no decir siempre, el que tiende a obturar los efectos del inconsciente, donde precisamente encontramos la palabra plena.

Notes

[1] Lacan, Jacques. Apartado I: “Palabra vacía y palabra plena en la realización psicoanalítica del sujeto”. Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Escritos 1. Paidós, Buenos Aires, 2002 p. 240-257.

[2] Miller, Jacques-Alain. “La imaginarización del goce”. Los seis paradigmas del goce. Revista Freudiana, 29. p. 15 a 50.

[3] Ibíd, p. 15 a 50. 

[4] Ibíd p. 240-241.

[5] Lacan, Jacques. “Capítulo VIII. ¡El lobo! ¡El lobo!”. Seminario I. Los escritos técnicos de Freud. Paidós, Buenos Aires, 2002. p. 141-167.

[6] Lacan, Jacques. “Palabra vacía y palabra plena…”, op. cit. p. 241.

[7] Ibíd. p. 298.

[8] Ibíd. p. 243.

[9] Ibíd. p. 243.

[10] Ibíd. p. 247.

[11] Ibíd. p. 247.

[12] Freud, Sigmund. “Psicopatología de la histeria”. Proyecto de una psicología para neurólogos. Obras Completas. Volumen XI. Amorrortu.

[13] Lacan, Jacques. “Palabra vacía y palabra plena…”, op. cit. p. 248.

[14] Ibíd. p. 248-249.

[15] Ibíd. p. 248.

[16] Ibíd. p. 251.

[17] Ibíd. p. 251-252.

Marta Berenguer

Breve comentario al Apartado I de Función y campo

NODVS LI, març de 2018

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