La identificación en Freud y el retorno de Lacan

Texto elaborado a partir del trabajo llevado a cabo en el Grupo de Investigación de “El sinthome” de la Sección Clínica de Barcelona en el curso 2016-17

  • Publicado en NODVS LV, juny de 2019

Resum

Se  trata de un recorrido por el concepto de la identificación en Freud extraído fundamentalmente del desarrollo que hace en el texto psicología de las masas, para en un segundo tiempo dar cuenta en un breve desarrollo de la vuelta de Lacan por el concepto de la  identificación realizando su desarrollo a partir de las tres identificaciones freudianas. 

Paraules clau

Identificación, rasgo unario, enamoramiento, ideal del yo, yo ideal, identificación histérica, regresión

 

Identificaciones freudianas

Freud en su texto “Psicología de las masas y análisis del yo” describe la identificación como  “la  más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona. Desempeña un importante papel en la prehistoria del complejo de Edipo. El niño manifiesta un particular interés hacia su padre, querría crecer y ser como él. Digamos simplemente, que toma al padre como su ideal”[1]. Precisa que la identificación en este sentido, pretende conformar al propio yo análogamente al otro tomado como modelo.  Esta es la primera identificación.  

Deduce del síntoma neurótico la segunda de las identificaciones que va a describir, que a su vez toma dos formas. La  primera la de la hija que contrae el mismo síntoma de la madre, expresando así su deseo de sustituirla. El síntoma expresa la inclinación erótica  hacia el padre y realiza la sustitución deseada bajo la influencia de la consciencia de culpabilidad (en el sentido de que el deseo de sustituir a la madre implica sufrir todos sus males). La segunda aquella en que el síntoma copiado es el de la persona previamente amada, la tos de Dora, imitando el síntoma del padre y participando del goce del padre dedicado al sexo oral con la señora K. Esta segunda forma es, dice Freud, una identificación  regresiva dado que la identificación ha ocupado el lugar de la elección de objeto, transformándose ésta por regresión en una identificación. Afirma que en los dos casos la identificación es parcial, limitada a un único rasgo de la persona objeto.

La tercera de las identificaciones que también es descrita  en relación a la formación de síntomas, es el caso en el que se forma el síntoma a partir de un rasgo de una persona con quien no existe  ningún  lazo  amoroso. Es el ejemplo de las chicas del pensionado. Se advierte en la otra persona una analogía en un punto determinado produciéndose de inmediato una identificación. Freud señala que bajo el influjo de la situación patógena se desplaza la identificación hasta el síntoma producido por el yo imitado. La simpatía que se establece con la persona imitada es una consecuencia de la identificación y no al revés.

 

Equivalencia amor identificación

Tras este desarrollo sobre la identificación, Freud pasa al enamoramiento y la hipnosis. Se trata de destacar que en un punto la identificación y el enamoramiento se confunden. En el estado de enamoramiento se produce el fenómeno de la sobreestimación sexual del objeto, Freud señala que se tiende así a la idealización, siendo el objeto tratado como el yo del sujeto. Afirma que en algunas formas de elección se evidencia que el objeto sirve para sustituir un ideal no alcanzado por el yo. Es en este punto en que el objeto pasa a ocupar el lugar del ideal del yo, que la diferencia entre la identificación y el enamoramiento se vuelve borrosa.  Freud  se esfuerza por distinguirlas, dice por un lado que en la identificación el yo se enriquece con el objeto (se lo introyecta) y en el enamoramiento se empobrece dándose al objeto, pero contradice lo anterior afirmando que en el estado amoroso más extremo el yo ha intoyectado  al objeto.  Entonces pareciera que la distinción sería posible afirmando que en la identificación el objeto desaparece y es introyectado, el yo se modifica conforme al objeto perdido, y en el enamoramiento el objeto subsiste dotado de todas sus cualidades. Es en este punto en el que Freud se pregunta si la identificación entonces supone una cesación del revestimiento de objeto y si no se puede hablar de  identificación conservando al objeto. La interrogación queda en este punto abierta. 

Lacan al final de la sesión del 17 de Junio del Seminario XI hace un comentario sobre la identificación. Destaca por un lado que Freud parece asombrarse de que la regresión del amor ocurra en términos de identificación, por el otro el hecho que amor e identificación parezcan a veces equivalentes y por último que narcisismo y sobreestimación del objeto son la misma cosa en el amor. Afirma asimismo que ahí Freud se detuvo. Evoca entonces lo que había desarrollado en el Seminario sobre la Identificación, que la segunda forma de la identificación freudiana le sirvió para conceptualizar el rasgo unario, núcleo del ideal del yo. Señala que el rasgo unario no es extraído del campo primario de la identificación narcisista (la primera) añadiendo como de paso su sorpresa por estar esta identificación encarnada en este modelo del padre, anterior al investimento libidinal de la madre. El rasgo unario dado que el sujeto se aferra a él, está en el campo del deseo por lo tanto necesita del Otro.  “El campo del Otro es lo que determina la función del rasgo unario, en la medida en que por él se inaugura un tiempo mayor de la identificación en la tópica que por entonces desarrollaba Freud, la idealización, el ideal del yo”[2].  El rasgo unario está situado en la segunda identificación freudiana dado que se toma del Otro, convirtiéndose después en el núcleo del ideal del yo, fundamento de la idealización. No se trata de la identificación con el objeto placer, con lo que se refleja del yo como yo  (identificación primaria) sino de una identificación a un significante que a su vez actuará sobre la primera identificación convirtiéndose en núcleo del ideal del yo. “En el entrecruzamiento por el cual el significante unario llega a funcionar aquí en el campo del Lust, es decir, en el campo de la identificación primaria narcisista, está el mecanismo esencial de la incidencia del ideal del yo”[3]. Entrecruzamiento que lo vemos cuando el niño sostenido ante el espejo se aferra a la mirada de quien lo sostiene y es entonces cuando ve aparecer en el espejo no su ideal del yo sino su yo ideal, siendo esta  la  función del ideal del yo, sostener al yo ideal. Lacan pone el ejemplo de la niña que decía que ya era hora de que alguien se ocupase de ella para poder gustarse a sí misma. Resorte de lo que está en juego en el primer tiempo de la transferencia, en la  medida que el analista está situado en el lugar del ideal del yo, el analizante puede sostenerse como yo ideal.

 

Vuelta lacaniana a la identificación freudiana

 Lacan produce una serie ordenada de las identificaciones freudianas. La identificación primaria como la fuente originaria de la relación con el objeto y origen del ideal del yo. La identificación secundaria que surge por transformación de la relación de objeto previa, amor que se transforma en identificación, que por ello se señala como regresiva  y que es a un rasgo de la persona amada. La tercera que se produce a un rasgo también, siendo en este caso el objeto indiferente en cuanto a una relación libidinal previa. En el Seminario 5 se refiere a esta  identificación como identificación histérica, donde para la histérica se trata de fijar su deseo en algún punto, siendo que sólo puede realizar esta fijación a condición de identificarse con un pequeño rasgo no importa cuál, de otro en quien ella puede presentir que existe el mismo problema, el de la pregunta del deseo.

Tal como señala  Laurent en su texto “El reverso de la biopolítica” Lacan invita a seguir un camino distinto del recorrido por la doctrina de la identificación freudiana. En el primer capítulo del seminario 24,  Lacan señala “la identificación es lo que cristaliza en una identidad (…) hay para Freud al menos tres modos de identificación, a saber- una identificación para la cual él reserva,  no se sabe bien porqué, la calificación de amor, es la identificación al padre- una identificación hecha de participación, que él evidencia como la identificación histérica- y luego la que él   fabrica de un rasgo, que yo en otro tiempo traduje como unario”.[4]

La identidad está siempre conformada en una serie de identificaciones en las que el sujeto se reconoce  y a la vez son sede de un profundo desconocimiento, es así que la identidad aparece como un producto de las identificaciones, no existe si no es por las identificaciones que la sostienen.  La identidad aparece como un fenómeno del campo de lo imaginario  siempre asociable a la marca comunitaria.

La identificación participativa implica un partenaire, de donde el síntoma toma su significación. Supone un síntoma previo en el otro, con el que el sujeto se identifica, siendo ese otro el objeto de su amor. A la tercera identificación, la identificación a un rasgo de un otro que no es el objeto amado, Lacan  le da el valor fundamental de rasgo de escritura, destacándose en ella el carácter  indiferente del objeto. Laurent señala que Lacan aísla esta identificación de las otras dos. “Distinguiendo en ella el carácter indiferente del objeto, lo pone en relación con otra indiferencia, la que surge de la experiencia analítica una vez que se han desvanecido la particularidades del objeto fantasmático y se ha alcanzado la singularidad del programa de goce (…) el  objeto se reduce a la repetición del mismo rasgo”[5]. Es decir que hay un sentido que no se va a tomar ya más a partir del Otro. Es aquí donde se clarifica la cuestión de la subversión de Lacan de la perspectiva freudiana respecto de la identificación. Se trata de la identificación no con el síntoma del objeto amado sino con el síntoma de uno que se deriva del hecho de tener un cuerpo, destacándose así la noción de pertenencia; es porque se tiene un cuerpo que se puede tener un síntoma.

Vemos entonces que la identificación freudiana supone un otro que la sostiene a través del cual toma sentido el síntoma, siendo este otro  la condición de la constitución del sujeto, prestándole los significantes que se convierten en identidades que lo conforman. En la vuelta lacaniana se destaca la consistencia de lo que Miller llama la identidad symptomale que es la del Uno del todo solo, de un cuerpo del que no se puede escapar. Es el sentido del “identificarse a su síntoma”, proceso que, tal como señala Mª H. Brousse (2017) se produce en el análisis por extracción y reducción. “Se trata de desprenderse del Otro (…) se trata de extraer de estas experiencias las marcas indelebles que nos han dejado y alcanzar por reducción el modo de goce sintomático del sujeto”.[6]

Notes

[1]  Freud, S. “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921) Amorrortu Editores. Pag. 99

[2] Lacan, J. El Seminario libro 11 “Los cuatro conceptos fundamentales” Ed. Paidós. Pag. 264

[3] Ibid pag. 264

[4] Lacan, J.  Seminario XXIV “L’insu que sait de l’Une-bevue s’aile à mourre” Clase 1, 16 de Noviembre de 1976

[5] Laurent, E. “El reverso de la biopolítica” Laurent, E., Ed. Grama. 2016. Buenos Aires, Argentina

[6] Brousse, M.H., “Las identidades una política, la identificación un proceso y la identidad un síntoma” Texto de orientación  Jornadas ELP  2017

Bibliografia

Freud, S. “Psicología de las masas y análisis del yo” Ed. Amorrortu   

Lacan, J. Seminario 24  Clase 1 “Las identificaciones” Ed, Paidós

Lacan, J. Seminario 5 Clase 24   “Transferencia y sugestión” Ed. Paidós

Lacan, J. Seminario 11 Clase 19  “De la interpretación a la transferencia” Ed. Paidós.

Laurent, E. “El reverso de la biopolítica” Ed. Grama, 2016. Buenos Aires, Argentina

Dolors Arasanz

La identificación en Freud y el retorno de Lacan

NODVS LV, juny de 2019

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