Es una lectura retroactiva la que traigo del aforismo ya que no fue de inmediato que pude atrapar algo del mismo. Fue necesario un trabajo analítico bajo transferencia para poder leer de otra manera el aforismo.

Actualmente, el aforismo La mujer no existe, bien podría ser usado por discursos neosexistas apuntando a un borrado de las mujeres, tal y como ocurría en el Congreso Chileno en mayo de este año, aprobando un proyecto para cambiar la palabra mujer por personas menstruantes, en un intento de controlar el pensamiento, imponiendo en el parlamento “la neolengua progre”¹.

Este aforismo podría ser leído como un apoyo a la ideología queer, cuando justamente es lo contrario. La mujer no existe no significa que el lugar de la mujer no exista, sino que ese lugar permanece esencialmente vacío.

Para Lacan lo que está en cuestión no es el sustantivo mujer sino el artículo definido La que indica universalidad, el para todos. Por tanto, es ya una pista de lectura para leer el aforismo la mujer no existe.

La mujer no existe, hace referencia a lo que no hay, a lo que falta y completaría el conjunto. Se puede decir todos los hombres ya que todos están sometidos a la ley universal fálica pero cuando se trata de la mujer, encontramos un goce Otro, que al estar más allá de la función fálica no se puede decir, ni localizar ni es susceptible de cálculo alguno.

Quiero destacar que yo leía el aforismo, justamente al revés: la mujer existe.

La lectura del aforismo me generaba cierto malestar al inicio, cierta perplejidad. ¿Qué querrá decir Lacan con esto? Su enunciado despertaba y despierta múltiples connotaciones imaginarias, parecía como que, de tanto oírlo y repetirlo, era asumido, pero en realidad, no lo atrapaba, se me escapaba, no lo podía incorporar.

Teóricamente podía leerlo si, podía entender su enunciado, situarlo en la obra de Lacan. Todo esto era acompañado de lecturas teóricas, de un saber referencial, esperando que, alguna de ellas, arrojara el saber leer que anhelaba, sobre la mujer no existe, pero operaba justamente al revés, haciendo existir la mujer.

A partir de un momento del análisis esto se modificó gracias a una interpretación mediante un chiste que tocó la defensa del sujeto. Y paradójicamente, el saber que operaba como defensa ante lo real, como tapón de la castración, cayó. Es a partir de la caída de este saber que impedía la lectura del aforismo, que pude leer la mujer no existe y de seguido los otros aforismos como: el otro no existe, no hay relación sexual, hay lo Uno.

La mujer no existe me permitió encontrar otro saber que no tiene que ver con el saber referencial, sino con el saber que produce la experiencia de lo real en análisis.