La debilidad mental. Desde el psicoanálisis de orientación lacaniana

Texto realizado para la defensa del Diploma de Estudios Avanzados en Barcelona en junio de 2006.

  • Publicado en NODVS XIX, octubre de 2006

Resum

En la presentación de esta investigación, se defiende la hipótesis de una causalidad psíquica para aquello que se denomina hoy en psiquiatría ‘retraso mental’: su causa sería la producción de una holofrasis con S1 y S2. Como resultado, se difumina la barra estructural entre significante y significado. Un recorrido por la historia de la psiquiatría revela que el discurso de la ciencia no consigue aislar una entidad patológica biológica como causa de la idiocia, y desemboca con Binet en que sólo la baja inteligencia de los sujetos que caen bajo la etiqueta. Se trata pues de nomenclaturas, de problemas de lenguaje. El autor sostiene que hay sujeto vacío en la debilidad mental, pero que no opera la articulación del significante con lo vivo del objeto metonímico; la falta significante se anuda así con el sentido común, s(A). O, planteado de otra manera, en la estructura del sujeto falta el falo como símbolo. Otra forma de leerlo es que para el débil no habría ex-sistencia de lo real.

 

Paraules clau

debilidad mental, déficit, idiocia, necedad, retraso intelectual, falla, inteligencia, chiste, ingenio, nombre del padre, Falo, holófrasis, ex-sistencia, rechazo simbólico, rechazo en lo real.

1. INTRODUCCIÓN

La investigación que les presento parte de una preocupación práctica, dado que trabajo como responsable técnico en un Centro comarcal de atención a, voy a utilizar el nombre oficial, discapacitados psíquicos adultos. Desde mi formación analítica y respecto al trabajo que desarrollo, me surgen múltiples cuestiones tanto teóricas como prácticas, cuestiones que requieren, para mi mismo, una respuesta coherente con los principios esclarecidos por la obra de Freud y Lacan sobre la subjetividad.

Observo que la debilidad mental tiende a quedar al margen de las consideraciones subjetivas, se sitúa como límite de la patología psiquiátrica y se ubicarse como déficit neurológico, es decir que, por lo general se elimina cualquier atisbo de causalidad psíquica. Una vez más, Lacan subvierte este orden miope, lo hace en un pasaje de su seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), donde un tanto de pasada, postula una causa psíquica para la debilidad mental. Es, sin duda, la referencia princeps de esta alteración que todos los autores lacanianos tomamos como punto de apoyo, se trata del pasaje muy conocido donde dice: "...cuando el primer par de significantes se solidifica, se holofrasea, obtenemos el modelo de toda una serie de casos"1, entre los casos que enumera está la debilidad mental. Además de la indicación tan precisa sobre el mecanismo significante de la holofrasis, con esta referencia Lacan mete de golpe la debilidad mental en el campo de la causalidad psíquica, es decir introduce la debilidad como efecto del inconsciente estructurado como un lenguaje.

Éste es el punto principal de apertura para abordar la debilidad mental desde el psicoanálisis, abordaje que han realizado varios autores lacanianos con aportes fundamentales para esclarecer la cuestión. Una parte del trabajo de investigación ha consistido en recorrer estos trabajos, nos referimos a la obra de: Maud Mannoni, la de Anny Cordié, la de Pierre Bruno y la de Eric Laurent, principalmente. Un comentario de cada trabajo aparece al final anexado a la memoria de investigación, pero debo decir que sus aportaciones han nutrido significativamente el trabajo.

2. NOCIÓN DE DEBILIDAD MENTAL

El concepto que tenemos sobre la debilidad mental, la significación actual del mismo, no es algo tan natural ni espontáneo como se supone, sino que tiene una historia, ha sido producido por la psiquiatría moderna, así pues como trabajo previo he tratado de localizar las claves de este proceso. Sin pretenderlo me encontré con una gran indefinición, una autentica metonimia significante, donde la falta de sentido se desplaza de un significante a otro: necedad, idiocia, imbecilidad, deficiente, subnormal, retrasado, débil, discapacitado, minusválido, diferente, dependiente, etc. ¿Cómo parar este no-todo de indefinición y establecer un punto de capitonado que permita cierta coherencia? O también: ¿Qué diferencia cabe sostener entre debilidad y retraso mental?, o ¿la idiocia, la imbecilidad, el retrasado, el discapacitado, etc., son equivalentes a la debilidad mental, es solo una cuestión de grado? Compruebo que en la actualidad el término de debilidad ha desaparecido prácticamente de todos los lugares, no existe más. En el DSM no aparece ni como categoría diagnóstica, ni como nombre que designe una alteración o grado de disfunción intelectual, todo este campo semántico está designado por el término de retraso mental.

Para abrir un espacio de investigación ahí, apliqué el algoritmo fundamental de la estructura del lenguaje que Lacan toma de Saussure: significante barra significado. Es decir considerar nuevamente que el significante no es una etiqueta pegada a la cosa, así como que el significando de una palabra, en este caso de "retraso mental", fuera de ser una realidad concreta y natural es una producción de sentido instalada en el plano del significado, es decir que se trata de una significación y no de una realidad sustancial. Con esta herramienta, a modo de palanca, se abrió una perspectiva histórica fascinante en la que se podía investigar la génesis del sentido actual. A la pregunta de qué entendemos por débil mental, se abre un proceso diacrónico de formación del significante. En el proceso histórico lo primero que se observa, es algo evidente, es que ha perdido todo rasgo psíquico que sin embargo sí tenía en la época clásica antes de ser reducido a un déficit neurológico. A propósito de la reducción, sabemos que entre el significante y el significado, se interpone una barrera irreductible, nunca se corresponden los dos planos, no se pueden unir; sin embargo respecto a la debilidad nos encontramos que hay una reducción de la barrera misma, se tiende a borrar la hiancia que separa ambos registros del lenguaje. Esta abolición es una primera manera de captar la holofrasis significante. En la parte de la retrospectiva histórica se trata de investigar, en la medida de lo posible, las claves de la aludida reducción.

3. RETROSPECTIVA HISTÓRICA: LAS PARADOJAS DEL DÉFICIT

La noción de debilidad mental pertenece a la psiquiatría moderna, fue a partir de la aplicación del discurso científico sobre el campo de la locura que con Pinel hacia 1800, se produjo la categoría nosográfica de la "idiocia". No solo la "idiocia", sino todo el campo de la psicopatología se redujo a enfermedades del cerebro, y fue precisamente la obra de Freud que, a contracorriente, reinstaló en la opacidad del organismo la dimensión del sentido como verdad del trastorno psíquico. Pero esta revolución freudiana, no incluyó a la idiocia, quedando así como una enfermedad fuera del sentido y tomada por los procesos de objetivación de la ciencia. Hemos localizado dos operaciones fundamentales:

  1. Una se produce con el paso de la noción clásica de "necedad" al concepto moderno de "idiocia". La concepción clásica de la necedad, no estaba excluida del ámbito de la locura, en cambio con la psiquiatrización la "idiocia" se convierte en una entidad separada, en la excepción de la locura, no se trata de trastorno sino de déficit cerebral. En este pasaje de "necedad" a "idiocia", se produce una significación nueva, se genera una paradoja, que se podría llamar la paradoja psiquiátrica.

    Esta paradoja está muy presente en las observaciones sobre la idiocia que realizan los primeros psiquiatras, por ejemplo en Esquirol y Seguin, el primero de ellos, no los consideraba enfermos, sino que no habían desarrollado las facultades, y cuando trataba de localizar las causas era claramente incoherente; también E. Seguín se quedó perplejo ante el estudio de la idiocia porque no había correspondencia entre lo que observaba y la teoría, finalmente formuló algo enigmático: dijo que no es que les falten facultades, sino ante todo que no quieren desarrollarlas.

    Nos parece que la paradoja psiquiátrica surge por la aplicación del discurso universal de la ciencia, por la formulación del "para todos los trastornos de la razón, hay enfermedad del órgano cerebral"; y la correspondiente excepción "existe un caso donde el trastorno de la razón no es por enfermedad del cerebro". La excepción es la idiocia, es decir no se trata de enfermedad sino de "otra cosa" a esto se le llama déficit. De esta forma el "déficit", en tanto es la excepción a la enfermedad orgánica es algo muy enigmático. En tanto excepción a la relación científica causa - efecto, el déficit es el significante de la "no-relación" entre enfermedad orgánica y la locura, podríamos decir que es el retorno -en lo real- del puro sujeto de la locura. Es el sujeto científico de la locura en tanto el sujeto es el vacío como causa en las determinaciones del ser.

  2. La segunda paradoja se localiza en el paso del concepto de "idiocia" al de "retraso mental", es otro cambio epistémico significativo. Esta transformación la realizó A. Binet un siglo después de la anterior, hacia 1903. Se trata de los efectos de la aplicación de métodos estadísticos y de evaluación. La operación que realiza, de manera genial, es inscribir la excepción que suponía la idiocia para la psiquiatría, en el campo significante emergente entonces de la psico-educación, realiza una operación significante sobre ese real, lo marca y lo pone en relación con otros, es decir lo constituye como: retraso mental. Desde el significante "déficit" que no es dialectizable, lo transforma en una proporción respecto de otros: "retraso". El éxito de esta operación fue fulminante, el concepto de retraso mental se impuso absolutamente. Y tiene una cara y una cruz, la cara es que los antes llamados "idiotas" se incorporan al discurso educativo y esto produce enormes beneficios; la cruz es que aumentan los casos de retraso y se borra la particularidad real de los afectados: se convierten niños eternos.

    De esta operación emerge la paradoja psico-educativa; a la vez que se sustituye el significante de excepción "déficit orgánico" por otro de proporción: "retraso intelectual", a la vez que se hace esta sustitución también hay una transferencia de carga afectiva, desde el campo de la psiquiatría se pasa al campo de la educación. De ahora en adelante el peso del tratamiento pasa de la psiquiatría a ser un tema de educación. Este movimiento transferencial es muy importante, es comparable a la revolución freudiana respecto de los déficit y los problemas de la infancia, para comprenderlo habría que considerar la obra de J.J.Rousseau que plantea el proceso educativo, y no la maduración orgánica, como la formación de la razón humana. La paradoja del débil en la psio-educación cosiste en que los niños afectados de "retraso", a pesar de nutrirlos educativamente, no se desarrollan. El déficit orgánico no equivale a un déficit educativo, no se puede considerar el "retraso mental" como una falta de formación originaria, más bien en el plano del sujeto las cosas son un tanto al revés: la falta subjetiva, la que está interceptada y resulta productiva en la educación, no es originaria sino producida en un segundo tiempo. El déficit propuesto por la psiquiatría, en realidad corresponde a la falta de falta subjetiva, puesto que la falta como tal es producida por el funcionamiento del significante.

4. EL DÉBIL COMO SUJETO DE LENGUAJE

Nos encontramos -aparece en todos los manuales consultados- que el "retraso mental" es una agrupación muy variada de sujetos con el único rasgo en común de un bajo coeficiente intelectual, no pose entidad patológica, y por lo tanto no nos sirve para situar rasgos claros de la debilidad mental. Para orientarnos debemos salir de esta referencia estadística, y situar otro punto de articulación diferente al coeficiente intelectual. Es, exactamente, lo que realiza Lacan al situar la debilidad como un efecto del significante cuando pone como su causa la holofrasis del primer par significante. Estamos por lo tanto ante un fenómeno de la subjetividad, es decir ante uno de los efectos, posibles, de la constitución del sujeto en el campo del lenguaje. Desde este punto lacaniano de sujeción, la cuestión que abordamos cambia radicalmente de registro, ahora se trata de explicar la debilidad mental desde la constitución como ser de lenguaje, es decir desde "la función y campo del lenguaje y la palabra", desde el inconsciente estructurado como un lenguaje. De ello se desprenden dos principios fundamentales:

  1. Que el sujeto de la debilidad no es ninguna entidad psio-biológica, que las dificultades que se puedan localizar no corresponden a la capacitación neurológica, ni formativa, sino a la dialéctica propia del lenguaje, es decir la articulación entre la red simbólica que envuelven la vida del hombre y el deseo que preserva una parte viva e irreductible al significante. A propósito de esta dialéctica Lacan en el texto inaugural de su enseñanza, sitúa tres paradojas: a) Neurosis: deseo reprimido, que retorna en el sujeto. b) Psicosis: renuncia del deseo, donde el delirio objetiva al sujeto en un lenguaje sin dialéctica. c) Objetivación del discurso: el deseo se enajena completamente en las objetivaciones del discurso científico. Ésta, la objetivación, podría ser la paradoja de la debilidad mental, aquella donde el deseo se anularía completamente (ni reprimido, ni forcluido) en la incorporación del sujeto al lenguaje, podría formularse como un proceso de identificación al significante de la demanda pero sin producción de resto.

  2. El objeto que está en juego para el ser de lenguaje, no es la realidad sino el propio significante y sus efectos de sentido (más tarde será el goce). En tanto, como recuerda Lacan del principio hegeliano, el símbolo es la muerte de la cosa, en el campo del lenguaje y la palabra, no se trata de la cosa como tal, sino de la realidad psíquica, del objeto psíquico. Éste es un punto fundamental de la subjetividad, aquello que tiene que comprender, aquello que debe simbolizar, la realidad que conoce o desconoce, a la que se adapta o no, es del orden de las formaciones inconscientes, del resto de la operación simbólica de un Otro particular a cada subjetividad.

5. ¿INTELIGENCIA DE QUÉ?

Inevitablemente, antes o después en la investigación sobre la debilidad mental debemos abordar el tema de la inteligencia y realizar sobre esta capacidad, digamos de la mente, su introducción al campo significante, y establecer aquello que corresponde entender por inteligencia humana propiamente. Para Lacan la inteligencia humana no es la capacidad cognitivo-mental, una potencia neuronal que en cierta manera es compartida con los animales, sino que lo importante es la inteligencia de ¿qué?, es decir qué cosa se trata de comprender, sobre qué objeto se aplica esta potencia de la mente. Lacan en el seminario V: Las formaciones del inconsciente, página 66 expresa esta cuestión con mucha claridad, dice: ... la operación esencial de la inteligencia, consiste en formular el elemento que corresponde al establecimiento de una proposición con una x, ... Quizás -el hombre- se distingue de los animales por su inteligencia, pero en esto la introducción de formulaciones significantes es primordial".2 Lacan está indicando que no es tanto la inteligencia como capacidad, sino las formulaciones significantes, es decir la trama significante y la producción de la falta como "incógnita" (es decir producir el vacío en lo real) propia del ser de lenguaje.

Es el momento de introducir una observación clínica a propósito de la inteligencia, se trata de que en la debilidad la dimensión del Witz no existe, es decir que el sujeto en la debilidad no participa ni como productor ni como receptor de esto que se llama los chistes de ingenio, están claramente fuera de esta dimensión del lenguaje. No se trata de la risa, o de lo cómico donde ellos participan, quizás en exceso, sino del mecanismo significante por el cuál se produce la aparición -inesperada- de un sentido nuevo. La buena pregunta respecto de la debilidad mental no es sobre la inteligencia, sino sobre el ingenio, en concreto sobre la falta del chiste de ingenio, ¿cómo explicar que el sujeto débil no participe de la dimensión de la palabra que se manifiesta en el chiste?

El chiste, no es un fenómeno menor -como los trabajos de Freud y Lacan mismo ponen de manifiesto-, sino que muestra de manera extraordinaria el funcionamiento del "inconsciente estructurado como un lenguaje", y subraya el mecanismo de la metáfora y de la metonimia como los generadores del sentido, de la falta y del objeto psíquico. La metáfora es un mecanismo sustitutivo, creador de sentido, compuesto de cuatro términos que incluye una incógnita, una X. Como ya hemos indicado, y es fundamental, este elemento X sobre el que se construye y opera la metáfora no corresponde a la "realidad" externa, sino que es producido por la función metonímica del lenguaje, nos referimos al objeto. Lacan aborda extensamente esta combinatoria significante en el seminario V: Las formaciones del inconsciente, es el texto que aquí tomo de referencia, y a propósito de la incógnita dice (página 66): "...la posibilidad misma del juego metafórico se basa en la existencia de algo que sustituir. La base es la cadena significante, en cuanto principio de la combinación y el lugar de la metonimia". La producción del "algo que sustituir" es decir el objeto primordial, en este contexto de la enseñanza de Lacan, es el objeto producido por la función metonímica. Por lo tanto, y es una primera propuesta del trabajo de investigación, la falla intelectual así como la ausencia del Witz, indica que el objeto primordial en la debilidad mental está alterado, quizás decir que falta es excesivo, pero su estatuto, quizás mejor su lugar de existencia está trastocado.

Ahora abordamos otra faceta que complementa lo anterior, el Witz no solo es una combinatoria libre de la cadena significante, sino que en la medida que hay una satisfacción pulsional, supone la articulación del significante con la pulsión, los nudos de la significación y el placer, expresión que usa J.A.Miller a propósito de la satisfacción del chiste. Se trata de que en el inconsciente se anuda, y quizás pueda plantearse que en la debilidad no, el significante con lo vivo del sujeto. Con ello damos entrada al estudio de la Demanda, el deseo y el objeto de la pulsión. Solo como un apunte de este extenso tema diremos que para la debilidad mental, en su proceso de constitución subjetiva, parece que se produce una significantización excesiva del sujeto originario sin dejar rastro tras de sí, sin producir el objeto metonímico caído fuera del discurso. Es importante precisar lo que entendemos por "simbolización excesiva", el débil funciona como si toda la realidad originaria pasara al campo del significante, sin producirse un resto de la operación.

No se trata de plantear que en la debilidad no se produce el deseo inconsciente, más bien nos parece que el sujeto barrado, sujeto como pura falta significante, como conjunto vacío, se produce claramente. Del mismo modo nos parece claro que hay significantes reprimidos, es decir habría deseo inconsciente -circuito insistente-, la cuestión propiamente sería que esta falta del orden del significante (verdrägung) no se anuda con "otra cosa" de fuera (unverdrägung) esa "otra cosa" innombrable que en este momento Lacan refiere como el objeto metonímico. La propuesta es que no se anuda el significante reprimido del deseo con el objeto indecible, por la sencilla razón de que no está constituido como tal. La falta significante se anuda con el sentido común establecido en el discurso del Otro: s(A).

6. HIPÓTESIS

Lo que hasta ahora venimos planteando, da pie para arriesgar una hipótesis sobre la debilidad, es la siguiente: En la estructura del sujeto falta el falo como símbolo; sería la ausencia del significante fálico la falla estructural a partir de la cuál se explica el fenómeno clínico. Pero lo particular del débil mental, y que hace la diferencia con la psicosis, es que a la vez que falta el significante fálico, al mismo tiempo en el inconsciente está y funciona el Nombre del Padre. Por lo tanto la hipótesis se formula así: que en la estructura está el Nombre del Padre como significante de la falta del Otro, pero al mismo tiempo no está el significante de la pérdida radical del viviente, no habría marca de lo indecible. Esta hipótesis de trabajo, viene a repetir lo que se decía antes, que en la debilidad mental no se anuda el registro simbólico con el objeto resto, que no hay relación entre la cadena significante y "otra cosa" radicalmente distinta. Esta carencia de relación aparece como la falta de verdad del sujeto débil.

Es una hipótesis arriesgada, porque habitualmente se establece una correspondencia entre Nombre del Padre y el Falo Simbólico, no obstante además de las observaciones clínicas como la "normalidad" del funcionamiento corporal y de la estabilidad del sentido común en que habita el débil mental, hemos encontrado dos referencias teóricas que apoyan este desequilibrio entre Nombre del Padre y Falo.

  1. El Uno del débil. E. Laurent, en su texto sobre la debilidad mental en Estabilizaciones en la psicosis, dice "... debemos considerar cómo funciona el S1 en la debilidad. El débil no debe ser ubicado tan solo como un S1, hay también un S2, y ese dos es precisamente lo que lo diferencia del psicótico".3 Laurent indica que la holófrasis, es decir el S1S2 sin intervalo, funciona como un Uno solo, el Uno del débil tiene la particularidad de tener el S2, es decir que está, a diferencia del psicótico, dentro del discurso. Aún con la presencia del significante S2, que es distinto de la serie de los S1, no alcanza a descompletar la cadena significante. En tanto el S2 es equiparable al Nombre del Padre, la unidad de la cadena, es decir la ausencia del intervalo entre significantes, pone de manifiesto que aún con la presencia y función de este significante NP en el Otro, falta el significante fálico como la presencia de la ausencia, es decir el intervalo.

  2. Un padre en lo real. J.A. Miller, en su curso de orientación lacaniana "Los signos del goce"4 señala que es necesario ampliar la concepción del Nombre del Padre para dar cuenta de su existencia en lo real. En un primer momento el Nombre del Padre no es un significante como los demás, pero no obstante es un elemento que pertenece al Otro, está en el interior del conjunto significante, paralelamente a la pertenencia al conjunto, la producción del falo corresponde a una significación, es decir no se trata, en absoluto del falo como significante, sino como significación. Las cosas cambian -explica J.A.Miller- cuando tratamos al falo no como significación, sino como significante, esto es cuando se escribe como una función: Fhí de x, de donde se desprende un lugar de ex-sistencia del sujeto que Lacan refiere esta vez al Nombre del Padre. Esta vez se trata de un NP exterior al conjunto significante, se trata de Un Padre real. El apoyo que encontramos a la hipótesis formulada es claro, pone de manifiesto que es posible el Nombre del Padre en el registro del Otro y al mismo tiempo faltar el falo como significante, lo que se produce cuando el NP pertenece al simbólico es el falo como significación. Éste sería el caso indicado para la debilidad, es decir aquella situación donde no habría nada exterior que cuente para el sujeto. Mejor dicho, no habría marca de una existencia exterior. Esta referencia de J.A. Miller abre una perspectiva de avance en la investigación respecto a la ex-sistencia del sujeto.

7. LA FUNCIÓN DE EX-SISTENCIA

Quizás la verdadera cuestión acerca de la debilidad mental, desde el psicoanálisis de orientación lacaniana, es por la ex-sistencia en lo real de "algo que rechazar", la investigación apunta a una falla en esto que decimos, un significante en lo real, parece que no haya extracción de goce. La mente sería débil cuando no tiene contacto con la ex-sistencia de lo real.

Plantear así las cosas hace que localicemos la alteración en la función de transferir el goce del significante al exterior del sistema simbólico, nos referimos -no vamos a desarrollarlo - a esto que Lacan en su última enseñanza llama forclusión generalizada. Lo que tratamos de decir es que, nos parece que para el débil no hay goce separado del Otro y, por lo tanto no hay lugar del sujeto en lo real, es una manera de entender la holofrasis del débil, así como su objetivación en el discurso.

A la luz de esta aportación, traemos a colación una diferencia interesante sobre esto que se llama "rechazo simbólico" y el "rechazo en lo real", lo traemos a propósito de la famosa "mentira del débil", del débil se dice que miente respecto de la falta del Otro, que miente como rechazo del saber. A lo largo del trabajo presento varias viñetas clínicas en torno a un caso, a propósito de la mentira del débil resulta interesante el siguiente fragmento: se trata de un joven débil mental que acude a sesiones porque los compañeros se meten con él, no le gusta trabajar y le incomoda esta exigencia, dentro de la relación transferencial el terapeuta, a petición del sujeto, le escribe en un papel los datos de un libro de trenes, como se deteriora por el intenso uso que hace del papel, pide constantemente que se lo vuelva a reproducir. En un momento dado, el terapeuta irritado por la irrupción inoportuna de esta demanda, rompe el papelito, el sujeto de inmediato tiene un acceso de rabia, tira las lentes al suelo, chilla, etc., cuando el terapeuta contrariado, se interesa por él, cambia completamente de estado y se muestra dócil, dice: no pasa nada, no pasa nada, somos amigos.

Está claro que no quiere saber nada de lo sucedido, que se niega a cuestionar al Otro, claramente rechaza la falta del terapeuta y trata de restituir -como si nada hubiera pasado- la completud del Otro. Y dado que el sujeto sabe perfectamente lo que ha pasado, deberíamos decir que el débil miente. Si efectivamente encontramos el "rechazo simbólico" y muy intenso, no se podría decir lo mismo respecto del "rechazo en lo real", no se puede considerar que "algo" externo le cuestione. Por esto el estatuto de la mentira en el débil es la inocencia, no sabe que miente respecto de una ex-sistencia verdadera.

Notes

  1. Lacan, J. Seminario XI: "Los cuatro conceptos fundamentales del psioanálisis" Paidos 1995. p. 245.
  2. Lacan, J. Seminario V: "Las formaciones del inconsciente". Paidos 1999, p. 66
  3. Laurent, E. "Psicosis y debilidad". Estabilizaciones en las psicosis. Manantial. B.Aires. 1989, p. 41.
  4. Miller, J.A. Curso Los signos del goce. Paidos., p. 377.
José Rubio Ferrer

La debilidad mental. Desde el psicoanálisis de orientación lacaniana

NODVS XIX, octubre de 2006

Comparteix

  • Compartir en Twitter
  • Compartir en Facebook