Punto Vivo octubre, noviembre, diciembre 2014 y enero 2015 . Seminario del campo Freudiano. Seminario 6 El deseo y su interpretación. 

  • Publicado en NODVS XLIV, gener de 2015

Paraules clau

Seminario 6, el deseo y su interpretación. 

El deseo y su interpretación

Jacques Lacan

 

Introducción, capítulos I y II

Anna Aromí introdujo este Seminario afirmando que formarse en psicoanálisis es leer a Lacan sin hacerse trampas, aunque no se entienda de entrada, conquistándolo poco a poco. Leer así es una cura contra la premisa de comprender, sobre todo cuando se propone leer el inconsciente. La soledad de cada uno frente a los textos fundamentales, cada uno según su Che vuoi?, en el deseo al cual dejaremos que nos capture cada vez. Comparó este Seminario Teórico a un cartel, que planteó como instrumento de formación, en el que cada uno paga a su manera. Si se acepta, que hay que pagar con libido, sabremos de qué está hecha la transferencia. Lacan decía: "Vengan, todo lo que digan será maravilloso", pero la transferencia no se puede sostener todo el tiempo con ese hombre de paja, sino del deseo de cada uno. Se trata de roer el libro hasta que cada uno encuentre su hueso, que es un hueco. Por eso leer es una actividad de riesgo.

En este Seminario el fantasma es el asidero del que se agarra el sujeto para no desaparecer ante el objeto, por lo que el deseo es su interpretación. "El gran secreto" del psicoanálisis es que no hay Otro del Otro, ni Edipo, ni padre al que encomendarse. El desamparo radical ante el que la angustia es su interpretación señala el error ético y político de no coger los textos originales, que incluyen la dirección de Jacques-Alain Miller. Lacan quiere convencer aquí a su auditorio de que para entender el deseo hay que dejar el objeto. Los relatos de sueños están destinados a pasar de su interpretación a la del deseo porque su concepción es diferente a la de Freud. Por eso captar el grafo como anzuelo sirve para pescar al deseo.

La lectura se redujo así a la escritura de los grafos; tomar a la letra este Seminario, no apuntando al objeto sino al deseo mismo porque para interpretarlo no hay que orientarse por el significado de las palabras, sino los rasgos del discurso, como letras sueltas; y localizar las preguntas del texto y cómo este responde.

Para explicar la construcción del grafo hay que ir al Seminario 5, pp. 524-525, con el esquema de Paul Lemoine, que sitúa cómo se inicia el montaje del grafo, el niño mítico que usamos de soporte, el esquema de flechas con efecto de retroacción, la diferencia entre la comunicación y el acto de hablar porque el malentendido corroe la comunicación. el emisor no es el que manda ya que para hablar ha de entrar en el lenguaje que le preexiste (p. 19) -y esta dependencia fundamental del sujeto con el lenguaje es lo que desespera a los psicólogos-. La estructura del lenguaje no prescribe que significante y significado vayan juntos, porque para obtener una significación se necesitan dos significantes en un efecto de retroacción. Y el mismo efecto es aplicable al análisis. Lo esencial del grafo es explicar cómo el sujeto se engancha con la cadena significante, entrando en el lenguaje que le antecede.

No hay desarrollo aunque haya etapas (p. 21), se trata de la anterioridad lógica de lo que sucede. La "D", demanda, representa la cadena significante, todo lo que podrá ser expresado con la voz se cruzará con la cadena significante por la ley de la sucesión, de la diacronía del lenguaje. Lo que surge en el ello es la eclosión de una necesidad, un impulso no articulado que cuando se encuentra con el código se desvía y se transforma en una intencionalidad de significación. La fuerza vital del querer vivir a partir del encuentro con el código se transforma en un querer decir. El niño de la necesidad tendrá que hablar. La primera identificación, al final de la cadena intencional, la primera parte del esquema, representa el infans del discurso.

El segundo piso del grafo: el niño tiene que hablar, dirigirse al Otro como presencia, sobre un fondo de ausencia, es decir, que haya alternancia. El discurso le impone su forma la sujeto pero se producirá la aprehensión del Otro por parte del sujeto. La omnipotencia que está en juego es la del Otro para el niño, como ilustró el trabajo de Claudia Rivas sobre El diablo enamorado de J. Cazotte. Ese Che vuoi? ocurre cuando el sujeto se encuentra con su deseo como el deseo del Otro, en el momento en que ha tomado la palabra. Cuando la creencia es en el Otro del que le viene la pregunta ¿qué quieres?, ello es terrorífico porque el sujeto aún no ha pasado por el lugar del fantasma y del deseo. Atravesar el deseo del Otro le permite la articulación con el segundo piso del grafo porque más allá de la articulación del lenguaje también hay Otro que desea. El Otro ya no es el lugar del significante solamente, dado que aparecen dos nuevos principios: la metáfora y la mentonimia, cuando el sujeto necesita dar respuesta a ese Otro enigmático que se le aparece.

El Otro es Otro que desea, s(A), significado del Otro. En el intervalo entre los dos pisos están las dos grandes operaciones que sirven para llenar el vacío en el ser del sujeto. Allí se manifiesta el deseo. En el segundo piso, el de la enunciación, se marca que el sujeto pone algo de sí mismo para ser, en el deseo, el falo para el Otro.

La tercera etapa se constituye a partir de la experiencia traumática del deseo del Otro como opacidad. Para el sujeto sin recursos, Hilflosigkeit, en la experiencia especular, está en juego la angustia del cuerpo despedazado. Apoyado en la identificación el sujeto puede responder a la operación que encuentra en el Otro: el sujeto se defiende con su yo. Hamlet lo ilustra al decir: "Yo soy Hamlet, el danés", ante el agujero de la tumba de Ofelia, porque recupera el deseo. Con el fantasma el sujeto localiza su deseo ($ à a). El sujeto está barrado porque es el sujeto de la palabra. El fantasma es el lugar donde se acomoda el sujeto, es la protección del deseo. Por eso el deseo humano está adaptado al fantasma y no al objeto.

En el primer piso: el sujeto sufre la violencia del logos. Surge una intencionalidad aún cuando no hay sujeto, la necesidad se transforma en demanda al pasar por el desfiladero de los significantes, por eso hay cortes necesarios. No hay $ (sujeto barrado) ni al inicio ni en el final, hasta que aparezca entre paréntesis en el segundo piso, cuando ya haya tomado la palabra, en la pulsión y en el fantasma. Del Otro del lenguaje al Otro del deseo.

Lacan insiste en la solidez de la sincronía: el Otro es el lugar del tesoro de la sincronía, que sostiene la organización sistemática de la lengua, en cuyo interior cada elemento tiene un lugar distinto al de los otros (p. 42). El tiempo de hablar asociado al mínimo de satisfacción y la solidez de la sincronía están en la base del corte de la sesión que hacía Lacan. No era sólo para dejar pensando al sujeto sino para separar un significante de los demás y aún así la cadena se mantenía. Las necesidades caóticas del cuerpo despedazado del sujeto se estabilizan en una línea descendente y continua que lo llevan al punto del ideal de la identificación primaria, en un ideal de dominio. Espejo y fantasma son los dos modos de relación de objeto en este Seminario.

En el segundo piso: el sujeto que asume el acto de hablar, de la enunciación, no sólo decir "yo", sino que él puede contarse en lo que dice. No es lo mismo tener que ser, operación simbólica que distingue el ser del tener. El yo de la enunciación debe poder colocarse en un lugar diferente del tener. El niño tiene que aprender a decantarse del Otro. La ética del deseo y del goce reposa en la relación de cada uno con lo que dice. En la relación del sujeto con el significante hay un impasse, la barra, su abolición. En el intervalo se aloja el sujeto porque cuando está el objeto el sujeto desaparece.

Cuando Lacan desvela el lugar del "gran secreto" de la X en el esquema y la sustituye por S(A/). Es cuando se opera un desplazamiento entre las páginas 113 y 142, paso del no saber. "Él no sabía que estaba muerto". En el enunciado "estaba muerto" el sujeto "no sabía". Si el sujeto busca cómo nombrarse encuentra la hiancia, el espacio de la no determinación. Aplastar los dos pisos es no reconocer la distancia entre el yo de los enunciados del sujeto de la enunciación. Es la X del grafo, significante del Otro, que Lacan deja opaco durante un tiempo para marcar que es un significante que no está disponible y a su lugar va a venir a responder el fantasma.

En el poema "Éxtasis" de John Donne (p. 14): cierta poesía cumple con una ley que rige la evocación del deseo, que encuentra al final del Seminario referencia a una mujer, Desirée (p. 573). Cuando se produce el corte de la sesión, de cada palabra surge, no el Che vuoi?, sino algo radicalmente nuevo, que esperamos no sólo de la mujer sino del psicoanálisis mismo.

 

 Octubre de 2014

 

Del deseo en el sueño

 Elvira Guilañá fechó este Seminario entre los Escritos "Función y campo de la palabra y el lenguaje" y "La dirección de la cura", a la vez que señaló las lecturas previas que Lacan recoge de Saussure, Jakobson y Benveniste para seguir el eje de la sustitución y el eje de la combinación, es decir, la metáfora y la metonimia. Destacó los siguientes temas de estos capítulos III, IV y V: El preámbulo del capítulo III, "Sobre los dos principios del acaecer psíquico", el sueño de "la pequeña Anna" y el sueño del "padre muerto".

Se trata de un momento en la enseñanza de Lacan en que sigue de forma minuciosa los textos freudianos. Sobre la pulsión en el lenguaje: se trata de que donde hay goce, hay desplazamiento, lo cual permite la cadena significante, la vez que plantea la diferenciación entre enunciado y enunciación.

El sueño de Anna permite el acceso directo al texto del sueño, donde Lacan dice que hay significantes en estado "floculado"(p.82), representando un campo de objetos discontinuo, fragmentado pero, a la vez, estructurado por lo que para Anna son objetos prohibidos, un común denominador que introduce una unidad basada en la necesidad. Así, existe el campo de los objetos, "de lo real y de su aprehensión por el sujeto humano." Lo real es continuo así que el carácter fragmentado ocurre por efecto de la cadena significante (p.58), es decir, es lo simbólico, el significante lo que fragmenta lo real.

Entre las teorías antiguas de la aprehensión de lo real por el objeto, el asociacionismo. Lacan nos dice que el psicoanálisis es asociacionista por la regla de asociación libre pero luego, con la "teoría del campo" (p.58) animado por el vector del deseo primordial que plantea lo continuo, divide lo real en el campo de los objetos (discontinuo) y el campo del deseo (continuo). Son los objetos los que orientan, siendo puntos de condensación de los campos de fuerza continuos.

Lacan señala (p. 63) la falta de producción teórica sobre los afectos de los teóricos como E. Glover, A. Green, que sin embargo imaginan que gracias al afecto habría un acceso directo al inconsciente. Se basa en la idea de que el afecto toca al cuerpo, que se comprende sin palabras. El problema es que si se reduce el afecto al significante se puede entender que lo que está reprimido son los afectos, a los que se trata de sacar a la luz para interpretarlos.

El objeto no es sólo el de la necesidad (p.99), debe pasar por la demanda, la rejilla del lenguaje,  sufriendo la fragmentación significante; y la demanda depende del deseo del Otro (p.100). En el sueño de Anna,"fresas, flan, papilla", el significante floculado (en copos) remite a la parte superior del grafo, en la línea discontinua (p.84) debido a la discontinuidad del significante; la cadena inferior, continua, está en el nivel de la demanda porque es el lugar donde el sujeto se solidifica por "la solidaridad sincrónica del significante", la unidad de la frase en tanto todo, con función de holofrase.

Anna, al nombrarse en el sueño en lugar de decir "yo", como sujeto de la enunciación, se dice sujeto tras el discurso del Otro, ya que son los otros quienes hablan del sujeto llamándolo por su nombre, siendo así sujeto del enunciado.

En el sueño del "padre muerto" lo que interviene es del orden de la censura (p.87): lo censurado, elidido del texto del sueño es "según su anhelo" (pp. 113-114). Intervienen el borramiento, la negación, que puede operar sobre el enunciado o sobre la enunciación pero no evita las huellas por las que el borramiento mismo se convierte en significante. Así que la ausencia de "según su anhelo" en el texto del sueño significa que había allí otra cosa que el deseo conciente de que el padre dejara de sufrir. En Robinson Crusoe el significante del borramiento es el bastón que Robinson pone sobre la huella borrada de Viernes.

El absurdo, el síntoma, las formaciones del inconsciente bajo la represión, se presentan como contradicciones en los términos porque dicen a la vez algo y su contrario. Discordancia del no expletivo, discordancial, de la enunciación respecto al enunciado, que se sitúa en el nivel del deseo inconsciente porque es discordante respecto a lo que el sujeto querría y de lo que no quiere saber nada. El borramiento más radical es el del significante (p.119) S/, donde el sujeto está representado por un significante para el Otro, porque no está presente y porque se hace objeto del discurso del Otro. Es así que el superyó habla en él, habla de él.     Abolición que evoca la muerte en la que el sujeto no es más que aquel del que no se puede sino hablar o escribir. Sufrimiento del sujeto que sueña que su padre no sabía que estaba muerto (p.107) pero que remite al dolor de existir "cuando el deseo ya no está". El deseo que ya no está ahí es el deseo de un objeto, el deseo del Otro, cuando el sujeto está confrontado al puro dolor de existir siendo el objeto como soporte de su deseo. Frente a la hiancia de un deseo de existir el sujeto construye "una delgada pasarela" (p. 134), un soporte, elige un objeto de deseo, convoca un fantasma, el cual es una defensa contra el deseo puro, continuo.

   Marta Gutiérrez comentó el texto freudiano "Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico", donde está el eje que Lacan también extrae del capítulo VII de "La interpretación de los sueños" y del que J.-A. Miller en su curso Donc. Freud plantea que el aparato psíquico está basado en el modelo del arco reflejo: la necesidad, el estímulo, la excitación, vía aferente del estímulo a la acción y de la necesidad a la satisfacción, la motricidad que pone en movimiento el organismo del individuo. Hay ocasiones en que la excitación no encuentra salida y regresa tópicamente por no encontrar el objeto. La huella mnémica reside en la experiencia de satisfacción. Satisfacción alucinatoria del aparato psíquico que contamina todas las necesidades dejando una huella, algo que queda inscrito de la experiencia directa que vuelve.

J.-A. Miller señala el recurso al fantasma ante la opacidad del Otro, en una gama de posturas, donde el sujeto se borra ante el significante, reducido al silencio.

Noviembre de 2014

 

El objeto del deseo

 Esthela Solano trazó un camino más panorámico para situar los capítulos VI, VII y VIII, retomando el grafo del deseo, que asimiló a un tejido de trabajo de ganchillo con vectores que se entrecruzan y que convoca la lectura de tres Escritos y dos Seminarios.

La construcción del grafo del deseo empieza en el Seminario 5, cuando Lacan quiere demostrar que se ha de abordar el inconsciente freudiano a partir de la función del significante, dando cuenta de las formaciones del inconsciente, estudiadas por Freud como relativas a las leyes del lenguaje, que apuntan a una verdad reprimida, verdad del deseo inconsciente. La orientación que toma en este Seminario es consecuencia de la tesis del Escrito "La instancia de la letra en el inconsciente", donde pone en evidencia las leyes del proceso primario que son accesibles a un proceso de lectura porque responden a las leyes del lenguaje, las cuales formalizan la diferencia entre significante y significado, diacronía y sincronía, siguiendo a F. Saussure, y entre metáfora y metonimia, siguiendo a Jakobson. Instrumentos que forman el armazón del grafo del deseo, que es el que secretamente estructura el Escrito "La dirección de la cura" (1968).

El Seminario 6 comienza como prolongación de la parte quinta de "La dirección de la cura". En "Subversión del sujeto..." (1960): la "célula elemental" de su grafo, siguiendo a Saussure se basa en dos órdenes distintos: significante y significado separados por una barra, resistente a la significación, que indica la disyunción y heterogeneidad. Para el significante lo que cuenta es la diferencia, su registro comporta la gran variedad de sonidos, lo que se escucha; el significado remite a lo que se quiere decir en lo que se escucha y para esto hace falta el código de una lengua. Una frase articula significantes ("S" mayúscula encima de la barra), y el significado (debajo de la bara "s" minúscula) cuya relación no es biunívoca sino que hay un deslizamiento recíproco. El efecto de sentido, aunque provisorio, adviene cuando la frase finaliza. Cada término anticipa la construcción de los que vendrán pero el efecto es retroactivo porque se ha de terminar para que ocurra el efecto de sentido. Dos vectores entrecruzados constituyen la célula elemental del grafo y el lugar de cruzamiento es el "punto de almohadillado". Entre los vectores que representan el algoritmo inicial, significante y significado, se agrega el elemento temporal, vector horizontal diacrónico, el segundo vector, retrógrado, que cruza al primero en dos puntos: (A), el lugar del Otro, tesoro de significantes, y s(A), lugar donde se inscribe el significado del Otro. Lacan los distingue pero también son disimétricos: (A) designa un lugar, dirigimos nuestra frase a un interlocutor con el cual compartimos el tesoro de significantes. El significante del Otro [s(A)], no es un lugar, es un momento, temporal, el mensaje se constituye como significación procedente del Otro, relativo a ese tesoro. Revela al significante como responsable de la producción de los efectos de sentido. Anudamiento de diacronía y sincronía, animación temporal propia de la metáfora y la metonimia.

La metonimia es relativa a la conexión y combinación de un significante con otro significante, que produce un reenvío de la significación. Articulación de la cadena significante, donde la última palabra nunca será dicha. En la escritura de la metonimia Lacan instala la falta en ser de la que se nutre el deseo. La metáfora es sustitución de un significante por otro significante, el cual cae debajo de la barra con el efecto de creación o de poesía. Es un sentido nuevo que franquea la barrera de la significación. El punto de capitón, o de almohadillado, conjuga la vertiente de la metáfora y la metonimia. Desde el lugar del Otro como lugar del código, el sujeto recibe el mensaje que él mismo ha emitido. Hay un poder en el Otro que escucha.

Lacan articula el registro de la cadena significante como registro de la demanda (D) (es mayúscula porque se trata de significante, las minúsculas indican que se trata de significados y registro imaginario). El niño que llora pasa por el registro significante que lo interpreta. Así, la madre, también sometida a la palabra y al deseo, interpreta el llano como demanda de algo, según su deseo; el Otro primordial tiene el poder de hacer pasar las necesidades al registro significante con el puro poder de lo simbólico, potencia de respuesta del Otro que culmina, más allá del mensaje, en el punto I(A), donde I designa un significante. Lacan dice en "Subversión del sujeto...": insignia de la omnipotencia del Otro, implicación primordial del sujeto como rasgo unario que sostiene el ideal del yo en el registro simbólico. Sostiene la identificación imaginaria donde el yo (m) se constituye como consistencia de rivalidad y de prestigio en relación a i(a), en la vía que va de $ a I(A). El grafo del deseo sostiene la identificación imaginaria i(a) por la identificación simbólica I(A) que proviene del Otro. Dos vertientes, lo simbólico y lo imaginario que pueden interferirse recíprocamente.

El significante tiene la propiedad de anularse a sí mismo cuando cae debajo de la barra pero su lugar queda como lugar vacío, donde otro término puede sustituirlo y como efecto de la sustitución aparece un significado. La importancia de la sustitución de un significante por otro, operación que es producto de la función simbólica es convocado por Lacan, siguiendo a Hegel, en la Aufhebung, que comporta anulación, suspensión y elevación. Correlativo de la barra y que está en juego en el grafo, es el falo, con la desaparición del sujeto, evanescencia, correlativo al efecto metonímico del significado, donde se juega la función del deseo evanescente.

La barra es responsable del surgimiento del deseo más allá de la demanda. La madre, como deseante, se presentifica como faltante. El llamado al Otro apela a una respuesta que hace la experiencia del intervalo entre los significantes. Hiancia abordada como relativa al deseo del Otro en la experiencia del deseo ligada a la alteridad del Otro y a  su propio deseo. Apertura de la dimensión del engima, Che vuoi?: tú me hablas pero más allá de lo que  me dices ¿qué quieres de mí? El deseo del Otro como enigma retorna la pregunta al sujeto como pregunta del Otro. Por el mismo funcionamiento retroactivo para la estabilización del significado, le vuelve al sujeto como preveniente del lugar del Otro y constituye su propio deseo como enigmático, ante el cual el fantasma es su defensa.

La Hilflosigkeit freudiana, experiencia de desamparo, capítulo VIII de "Inhibición, síntoma y angustia", es la experiencia traumática ante la cual el sujeto se defiende apelando al registro imaginario en la relación yo (m) con la imagen ideal del semejante. El desamparo aspira al sujeto en un agujero que proviene de su relación primigenia con el deseo del Otro. Recurre a la totalidad de la buena forma, del Uno del espejo. El melancólico cae del lado del objeto porque no hay una defensa narcisista. El uso del fantasma como defensa es también el fantasma que aparece como un mixto que articula la dimensión simbólica, S/, y la dimensión imaginaria (a), que escribe al Otro como imaginario. El fantasma fija el deseo del sujeto y le otorga una posición, siendo homólogo de la relación del yo con la imagen del espejo.

La pulsión en el grafo: el circuito del deseo está en el piso superior. La línea inferior del grafo escribe lo que Lacan llama "la intención de significación", ninguna intención de significación es absoluta, siempre incluye la falta y remite a la pregunta: ¿cuál es tu goce, no solamente tu deseo? Cuando el amor recubre la intención de significación todo es maravilla. La transferencia negativa es un instrumento de lectura inestimable porque nos encierra en una significación homóloga de la imagen especular, esférica. En el segundo piso se articula, además de la significación, el goce, eso que se goza en la palabra más allá de lo que eso significa. Articula la dimensión del inconsciente, de la enunciación. Junta inconsciente y ello, inscribiendo el circuito de la pulsión, es el vector que va del goce hacia la castración porque los objetos de goce son relativos a significaciones en torno a la demanda. Restos gozosos de la relación del sujeto con la demanda. J.-A. Miller afirma que aquí Lacan está significantizando el goce, concibiendo a la castración como una consecuencia de la Aufhebung, la anulación del goce por el significante. Lacan introduce por primera vez el significante de la falta en el Otro, S(A/), escritura que contradice la tesis de Lacan sobre el Otro del lenguaje hasta ese momento. en "De una cuestión preliminar..." hace del Otro del significante el Otro al que no le falta nada. En cambio, con la introducción del agujero en el Otro, el Nombre del Padre será un significante cualquiera y ya no un significante del Otro. Primera destitución del significante Nombre del Padre ($àD) con el sujeto tachado frente a la demanda. El deseo se ubicará en la dimensión del significado de la demanda, vía la construcción del fantasma que incluye el objeto tachado y el objeto imaginario.

Sobre los capítulos VI a VIII y las leyes de la interpretación: interpretamos un sueño en función de los significantes que se articulan en el sueño para atraer lo que está elidido como efecto de verdad, relativo a la cadena significante. En el sueño del "padre muerto" Lacan introduce la importancia del significante pero también la importancia de lo que el sueño toma del fantasma, lo que se realiza por la vía del otro, del semejante: el padre muerto aparece como vivo, hace pasar al padre como significante a una función de otro imaginario. Una tensión narcisista entre el sujeto y el padre alude a una relación con un deseo primitivo de muerte hacia el padre que evoca el dolor del sujeto de ver al padre en el dolor de existir, despojado del deseo de vivir.

Soledad Bertrán comentó el texto freudiano "Pegan a un niño", sobre el goce que para Lacan se articula en la dimensión narcisista. La estructura del síntoma, punto donde converge a la cadena pulsional y lo indecible de una significación fantasmática considera las etapas del fantasma freudiano, que Lacan comentó muchas veces, en este momento es el valor que le da a la anulación subjetiva, abolición. El fantasma se realiza en esa etapa que se deduce en la enunciación relativa a una construcción del análisis, impronunciable, equivalente del significante del Otro que falta, enunciación de goce. Se realiza una anulación porque el sujeto se identifica al instrumento (p. 144). Ese significante es el falo, significante de la abolición. Operación de caída de un significante bajo la barra y su sustitución por otro. En esa abolición el sujeto goza, el ser es casi idéntico a la operación de desaparición. J.-A. Miller en su curso Todos deliran que consagra a "Subversión del sujeto...": ese goce es idéntico a lo que queda del sujeto cuando es sometido a la operación de la anulación significante. El goce como un lugar de nadie, equivalente de la operación de abolición del sujeto por el significante. Operación de anulación igual al circuito de la pulsión, como pasaje de la necesidad a la demanda. Toda experiencia de goce busca el lugar relativo a una anulación, allí donde queda una huella que convoca la primera satisfacción.

 

Diciembre de 2014

 

 

Un sueño analizado por Ella Sharpe

 

            Xavier Esqué señaló que en esta tercera parte del Seminario J. Lacan sobre-interpreta el texto de Ella Sharpe sobre un sueño de un paciente para situar las coordenadas del deseo, si bien califica el trabajo de E.Sharpe de excepcional porque interpreta el sueño línea por línea, “como conviene hacerlo”. Lacan recuerda la tesis freudiana: el fundamento del sueño es su deseo y su relato incluye todos los comentarios, las impresiones, las dudas, las asociaciones que forman parte de los pensamientos latentes del sueño (p. 161).

  Claudia González presentó el texto de E.Sharpe, el cual Lacan daba por sentado que su auditorio conocía porque en esa época la teoría kleiniana estaba en su apogeo. Y es para rebatir esta teoría sobre la función del falo en la interpretación que Lacan toma este sueño, haciendo hincapié en que uno de los apoyaderos de los analistas de la época es el falo tomado como objeto, mientras que para Lacan el falo tiene función significante.

Hay dos fantasmas, el del sueño diurno y el del sueño; en la vigilia, preludio del sueño, el síntoma de la tosecilla. El paciente tiene dificultades neuróticas, fobias de hablar en público y la analista piensa que se detiene ante el éxito por la dificultad de manifestar su potencia y su poder. Como si no quisiera acordarse de que el padre estuvo vivo ni qué lugar debe ocupar el hijo. Cuando el paciente pudo conectar con el padre vivo aparecieron los síntomas. El olvido de que el padre estuvo vivo está reprimido por la versión del padre muerto.

La tos antes de varias sesiones anuncia algo que E.Sharpe comenta que no se debe interpretar porque entonces él se lo guardaría todo. Lacan señala que es la regla técnica de ese tiempo no hacer observaciones sobre el comportamiento físico, cuando en verdad se trata de una representación simbólica en el registro de lo vocal. Cuando el paciente trae la tos y se pregunta por su sentido E.Sharpe relata las asociaciones: antes de entrar en la habitación del hermano cuando este estaba con la novia, en su infancia tenía la fantasía de estar en una habitación en la que no debía estar, el ladrar como un perro para que el que entra crea que hay un perro, recuerda un perro masturbándose en su habitación y dice ”yo no lo detuve”. La vergüenza es el afecto que encontramos en todo fantasma. El sueño después del episodio de la tos es un mensaje: “Si usted está haciendo algo que la divierte pero no le gustaría que se viera es hora de que termine porque voy a entrar yo”. La tos introduce el gran Otro, ocurre sólo porque está en análisis y se interroga sobre sus síntomas. Lo que concierne al Otro pero no al del primer piso del grafo del deseo, sino al Otro que está en el segundo piso, su inconsciente: ¿qué es lo que quiere el que hay en mí? Che vuoi. El significante del Otro es lo que está vedado para el neurótico, el sujeto está lejos de reconocer que el Otro está castrado. El fantasma  mantiene al sujeto a distancia de la castración del Otro.

La clave está en el tercero que se acerca y se las arregla para incomodar a los dos que están juntos. Él mismo está incluido en la pareja de amantes. La identificación del sujeto está en todas partes, afuera con la tos y adentro en la pareja; se adelanta a lo que el otro podría pensar, algo que la analista no tiene en cuenta. El sujeto se imagina dónde no debería estar, significa que su fantasma es que él no está donde está.

Lacan señala que no se trata de comprender al fantasma, en el registro imaginario, sino de analizarlo, no dar sentido al por qué, sino interpretarlo en su estructura significante: si ladra no hay que preguntar por qué sino señalar que él no está allí donde él se hace el perro, puede hacerse pasar por Otro distinto, pasando del dominio de la palabra - la presencia de animales en la construcción del fantasma fundamental, las ratas, los lobos, son clásicos, actualmente en los testimonios de los Analista de la Escuela (AE) la gamba, el rinoceronte. Con el fantasma del perro estamos en el piso inferior del grafo porque la relación al Otro es con el Otro imaginario.

La tos como mensaje nos lleva al piso superior, abre a Otro que ya no habla la misma lengua y que incluye a la analista, con la fantasía del sujeto sobre lo que ella podría estar haciendo. Primer abrochamiento subjetivo: en la línea punteada en el segundo piso del grafo, con la escritura del fantasma y el deseo. Los significantes de la cadena, al igual que la palabra común, pasan por la línea del enunciado, los que hablan la misma lengua que el sujeto. Cuando pasan al segundo piso, por el fantasma y por el deseo en análisis, apunta a lo que el sujeto no puede acceder por sí solo. La restauración de los significantes reprimidos no dicen simplemente el deseo porque éste se escapa. La demanda se articula en los significantes reprimidos para situarse en relación a ella, se presenta como sabiendo lo que se quiere, mientras que el deseo aparece reprimido, escapando a su captura. El deseo circula bajo todo lo que se dice, incluso en el sueño, pero sin poder ser dicho, por eso da lugar a la interpretación. El yo se constituye ante el Otro imaginario, el deseo se sitúa a medio camino de los dos pisos y el fantasma muestra la relación del sujeto con un objeto que tiene un valor electivo.

La tos tiene para E.Sharpe función sexual respecto a la analista: este hombre querría ser tomado por otro, que se masturba, pero dice que puede entrar alguien y él desaparecería en su vergüenza. Lo que se articula es: 1) está el otro que no debería estar, 2) el perro que se masturba y el yo desaparece, 3) ese perro, ideal del yo que puede gozar sin temor ni vergüenza porque no es un ser hablante, el sujeto puede ver lo que desea siempre que quede fuera de la vista del Otro que pueda sancionar, 4) con el ladrido el sujeto se expulsa de la palabra, indica que en su fantasma, ante el Otro él es nadie.

En el sueño, de repetición, ahora la que mira es su mujer. Lacan destaca el uso que el paciente hace de dos fórmulas gramaticales: 1. Uso del complemento circunstancial, 2. Corresponde al uso de una forma verbal. E.Sharpe pone de relieve el carácter significante, la metáfora, de un modo en sintonía con lo que Lacan enseña. El lapsus sobre “masturbar” evidencia lo que está en juego sobre sus propias masturbaciones, sentido de lo que está en juego al restablecer la intransitividad del verbo (p. 221); la masturbación propia y del Otro son uno porque supone una identificación narcisista, masturbar al Otro es equivalente a masturbarse a sí mismo. La interpretación de E.Sharpe se desliza en la vía de un deseo de su paciente ligada a la omnipotencia. Para Lacan ese anhelo de omnipotencia siempre es la del discurso del Otro aunque el sujeto sea el depositario de este anhelo. E.Sharpe hace entrar la masturbación en un conflicto agresivo, registro dual, imaginario, pocos días después el paciente cuenta que se orinó en la cama, luego, que perdió un partido de tenis a pesar de demostrar su superioridad, con la posterior agresión a un compañero. No es que la interpretación no sea verdadera sino que se ve que han intervenido ideas preconcebidas de la analista.

El relato del sueño prosigue: recuerdo de la vagina que sujetaba su dedo y él la veía con algo que colgaba, capucha, labio, escritura china (p. 198). Lacan encuentra el “joke” al que aludía el paciente de E.Sharpe. No se trata de resolver el enigma con lugares de fantasmas comunes, en una suerte de metalenguaje. El elemento imaginario, pliegue de la capucha, que protege pero que produce temor, el sujeto mete el dedo y no el pene. El sueño pone el acento en el voladizo que E.Sharpe dice que es equivalente al pene. Lacan cuestiona esta prisa, introduciendo la idea del prolapso vaginal que pone en escena el fantasma de la mujer fálica. En las asociaciones que le hacen preguntarse si se está haciendo el fanfarrón y que E. Sharpe interpreta como omnipotencia, Lacan dice: “mucho ruido y pocas nueces”: el sujeto se reduce frente a ese objeto “tentacular” que aleja de sí. Esa omnipotencia que está del lado del Otro en el discurso explica la dificultad del sujeto para hacer discursos.

Respecto a la transferencia, para Lacan está en una relación especular y por eso es transferencia imaginaria. Para E. Sharpe el falo es un instrumento agresivo por lo que el sujeto teme la relación del Otro. Para Lacan se nota la extrapolación teórica, en los registros imaginario y simbólico: en un análisis hay que poder leer el caso a partir de una topología de cuatro elementos: el sujeto, el otro, el Otro y el falo. Su mujer que mira la escena no dice gran cosa, en el sueño él se sustrae de su partenaire sexual pero no del todo -“escamoteado”. Desaparición, según la afánisis de Jones, vinculada al complejo de castración que tiene que ver con la desaparición del deseo. Jones plantea que es una simbolización de la pérdida de deseo que sustanciaría el temor a la castración. Lacan piensa en lo que quiere mostrar este sujeto, en su exhibición, con gesto de prestidigitador porque el objeto nunca está donde se lo espera. Él avisa de lo que va a aparecer, nunca está donde se lo espera. ¿Qué es lo escamoteado? El falo. No está en la escena debido a algún accidente estructural, no por voluntad del sujeto. Aparece una compulsión infantil: “las correas” -el “cortar trenzas” descrito por O.Fenichel-, está en juego la castración imaginaria, defensa contra la castración. En vez de adelantar una interpretación contratransferencial – “no piensa en mí” – se trata de seguir preguntando dónde está el falo. Es lo que el paciente debe preservar a toda costa. En el sueño está fuera de juego, representado por su mujer, porque el paciente utiliza incorrectamente el adverbio “con mi mujer alrededor del mundo”.

No se puede ser y tener el falo a la vez. Para el hombre la fórmula es que él no es sin tenerlo, para la mujer, ella es sin tenerlo. El sujeto está interesado en las correas porque está dividido y se da una forma en la imagen del Otro – i(a) – conformando las identificaciones que constituirán su yo. Las tiras que corta (a) en las sandalias de su hermana (i(a)) equivalen al automóvil para él, no lo necesita pero lo quiere, no es necesidad sino libido, ideal del yo, (I), como totalidad, por eso las tiras están en relación con la castración.

En el fantasma diurno, i(a) es la pareja de amantes y el perro, el sujeto es un sujeto aniquilado. En el fantasma del sueño hay una mujer que hace de todo para obtener el pene del paciente pero en relación al sujeto no hay nadie. Si hay un falo, es el de un pene que se masturba. En I tenemos a la analista como falo idealizado y la tos como lo que se cubre porque nada debe cambiar del lado de la dama. Entonces, la omnipotencia no viene del sujeto sino del Otro, por eso no puede litigar, como abogado, porque para ello hay que tocar al Otro, que es la mujer en este caso, y para él no es posible. El Otro debe ser castrado. El sujeto no puede poner en juego su falo porque está en el Otro, en I, del ideal, de la identificación con la madre, como nos enseña la doctrina dice Lacan. El sujeto quiere mantener el falo de la madre, sede de la omnipotencia.

El problema del psicoanálisis: la resistencia no es del sujeto sino de la analista, ella se abstiene de litigar, no molestar suficientemente la defensa de este paciente. No debería permitir la maniobra del paciente para cubrirla. El sujeto tan sólo debe aceptar que está castrado, para él ella no debería ser sin tenerlo, el falo para él deber ser custodiado y E. Sharpe lo posibilita. Lacan afirma que la neurosis implica preservación del falo estancado, no pone en juego la dama, el falo, no puede perderlo para así poder hacer con él. Para revelar la falta en el Otro lo más neurotizante no es el temor a la castración a perder el falo, sino no querer que el Otro sea castrado.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          

Enero de 2015

 

Rosalba Zaidel

Punto Vivo octubre, noviembre, diciembre 2014 y enero 2015 . Seminario del campo Freudiano. Seminario 6 El deseo y su interpretación. 

NODVS XLIV, gener de 2015

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