Puntos vivos de febrero, marzo, abril, mayo y junio del curso 2016-2017. Seminario del Campo Freudiano de Barcelona.

Puntos vivos correspondientes a las sesiones del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona, realizadas en febrero, marzo abrol, mayo y junio del curso 2016-2017 entorno al texto de Jacques Lacan "La dirección de la cura y los principios de su poder". Presentaciones a cargo de Montserrat Puig, Jean-Louise Gault, Hebe Tizio, Gustavo Dessal y Marie-Hélène Brousse.

  • Publicado en NODVS XLIX, juny de 2017

Paraules clau

Dirección de la cura, transferencia, posición del analista, interpretación, negación, deseo del analista

El deseo del analista. La problemática de la acción analítica.

En la sesión de febrero del Seminario del Campo Freudiano, la docente Montserrat Puig trabajó el apartado IV del texto de Lacan “La dirección de la cura…”, de 1958. Es fundamental para su lectura tener en cuenta que Lacan construirá durante ese año el Grafo del deseo. Hasta entonces, había trabajado a partir del Esquema L. Este texto es entonces un texto bisagra entre el Esquema L y el Grafo del deseo. Hasta ese momento, Lacan sostiene que el lugar del analista es el de A (Otro), hacia el cual el sujeto dirige su pregunta. El significante es lo único que permite hacer aparecer al sujeto, por fuera del registro imaginario en el que todas las significaciones son posibles. En “La dirección de la cura…” aparece ya la dimensión del imposible, en la que no todas las significaciones son posibles.

Los analistas postfreudianos a los que se refiere Lacan encontraron verdaderos obstáculos en la práctica. Puig centró su seminario a partir de la pregunta: ¿Desde dónde orientarse para leerlos? Lacan sitúa claramente al analista en el lugar del Otro a la vez que le advierte de los deslizamientos de ejercer ese poder. El poder es doble: por un lado el analista está en el lugar del Otro al que el sujeto dirige su pregunta y, por otro lado, está el poder del oyente, pues es el oyente quien determina el sentido de lo que se dice. Si el analista se identifica con ese Otro, dando la verdad del sujeto, el análisis conducirá irremediablemente a una identificación con el analista.

En la perspectiva del Grafo del deseo, el Esquema L se convierte en el primer piso del grafo. Si a este piso añadimos el efecto de retroacción en la significación, obtenemos el Grafo del deseo. El apartado IV, que desarrolló Montserrat Puig, Lacan introduce el registro del ser. Se trata también del registro de la política, en relación a lo que se dirige a unos fines determinados. Ferenczi fue uno de los que más vinculó la técnica con los fines. Para él, el final de análisis consistía en la introyección del analista. Lacan lo lee como la identificación del analista en el primer piso del Grafo. Pero el ser del analistas, aclaró Puig, está en juego en muchos de los postfreudianos y, en concreto, en el texto La psychanalyse aujourd’hui, publicación para la que Lacan dirige una crítica feroz por tratarse de una degradación del psicoanálisis producto de un juego de Egos.

El ser del analista, para Lacan, mantiene un lugar opaco de su acción, una opacidad que nunca puede esclarecerse del todo pues permanece de algún modo velada para sí mismo. Conviene mejor, dirá Lacan, ubicarse en su falta en ser que en su ser. Esta cuestión quedará problematizada después con la posición del analista como objeto. En el momento de “La dirección de la cura…”, el analista paga no solo con palabras, sino con su persona por estar desprovisto de ella a causa de la transferencia. Ahí, el recurso al ser puede ser para algunos analistas esa pendiente al ejercicio de un poder.

Para el Lacan de esta época, el analista toma el relevo del Otro que el sujeto estableció como lugar de referencia, de demanda. No respondiendo a esta demanda, se abre el segundo piso del Grafo. La referencia de Lacan aquí a Ida Macalpine es en relación a situar el dispositivo analítico como lugar de no respuesta a la demanda. La regresión, entonces, es entendida como la aparición de los significantes a los que se articula esa demanda, ligada a su vez a los objetos primeros de la necesidad. Es porque esos objetos se estructuraron en un momento a la demanda, dijo Puig, que se inscribieron como significantes. Es en el momento de la demanda cuando aparecen las complicaciones para el sujeto en su relación con el Otro. Lo vivido en relación a la demanda pasó pero lo que puede ser elucidado es el deseo que se constituyó en su relación con la demanda, y de la que el sujeto es efecto.

Finalmente, Puig se refirió al Seminario VII, pág. 348, en el que Lacan se pregunta qué es lo que se le pide a un analista. ¿El final del análisis? No, dice, lo que se le pide es la felicidad. Un sujeto conquista en un análisis un saber pero el encuentro más fundamental es el encuentro con un imposible. Ese imposible, en su última enseñanza, es para Lacan la proporción sexual que no existe. Puig recordó que en ese imposible encuentra Lacan, en el Seminario VII,  el núcleo del deseo del analista. Se trata de un deseo del analista advertido, advertido de que no puede desearse lo imposible, es decir la promesa de la satisfacción. La dimensión de lo imposible es siempre un índice de lo real. En cualquier caso, para el Lacan de la “Dirección de la cura…” se trata de lo indecible, de ese indecible que es preciso preservar.

Febrero de 2017

Iván Ruiz

La interpretación del sueño en la dirección de la cura. 

J.L. Gault propone trabajar la diferencia entre la interpretación lacaniana y la de Freud. El análisis de este sueño es la ocasión, dice, de medir en los detalles el trayecto de Freud a Lacan. Se trataría en primer lugar de no tomar el sueño a nivel de la psicología, de la comprensión, sino entrar en la estructura del deseo.

Freud no entra en la estructura del deseo. Considera el deseo como una proposición, como un enunciado, tener un deseo de caviar, tener un deseo de salmón, querer tener un deseo insatisfecho. Freud se sitúa al nivel de la lógica de las proposiciones. Pero no entra en qué quiere decir “tener un deseo”. Con la pregunta ¿qué quiere decir semejante deseo en el ics? entramos en la estructura de la proposición, del enunciado del deseo. Entramos en la lógica predicativa. En el seminario XIX, Lacan intentará dar una escritura a este asunto sexual con la lógica proposicional y la lógica predicativa para establecer sus fórmulas de la sexuación y para concluir que ni con la lógica proposicional ni con la lógica del predicado se puede escribir la relación sexual. Y J.L. Gault indica esta referencia al predicado porque el falo, que Lacan introduce aquí, no está presente en la interpretación de Freud. Lacan va a tratar el falo como un predicado. Algo a lo que el sujeto puede identificarse.

Entramos en la estructura del lenguaje cuando Lacan da esta fórmula: el deseo es la metonimia de la carencia de ser. Eso es la estructura del deseo y eso no lo tenemos en Freud, es una deconstrucción. La palabra “deseo” en Freud no está tocada. No se interroga Freud sobre lo que es un deseo. Aquí estamos al nivel de la psicología, pero entrar en la estructura del deseo y decir: el deseo es la metonimia de la carencia de ser no está al nivel de la comprensión.

En 2º lugar: para Lacan “el deseo del Otro es el secreto de mi deseo”, cuando indica: “El punto que debe retenerse es que ese deseo se articula en un discurso bien astuto”. La introducción de la astucia indica que al nivel del deseo hay que poner la relación con el Otro, para entender lo que es el deseo. El deseo no es algo autístico es algo que se relaciona al Otro. De ahí la astucia. Por ejemplo, la paciente quiere mostrar que Freud no tiene la teoría justa del sueño. Es decir, que siempre al nivel del deseo tenemos esta relación con el deseo del Otro.

3º punto. Si Freud habla de una identificación a la amiga a través de la sustitución del caviar por el salmón, como una metáfora, lo que introduce Lacan como nuevo es la identificación al marido. Freud centra las cosas sobre la identificación histérica. Las cosas transcurren entre mujeres pero Lacan introduce al marido. No a través de una metáfora sino a través de una metonimia. Lacan introduce el salmón como significante amo. Eso es el eje de su interpretación del sueño. Y por eso, a través del salmón, Lacan interpreta el sueño como identificación de la paciente a su marido. Es decir, que el verdadero soñador, no es ella, no es la amiga, es el marido.

4º punto. Para Freud el sueño es finalmente “no puedo dar una comida” Todo falla. Hay un punto muy importante que está presente en Freud que es que hay una ruptura en ese deseo insatisfecho. Hay que distinguir entre deseo y satisfacción, deseo/goce. Lo que Lacan desarrollará cada vez más. Y aquí vemos un primer paso en esta dirección, cuando Lacan hace una diferencia entre deseo y significante del deseo, es decir falo. Y el falo, Lacan lo desarrollará hasta considerarlo como el órgano del goce. Son dos caminos que hay que distinguir. Para Freud, el sueño responde a la amiga. Lacan añade que la paciente responde desde el lugar del marido, es decir, está identificada al marido.

Y un último punto: permanece algo, permanece este resto, este “ein stück”, este “etwas”. Permanece el salmón como resto. El salmón que Lacan interpreta como significante del deseo. Hay la identificación a la amiga, la identificación al marido, pero la última identificación es la identificación a este significante del deseo. Hay una diferencia entre deseo y significante del deseo, lo que él escribe como falo. Y para el sujeto neurótico es más importante mantener el falo aparte de todo el juego que renunciar un poco a su deseo.

Hay toda una construcción de Lacan sobre el deseo como un efecto del lenguaje. Hablar quiere decir: pedir, demandar. Y “su demanda es intransitiva, no supone ningún objeto”. La relación del sujeto con el lenguaje tiene como consecuencia el deseo. El sujeto es atravesado por la palabra. En ese sentido es transitivo. La demanda no tiene un objeto particular pero se dirige siempre al Otro. Luego, hay que interpretar la demanda y la interpretación de la demanda es el deseo. Lo que implica dar su lugar al deseo que sostiene esta demanda.

En La instancia de la letra Lacan expone los efectos de la materialidad de la letra en el ics. La letra es soporte material del discurso concreto. El significante es una realidad material que se encarna, se corporeiza y tiene sus efectos. Lacan escribe: “el síntoma es una metáfora como el deseo es una metonimia”. En esta diferencia entre metáfora y metonimia; síntoma y deseo orientan en dos caminos diversos que son la interpretación freudiana del sueño como metáfora que sigue el camino del síntoma y la interpretación lacaniana que da su valor superior a la interpretación metonímica que abre el camino del deseo. Y por eso, en ese texto del sueño de la bella carnicera, Lacan puede escribir que cuando no se interpreta de una manera justa el sueño; es decir, cuando no se da su lugar al deseo, lo que se produce es una proliferación sintomática.

Qué es una metonimia y cómo Lacan la introduce en el sueño. La operación se realiza a través del caviar. Y dice que el deseo que tiene como estructura la metonimia de la carencia de ser se desliza en el caviar. No es el caviar que se introduce en el deseo, es el deseo que se desliza en el caviar. Escribe la metonimia como una operación de deslizamiento del significante en la cadena. Al nivel del deseo hay la misma estructura de reenvío de una significación a otra, pero al inicio ¿qué tenemos? Tenemos un cero. Una nada de significante y el deseo es la repercusión de esta falta, carencia: cero. Este el primer paso de la interpretación de la metonimia de Lacan: inscribir una falta, una carencia. Después Lacan va a inscribir algo, a partir de esta palabra, Etwas – Stück, finalmente hay algo, hay un resto. En este lugar de la falta hay algo: un objeto a, o aquí, el falo, que permanece al final de las interpretaciones del sueño.

¿Por qué Lacan hace una alusión a la perversión? “La metonimia es, como yo les enseño, ese efecto hecho posible por la circunstancia de que no hay ninguna significación que no remita a otra significación, y donde se produce su más común denominador, a saber la poquedad de sentido que se manifiesta en el fundamento del deseo, y le confiere el acento de perversión que es tentador denunciar en la histeria presente.” Pg. 602, penúltimo párrafo. ¿Por qué perversión? Porque responde a la estructura del fetiche que se presenta él también como un pequeño algo, un pequeño trozo de ropa como metonimia del falo femenino. Pero vemos que este falo femenino indica una falta según la lógica del fetiche. Este objeto caviar, salmón, también funcionan un poco como eso, porque ese caviar, ese salmón colman, son un tapón de esta falta. Este objeto caviar, salmón, tiene algo que ver con la falta: Etwas – Stück, un pequeño trozo. Al final del sueño tenemos un banquete con la paciente acostada, estirada, bajo un velo de color salmón. Es ella el salmón.

La respuesta final de Lacan al sueño es: resta el falo. Claramente, los deseos, todos los deseos resultaron fracasados, pero se mantiene el más importante que es el significante del deseo: el salmón. Se ven las interrogaciones del sujeto alrededor del deseo del marido. La interrogación sobre el deseo del Otro, el hombre, por una mujer flaca que no puede satisfacerlo. Punto en el cual la mujer se identifica con el hombre para preguntarse cómo un hombre como él a quien gustan solamente las redondeces puede amar a una flaca como la amiga y la rebanada de salmón ahumado viene a tomar el lugar del deseo del Otro. El salmón ahumado queda ligado a la amiga flaca. Es ahora que este salmón se introduce en relación al deseo del hombre, como salmón flaco. Lacan dice: un falo un poco flaco, pero… un falo.

Si los psicoanalistas han renunciado a interrogarse sobre los deseos limitándose a la demanda, sucede que el deseo no se escamotea tan fácilmente, no desaparece, el deseo está en el sueño por ser demasiado visible bajo la forma del salmón, porque dice, queda Etwas, algo de salmón, “plantado en plena mitad del escenario sobre la mesa de los ágapes como aquí, bajo el aspecto de un salmón, lindo pescado que basta con presentar bajo una fina tela”. Lacan hace una segunda vuelta para decir: hemos olvidado el salmón. En el sueño no está escondido pero se olvida su presencia. Este salmón que es muy visible como la carta robada, no se ve, se olvida este salmón. Lacan compara la tela que recubre el salmón con el velo de los misterios que en los frescos de Pompeya oculta el falo. Y concluye así Lacan: “Ser el falo, aunque fuese un falo un poco flaco, (porque se asocia a la amiga). ¿No es ésta la identificación última con el significante del deseo?”, pg. 607.

El punto importante es ver que el salmón es aislado por Lacan como significante del deseo y lo más importante para la paciente es esta identificación con el falo que paga con la renuncia a su deseo. Tener un deseo insatisfecho y contentarse con eso se relaciona con una identificación fálica. Y para dar un paso más adelante en la dirección de querer lo que se desea hay que abandonar esta identificación.

Marzo de 2017

Miriam Chang

 

"Hay que tomar el deseo a la letra". Lo que estructura al deseo. 

Lo que organiza este apartado –nos dice H. Tizio– es el S(Ⱥ). Tomar el deseo a la letra implica la interpretación literal. Y la letra está en relación con el S(Ⱥ). Lacan hace la demostración a partir del sueño pues la imagen onírica vale como letra. La escritura da los rieles de acceso al goce pues en el ics se trata de escritura. Así, el análisis del sueño pone en primer plano que hay un punto inanalizable: lo que Freud llama, “el ombligo del sueño”, referencia que presenta R. Tourinho. Con el grafo, Lacan dibuja un binomio: lo que se comunica y lo que no se puede comunicar. Si bien el psicoanálisis implica que el analizante habla al analista hay en juego, permanentemente, organizando lo dicho, lo que no se puede comunicar.

Aquí el deseo, es definido como “la metonimia de la falta en ser”. El deseo entonces aparece en relación a una falta. Aparece en relación al S(Ⱥ) que implica la inexistencia de una metáfora terminal. No hay significación última. Toma el sueño como vía regia al ics, pero al mismo tiempo evidencia la falta de significante que significaría plenamente al ser. Hay condensación y desplazamiento, pero no hay metáfora última. Esto implica efectivamente que no hay un punto de capitón a esa deriva. El sueño desde esta perspectiva se asienta en lo no reconocido: Unerkannte, que hace referencia a la represión primaria.

Interpretar el deseo será indicar la falta, aludir a lo que Lacan llama: el horizonte deshabitado del ser. En el s. VI dirá que el deseo implica una relación de objeto por la vía del fantasma y que el fantasma es la interpretación del deseo. A esa relación diacrónica va a agregar la dimensión sincrónica que es la posibilidad de detención de esa diacronía, que en caso contrario se infinitiza. Privilegia así en este escrito la metonimia del deseo que es diacrónica y la “completará” con la sincronía articulada al fantasma. El fantasma va a operar como tapón. Va a funcionar como una defensa frente al deseo.

En el s. II, [p. 163 y 265-66], Lacan señala que hay un punto que no es aprehensible en el fenómeno. El punto de surgimiento de la relación del sujeto con lo simbólico. “Freud evoca el ombligo del sueño, relación abisal con lo más desconocido, marca de una experiencia privilegiada, excepcional, donde un real es aprehendido más allá de toda mediación imaginaria o simbólica. (…) tales experiencias privilegiadas y, según parece especialmente en el sueño, se caracterizan por la relación que en él se establece con un Otro absoluto, quiero decir, con un Otro más allá de toda intersubjetividad.”

En el s. VI, pg. 119, “Es el punto de convergencia final de todos los significantes”. Y en la pg. 471-72, dice: “Todas las asociaciones convergen hasta desaparecer”, y esto lo pone en relación al deseo. Dice: “es el punto en el que habría una regresión infinita del deseo hacia otro deseo, a merced del deseo del Otro, y ahí se trata de ver qué recursos el sujeto construye porque se trata de la desprotección original.” En la medida que Lacan va avanzando, va teorizando sobre el Otro, va barrando el Otro.

En enero del ’75, se lleva a cabo unas jornadas de trabajo en Estrasburgo, y M. Ritter[1] le pregunta a Lacan sobre el ombligo del sueño. Lacan le responde ubicando el ombligo del sueño como lo no reconocido y en relación a la represión primaria, es decir, ubicado en relación al Ⱥ y ya no en relación al S(Ⱥ). Lo reprimido primordial, dice, se especifica porque no puede ser dicho, por estar en la raíz del lenguaje. Es la idea de Freud. Eso expulsado, si bien está en la base del aparato psíquico no retornará, como retorna en la represión. Es un agujero, dice Lacan, que es el límite de todo análisis y tiene que ver con un real. “Lo que designo como el parlêtre es otra designación del ics, que por haber nacido de un ser que por la vía del deseo o del no deseo, lo sitúa en el lenguaje y lo excluye de su origen.” De eso queda un estigma que aparece en el sueño y es imposible de reconocer. Por eso habla de un Otro absoluto. Término con el que quiere indicar: lo imposible de reconocer. Es también lo que no cesa de no escribirse. “La esencia del nudo, dice, a nivel de lo simbólico, es que eso está anudado como cierre y no como orificio.” Es este punto, la represión primaria para Freud, lo que está en la base del aparato psíquico. Cuando Lacan trabaja el parlêtre y el nudo eso está en la base del nudo como anudado. Y no hay retorno de eso si bien hay efectos. Así, lo que hemos pensado hasta ahora como orificio, en realidad no es un orificio, sino algo anudado y cerrado porque no tiene retorno. Y da una nueva definición del deseo: “Es que del ics resulta que el deseo del hombre es el infierno y que es el único medio para comprender algo. Es por eso que no hay religión que no le haga su lugar. No desear el infierno es una forma de la resistencia.” Con lo cual, efectivamente, se formaliza mejor esta idea de que el deseo, ese deseo que escapa en este texto, ese deseo que está en relación al S(Ⱥ), es finalmente sobre ese deseo que está cerrado el nudo. Con este recorrido Hebe pasa a comentar los puntos 7 al 12, pgs. 605-610, del escrito para ubicar cómo esta línea de fuerza del S(Ⱥ) aparece.

7. Lacan muestra –a diferencia de la teoría de la imitación– que la identificación se hace con el punto de “lo inimitable”, donde se puede leer el S(Ⱥ). Hay una especie de puesta en escena de deseos insatisfechos. El deseo siempre es insatisfecho, de ahí la histeria, como la que desnuda algo de la estructura del deseo. La insatisfacción del deseo, más allá del salmón, del caviar, muestra una cuestión estructural que hace a la definición misma del deseo.

8. Aborda la pregunta histérica ¿qué es ser una mujer? En el s. III, plantea que si el sujeto se reconoce como siendo esto o aquello a partir del significante, no obstante, hay un significante que falta. Entonces, la neurosis, como pregunta, el sujeto como pregunta está en relación a un significante que falta. Para la histérica, la identificación al hombre es una forma de aproximarse a la respuesta que se le escapa. Con esta referencia a la histeria comienza a operar la separación con la posición femenina y es una contribución central para trabajar el Ⱥ porque es a ese lugar al que apunta la histérica.

9. Lo que estructura el deseo es que se trata de una doble falta que se produce por la castración. Hay la carencia del sujeto, del sujeto y del Otro. Y hay la dimensión de un intervalo allí donde hay el llamado a recibir el complemento del Otro. Pero si el Otro está barrado tiene que dar lo que no tiene. Más adelante en el seminario siguiente, el objeto a minúscula hará las veces de ser. Lo que produce la castración es un vacío al que podrá venir x. Lo que Lacan va a formular como el objeto a es la inadecuación de la demanda.

En este cuadro de negatividad, en el sentido de la falta, Lacan pone en juego el tema de las pasiones que él llama “pasiones del ser”. Serían en realidad pasiones de la falta en ser: el amor, el odio y la ignorancia. El amor se dirige a la imagen del Otro, pero también se ama cuando se supone al Otro un saber sobre el sujeto. El odio se dirige al ser que se niega. Y la ignorancia se refiere a lo que se ignora en su petición, en su demanda. Pero que se puede ignorar por un doble motivo. Primero porque se la niega pero también porque hay razones estructurales. Laurent señala que decir pasión es un modo de decir que no hay idea, que no hay representación sin la presencia de un afecto y avanza cuando sostiene: “llamamos pasión a una articulación del ics con lo real del goce”. Es la definición primera de Freud: “todo hecho tiene una representación y una carga afectiva”. Las pasiones del ser se dirigen al Otro en demanda de complemento. Las pasiones del alma o del objeto, de las que habla en Televisión, son del orden de la intimidad consigo mismo: la tristeza, el gay saber, la felicidad, la beatitud, el tedio, el mal humor.

10. El Otro que atiborra obtura la doble falta. Esta primera clínica de la anorexia ejemplifica este momento de la enseñanza de Lacan. Del lado del sujeto, que rechaza la papilla asfixiante del Otro, ilustra la irreductibilidad del deseo a la demanda. El sujeto pondría de manifiesto ese punto aún a riesgo de su muerte. Se puede hablar del rigor del sujeto para sostener el deseo, para mantenerse deseante. Este rechazo es una demanda muda que interpela al Otro ignorante de la castración. Ignorante en un doble sentido porque tapa la barra del lado del sujeto con la papilla y tapándola, tapa la propia, en el sentido de que lo que tiene es lo que podría satisfacer la necesidad. Reduce así la dimensión del deseo a la necesidad. El objeto nada aparece en este momento. Y encarna el valor de lo irreductible del deseo frente a la omnipotencia del Otro materno. Muestra que hay una exigencia de que la madre tenga un deseo más allá del sujeto. La particularidad de este objeto nada es que encarna un objeto puramente simbólico, un significante puro, un significante de la reductibilidad de los objetos del deseo a la necesidad. Es el funcionamiento reivindicativo de ese objeto nada.

11. En la construcción que Lacan está pensando en ese momento, llevado por su propia lógica, lo que va a ubicar aquí es el falo como significante. En esa dimensión, la operación de la castración implicaría que por una parte, hay el falo como el gran Phi, y por otra parte hay el menos phi minúscula. Hay efectivamente el falo simbólico y hay el vacío al cual el objeto irá a ubicarse. De ahí la referencia de Lacan al mito egipcio del falo para siempre perdido de Osiris.

12. El deseo, entonces, se produce más allá de la demanda porque no se la reduce a la necesidad y más acá porque evoca la carencia de ser y hace que el deseo se afirme como condición absoluta. Lo fundamental es que este momento de la enseñanza de Lacan va a repercutir no sólo en esta clínica de la anorexia, va a repercutir en la dirección de la cura, en la interpretación y en el final de análisis. Por eso Lacan habla de la estructura del deseo y de ciertos principios que se derivan de ella. Por ejemplo, la transferencia implica para Lacan en ese momento que el sujeto y el Otro entran en esta dialéctica porque el deseo del hombre es el deseo del Otro. Desde esta perspectiva, no se trataría de un final de análisis por identificación, sino que se trataría de un final de análisis donde habría que asumir la falta. La falta no solamente del lado del sujeto, sino la falta, vamos a decir así, del Ⱥ. Miller dice: “Considera, entonces Lacan, la posibilidad de que el fin del análisis sea la asunción por el sujeto de la nada que él es. Dice, “el non-dupe”, el que no se deja engañar es el sujeto que se satisface con el Ⱥ, con la inconsistencia del Otro.

En este recorrido que Lacan va haciendo, en cada uno de estos puntos, si bien se retoma el trabajo de la interpretación del sueño de la bella carnicera, lo que va apareciendo es que no hay Otro que pueda hacer de garante de esto que se encuentra en juego, no hay garante en relación al goce. Esto permite que Lacan abra en su enseñanza el tema del goce. Y cuando decimos “falta de garantía” hay que relacionarlo con lo que decía al inicio del texto: “Cuando hay una impotencia de sostener verdaderamente la práctica hay un recurso al poder”. Este texto orienta en la diferencia entre poder y autoridad analítica, o lo que es lo mismo “el poder o la verdad”. Lo que de hecho hace a dos formas de ocupar el lugar del agente. Esta frase: “Pretendemos mostrar en qué la impotencia para sostener auténticamente una praxis, se reduce, como es corriente en la historia de los hombres, al ejercicio de un poder” es una orientación permanente, no sólo en la práctica sino que también, permite que la escuela sea escuela y que no se reduzca a la institución.

Abril de 2017

Myriam Chang

El obsesivo y el asesinato del deseo

¿Soy homosexual? ¿Soy loco?

¿A quién habla Lacan en este escrito? Esta fue la pregunta inicial de Gustavo Dessal en el Seminario que dictó a propósito del capítulo V de la “Dirección de la cura y los principios de su poder”. Encontramos una paradoja en el texto: Está el actuar/no actuar del analista pero también el reconocimiento de la acción propia en la dirección de la cura. No hay sin embargo ejercicio de un poder porque el poder no está en la persona del analista sino en el poder de la palabra. En cuanto a la demanda, es ésta la que hace pasar la necesidad por los desfiladeros del significante. En cuanto al deseo, es en sí mismo -en este texto- una condición absoluta. Es la pervivencia del viviente la que depende de que el deseo sobreviva. En cuanto al falo, es definido en este texto como lo imposible de ser restituido al cuerpo imaginario.

Es clara para Lacan la dificultad, imposibilidad de hecho, de desear sin destruir al otro o a su deseo. Este es el problema mayor para el obsesivo. Y es en la transferencia analítica como esto aparece en ocasiones en forma de agresividad imaginaria. Un ejemplo es el caso al que alude Lacan en esta parte del texto: el paciente que le pide que valide su impotencia como una homosexualidad inconsciente. Esta es, dice Lacan, su coartada para disfrazar las dificultades de ese sujeto obsesivo con su deseo.

Sobre el punto 14, Dessal destacó la importancia de preservar el deseo en la transferencia para mantener la falta y no alienarse a los objetos. De la misma manera que la demanda genital no cura la neurosis, tampoco lo hacen las otras demandas (anal, oral…). La palabra vehicula estos objetos pero como tal, la palabra tiene siempre su origen en el lugar del Otro, y es en ese lugar que se constituye el sujeto. Esta es la razón por la cual la experiencia de hablar en un análisis hace presente siempre esta alteridad del sujeto con su propia palabra. Y en relación a la transferencia, dado que hablar es siempre una demanda de amor, esa demanda dirigida al analista es siempre una demanda de nada.

El sujeto, aunque haya terminado su análisis, no se vuelve propietario del deseo. No se llega a decir el deseo sino que se accede a sostenerlo en la falta. En relación al fantasma, sí un análisis puede llevar a un sujeto a salir del cautiverio fantasmático y ponerse al servicio de la acción. El punto de confluencia entre la transferencia y la sugestión es la demanda de amor, que no tiene que ver con las necesidades primeras. Freud no renunció nunca a considerar que la sugestión está de algún modo presente en la transferencia. El yo es sugestionable pero el inconsciente no, porque el goce tampoco lo es. Dessal diferenció 2 modos de identificación surgidos en el análisis y que pueden presentarse como obstáculo en el final de un análisis: el sujeto hace del analista el objeto de amor o bien un objeto de identificación. En cualquiera de los dos casos, la dirección de la cura deberá apuntar a la transferencia con el propio inconsciente para permitir al sujeto la separación del analista y la extracción del objeto que éste fue para el analizante.

Mayo de 2017

Iván Ruiz

El hombre de deseo

Marié-H Brousse inició su presentación situando el estilo del Lacan en los Escritos, “a nivel de la escritura, Lacan hace como Picasso, cambia de estilo”, ubicamos su escritura a nivel de la retórica clásica,  como “un letrado vivo”.

La última parte de este Escrito, hace un elogio de Freud, tanto al psicoanalista como al hombre, en su vertiente de investigador y de epistémico.

En el punto 17, Lacan toma como punto de capitón el término de identificación y al mismo tiempo lo que no tiene que ser el analista. Es un ataque al psicoanálisis postfreudiano centrado en el yo y una crítica a lo que se considera la identificación y uso del yo a partir de Freud.  Lacan en este momento busca su propia teoría del Yo, por tanto el análisis que hace en este texto es clave para esta construcción.

Lacan inicia su teoría sobre el yo a partir de la etología y la teoría de la forma, todo ello conforma su idea de lo Imaginario, identificándolo a una imagen, una imaginarización de algo natural sin incluir los pensamientos. Aún dando un lugar y peso importante al registro imaginario, Lacan no dispone aún de la categoría de lo Real, por tanto esta articulación entre I y R no la retomará  hasta su última enseñanza. La dimensión del registro imaginario la aplica aquí de forma drástica al modelo de la identificación.

Para los postfreudianos, el final del análisis tiene que ver con la identificación a un rasgo del analista, el analizante está curado cuando alcanza la misma visión de la realidad que el analista. Entramos entonces en la serie de los analista por la vía fantasmática, en el “hacerse  como”, hacerse objeto de goce del otro, encarnando el objeto de goce del fantasma. El analista, de alguna forma, continuaría analizándose a partir de su propia práctica, poniendo la interpretación del lado del analizante. Tanto Lacan, como más tarde Miller, hacen del control un punto central de la práctica. Se trata finalmente de evitar que el analista encarne ese objeto de goce.

M.-H. Brousse toma el último párrafo de este punto: “Así es como aquel para quien el problema del deseo se reduce al levantamiento del velo del miedo, deja envueltos en ese sudario a todos los que ha conducido” (pág. 620).  Señala los significantes deseo/miedo, miedo del sujeto que apunta a una estrategia de defensa del yo. Sudario que señala a los analistas postfreudianos que llevan a sus analizantes hacia su mortificación, mortificación del deseo y obediencia a la realidad. Transformando el miedo a la castración (K) en el principio de realidad, Lacan acaba con este mito en torno a la K ubicando al falo como significante. En definitiva, para los postfredianos el Yo se propone como un objeto, objeto-analista en tanto que Yo.

En el punto 18, Lacan señala lo que tiene que ser el analista, da unos principios y procedimientos en una lista precisa introducida por Lacan  con el significante: “Observemos”.

En primer lugar, la palabra y sus poderes. No hay palabra sin cuerpo, lugar donde se articula lenguaje y cuerpo. El poder no está del lado del analista, sino de la palabra. En el segundo punto, la regla fundamental, dirigiendo al sujeto hacia la palabra plena. Tercero, la libertad, teniendo en cuenta la particular relación que Lacan tenía con la libertad y lo complicado que es la libertad de hablar. Los dos puntos siguientes, la Demanda y el deseo. Y el último, el más novedoso, la incompatibilidad del deseo con la palabra. No hay forma de atrapar el deseo por la palabra, el deseo no puede decirse, sólo podemos acercarnos de forma alusiva. La alusión sería el modo de presencia del deseo en la palabra.

En la última parte, punto 19, Lacan toma el deseo articulado a la letra. La letra  que hace resonar el equívoco, en francés, entre carta y letra como un juego de palabras, la letra de la que Lacan enfatiza su poder en el inconsciente. Vemos en la enseñanza de Lacan ese empuje que va del significante a las letra.

Para finalizar, M.-H. Brousse resalta el elogio que Lacan hace de Freud en la última  página del texto, con un estilo de discurso al modo de Marco Antonio elogiando a Cesar.

Freud el hombre de deseo, el que inscribe esa Spaltung del yo, un Yo desgarrado sin unidad. El Yo siempre estará escindido, dividido entre la realidad y el goce. El nombre del deseo es la perdida de goce, formula simplificada de la K, sólo por el hecho de hablar hay ya una perdida. Lacan romperá con la idea de que la K tiene que ver con la diferencia sexual, tiene que ver con la inadecuación del lenguaje con el deseo, la incompatibilidad del deseo con la palabra, del goce con la lengua.

Pilar Foz Rocafull

Junio 2017

Iván Ruiz, Myriam Chang, Pilar Foz Rocafull

Puntos vivos de febrero, marzo, abril, mayo y junio del curso 2016-2017. Seminario del Campo Freudiano de Barcelona.

NODVS XLIX, juny de 2017

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