"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de febrero de 2011

Reseña de la presentación de Gustavo Dessal de los capítulos XII y XIII del Seminario 3 de Jacques Lacan, Las Psicosis, en el SCFB de febrero de 2011

  • Publicado en NODVS XXXIV, juliol de 2011

Una pregunta encarnada: ¿Quién, de qué, a quién?

Gustavo Dessal mostró que en los capítulos XII y XIII se puede apreciar cómo Lacan en este Seminario ya insinúa las mutaciones que introducirá en adelante así como su estrategia de abordaje, la cual responde al deseo de encontrar una aproximación científica al psicoanálisis, retomando la obra freudiana desde una lectura sostenida en una lógica. Así el esquema L anuncia los tres registros y a la vez muestra qué delgada es la línea que separa la subjetividad normal de la psicosis.

En la línea imaginaria se estructura el yo, mediante la anticipación unificante de la imagen, ante la vivencia del cuerpo fragmentado. Dicha línea se vuelve entrecortada, después de la intersección con la línea que representa al Otro, porque interviene la represión primaria. Así el sujeto se encuentra alienado y a la vez separado de ese Otro a partir del cual se constituye. Represión primaria y relación especular entran en consonancia con la unidad imaginaria entre significante y significado. El sujeto aparece como el que no sabe ni de qué habla, ni a quién habla, ni quién habla en él.

Lacan plantea que mantenerse en la línea del Otro supone no entrar en los espejismos de la relación imaginaria, lo cual contrariaba la orientación de los pioneros de su época (como H. Raker) para quienes, ya que el yo era ineliminable de la situación analítica, se debía poner al servicio de la tarea: las reacciones del analista eran tomadas como respuestas a las intenciones del sujeto en su transferencia. Para Lacan nunca se está lo suficientemente analizado como para poder ocupar el lugar “del muerto” para la reverberación imaginaria, es decir, se trata de establecer el destino de la transferencia, su lugar en la práctica y vaciarse de esos efectos contratransferenciales que se producen en la cura. Además, le reconoce su lugar en la promoción que él mismo hará del “deseo del analista”, en la antípoda de la contratransferencia.

La forclusión del Nombre del Padre, que es el punto de llegada de este Seminario, halla aquí una vía de acceso por lo que caracteriza a la psicosis: la exclusión del gran Otro. Consiste en imaginar que las líneas que representan a lo simbólico y lo imaginario se cierran una sobre otra reduciéndose a la línea a-a’ y, aunque no desaparecen, la relación entre los cuatro polos convierte al registro en real. El “ruido paranoico” consiste en que no hay manera de distinguir real, simbólico e imaginario.

Otra consecuencia es la anticipación de la diferencia posterior entre lo simbólico y el lenguaje, el lenguaje y la lalengua: muestra que puede haber un Otro de la palabra que no responde al orden simbólico, es Otro real, invasor, que habla a cielo abierto y parasita al sujeto descomponiendo la estabilidad imaginaria. Cuando ésta se reconstituye a partir de la alucinación imaginaria es un sujeto que sabe de qué habla, a quién y quién habla.

La teoría de los afectos de A. Green así como la insistencia en lo preverbal de F. Dolto forman parte para Lacan del registro a-a’, mundo de la polifonía fantasmática donde todos los sonidos son posibles, infinitos e indemostrables. Frente a la confusión entre la noción de inconsciente y las significaciones arcaicas de la evolución de la libido, Lacan sintetiza tomando la preeminencia de los fenómenos de lenguaje sobre lo preverbal por medio del signo –remite a un objeto que se convierte en significado, válido en el campo animal-, de la huella –introduce el campo de lo humano que puede remitirse a un objeto ausente-, y del significante –cuando el campo de lo humano ingresa en el concepto de inconsciente, donde un significante sólo remite a otro significante-. En ningún otro terreno de lo viviente el objeto es tan variable y disponible y, sin embargo, el sujeto está gobernado por una fijeza, en la lógica de su vida, que sin ser instintiva recuerda a dicha noción.

Lacan le da al yo la función de desconocimiento para formular de forma inconsciente la pregunta que caracteriza al neurótico: ser una pregunta encarnada con su conducta, sus fantasmas, su conciencia. En contrapunto a lo que ocurre en la psicosis donde obtiene una respuesta antes de poder formular la pregunta.

El caso Dora muestra que el yo puede estar totalmente desplazado respecto al sujeto: aquí es el Sr. K. Introduce la peculiaridad de la estructura edípica: el sexo de la mujer no se puede simbolizar como tal. La teoría de la castración deriva de que las ideas de muerte, de la negación y del genital femenino no tienen representación inconsciente. El Edipo sirve para acentuar que el sujeto es un animal que solo puede existir en un medio ficcional como un velo de lo real, y así es como el delirio psicótico metaforiza de forma peculiar para reinstalarse en una ficción que reconstruya el mundo. La reproducción no es del orden de la necesidad sino del deseo en el ser humano y sólo a partir del símbolo el sujeto encuentra su lugar. La referencia a un caso de neurosis traumática de M.J.Eisler es un paso más hacia la forclusión del Nombre del Padre en la psicosis, mediante un desplazamiento del acento sobre la función paterna y la pregunta del sujeto: ¿Cómo puedo yo justificar mi existencia? ¿Qué soy en el deseo del Otro?

Rosalba Zaidel

"Punto vivo" del seminario del Campo Freudiano de Barcelona de febrero de 2011

NODVS XXXIV, juliol de 2011

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