"Punto Vivo" del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de febrero de 2012

Reseña de la presentación de Jean Louis Gault de los capítulos XII, XIII y XIV del Seminario 16 de Jacques Lacan, De un Otro al otro, en el SCFB de febrero de 2012.

  • Publicado en NODVS XXXVI, març de 2012

Jean-Louis Gault introdujo las lecciones XII, XIII y XIV en base a los seis paradigmas del goce que conceptualiza J.-A.Miller, situando este Seminario como un desarrollo del Seminario 7, en relación al goce imposible de alcanzar del tercer paradigma: el goce, protegido por la barrera del bien, lo bello y lo bueno, que sólo se alcanzaba por la transgresión. En la lección XII J.Lacan retoma esta concepción, buscando otro paradigma del goce, más allá del cuarto paradigma del Seminario 11, con la concepción del objeto a y la fragmentación pulsional.

         El “acontecimiento Freud” al que Miller da estatuto de traumatismo, en tanto no fue posible integrarlo en los discursos y para el que Lacan inventa un alojamiento, mediante el discurso analítico que acoja dicho traumatismo Freud, se enfrenta en la actualidad a la ciencia que intenta reducir a cero este trauma sin conseguirlo.

         En los capítulos XII y XIII se pregunta por la articulación de sexualidad y goce, por un lado, y sobre qué tipo de saber podemos sacar de la experiencia analítica en relación al goce, por el otro, formulando relaciones entre saber y verdad que preparan las de la estructura de los cuatro discursos del Seminario 17. Aquello que despierta al padre en el sueño “¡Padre! ¿No ves que estoy ardiendo?” no es la realidad sino lo que falla en el deseo, las palabras que faltan para decirlo. ¿Qué podemos saber de la verdad cuando hay una palabra que siempre falta para decir el goce? Lacan postula el objeto a en la relación saber y deseo, articulados con la falta en la cadena significante.

         No hay nada de la experiencia analítica que se pueda enunciar como saber. Aunque no es adepto al no-saber rampante en los movimientos del ’68, se trata de que hay un límite al saber y que el saber analítico no es un saber sobre lo sexual ni una metafísica sexual. Donde podríamos esperar una palabra de saber sobre lo sexual, su lugar está ocupado por el objeto a. Donde buscamos la sexualidad, en singular, encontramos pulsiones, en plural y hablamos de montajes pulsionales porque se articulan allí objeto, fin, fuente. Siendo satisfactorias, algo cojea siempre en dicha satisfacción, por lo que en la experiencia analítica nos ocupamos de desmontar estos montajes pulsionales. No hay acto sexual sino acto psicoanalítico porque no hay relación lógica a nivel sexual.

         El saber que falta a la verdad es el deseo de saber. Si para Freud los síntomas eran la vida sexual de los neuróticos, el objeto a es la manera de Lacan de introducir, con una escritura única, el objeto pulsional freudiano. La castración, el descubrimiento de Juanito de que su madre era una mujer, genera el desarrollo alrededor de la pulsión, la satisfacción, la verdad, el saber, de modo que siempre que se habla está presente el goce, y a él siempre alude Freud en sus enunciados. Su carácter absoluto consiste en que el goce está separado, sin relación, en la gramática. Al hablar, la cadena significante: S1 – S2 , aparece separada del goce, el cual ex-siste a dicha cadena, en relación cortada entre significante y goce. Esta articulación, cortada, es lo que caracteriza lo real en relación a lo simbólico.

         La histeria femenina permite deducir lógicamente al goce como un absoluto, por la relación entre deseo insatisfecho y su consecuencia: el goce absoluto en tanto no se puede alcanzar. En la experiencia analítica también se encuentra esta articulación entre goce y deseo insatisfecho. Insatisfacción en la histeria, imposibilidad en la obsesión, deseo prevenido en la fobia. Tres formas de no poder asumir la realización del deseo como consecuencia lógica del goce como absoluto. El objeto a indica el absoluto no ligado al enunciado, allí donde falta en el saber.

         El Uno no está presente para la enunciación, no es el Uno solo que se repite sino que es el Uno de la unión platónica, de la unión sexual sobre todo. Lacan se pregunta si la unión sexual como la imaginamos en el animal incluye o no la satisfacción, ya que no es automática, incluso en el animal. La sublimación apunta a un modo de satisfacción de la pulsión fuera del fin sexual y cuando no se trata de sublimación, sino que se parte de lo sexual, se obtiene una estructura social como el ejemplo de la colmena, el hormiguero, que se centran exclusivamente en la realización sexual con ausencia del significante.

         En el capítulo XIV, las dos vertientes no generalizables: 1) la del amor cortés donde la mujer amada, idealizada está puesta en el lugar de la Cosa en sí que no está sexuada. 2) La obra de arte, es lo que cosquillea en el interior de la Cosa, ex-sistencia, donde se sitúa un elemento que ex-siste a un conjunto. Este elemento está en relación cortada con él. En el nivel de la palabra siempre está presente el goce pero cortado porque no lo podemos encontrar en una palabra definitiva. Lacan interpreta la fobia de Juanito como esta dificultad para integrar ese elemento en el cuerpo: falo y cuerpo en relación separada, fuera del cuerpo. La autocastración es una tentativa para resolver el problema del “fuera del cuerpo”. La alucinación está afuera del cuerpo del perseguido pero está presente. No hay palabra para decir el deseo, por eso está articulado en la palabra pero no es articulable.

Rosalba Zaidel

"Punto Vivo" del Seminario del Campo Freudiano de Barcelona de febrero de 2012

NODVS XXXVI, març de 2012

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