"Punto Vivo" del Seminario del Campo Freudiano de marzo del 2014.

Reseña de la clase impartida el 15 de marzo de 2014 por Pierre-Gilles Géguen, en el Seminario del Campo Freudiano de Barcelona del curso 2014-2015, en torno del escrito de Jacques-Lacan 'La ciencia y la verdad'.

  • Publicado en NODVS XLIII, juliol de 2014

 

La ciencia, causa formal

       

Pierre-Gilles Guégen citó el texto respecto a la "represión fundamental o forclusión que caracteriza al discurso de la ciencia"  - teniendo en cuenta que, por su parte, el psicoanálisis pone a la verdad como causa en relación al Nombre del Padre -, a la oposición entre la verdad como causa formal, tal como está presente en la ciencia, y la verdad como causa material, que es la que funciona en el psicoanálisis.

Esta causa material, de las cuatro causas aristotélicas, se refiere a la sustancia de la materia, mientras que la causa formal es un puro funcionamiento lógico, pura estructura, puro cálculo, campo de las ideas, de las esencias. Los ordenadores de los científicos lo ordenan todo bajo el cálculo, elidiendo el goce y con indiferencia respecto a lo que concierne al científico y su saber, sin asumir su influencia sobre lo real. Sólo a partir de la Segunda Guerra Mundial la cara del progreso presentó su aspecto angustiante. E. Laurent afirma, en relación a la angustia de los científicos (Freudiana 62), que Lacan en "El triunfo de la religión" ya hablaba de la angustia de los biólogos ante lo que ellos mismos producían.

La verdad como sustancia en Lacan (p. 848) -"la cosa en cuanto que habla"- pone en funcionamiento un significante con el que se produce un goce ¿Cómo se puede articular la dimensión del Otro (A) y la dimensión del goce (J)? El intento de Lacan es introducir una causa material, pulsional, verdadera, para procesar nuevamente el objeto a. Este texto es la primera lección del Seminario XIII El objeto del psicoanálisis, una etapa nueva para la definición del objeto. Primero, en el Seminario 7, el objeto era la cosa angustiosa mientras que el significante mata la cosa suprimiendo todo el goce, aparte de  la noción normativa del falo que prescribiría el Edipo; en una segunda época, en el Seminario 10, se trata de la relación de objetos de la demanda y de la pulsión, retoma a K. Abraham pero sin sus desarrollos temporales en etapas; finalmente, en el Seminario 11, el goce está fuera del cuerpo pero incidiendo sobre él -Sartre, Merleau Ponty-, con la función del vacío que está en el objeto, de la mancha en la mirada; si bien ya en el Seminario 10 decía que el objeto es del color del vacío, en el Seminario 11 formula los conceptos de lo visible y lo invisible y al mismo tiempo critica y define su concepto del objeto propio del psicoanálisis.

En este Escrito retoma el concepto de objeto con nociones topológicas, quedando la cuestión de cómo vaciar el goce en exceso que desorganiza la relación del sujeto con el Otro y con los otros, con la dificultad de articular el significante, garantía de la verdad, y el objeto causa del goce. Recuerda los encuentros dolorosos de Freud con la verdad porque este creía que la verdad y el psicoanálisis congeniaban, provocando la asociación libre para llamar "al pan, pan y al vino, vino". Tendrá que atravesar un momento difícil para su teoría, en 1920, respecto al caso de "la joven homosexual" que tenía sueños mentirosos para su analista: Freud estaba seguro de que el inconsciente no podía faltar a la verdad. Hoy sabemos que la interpretación depende del analizante y no del analista. El inconsciente interpreta, como J.-A. Miller nos enseña, y así se producen efectos de verdad, aunque todo el trabajo no cae sólo del lado analizante.

Miller extrajo esta expresión, "verdad mentirosa", del prefacio a la edición inglesa del Seminario 11, donde habla también del sentido gozado. En el Seminario 17 Lacan habla de "la verdad, hermana del goce". Freud interpreta los sueños de "la joven homosexual" como efectos de transferencia y los remite a los engaños al padre, pero rechaza la contradicción aparente del inconsciente mentiroso. Freud no tuvo siempre el mismo discurso sobre la verdad en psicoanálisis: en 1897, con dieciocho casos donde el origen de la neurosis estaba en un trauma debido a la seducción por parte del padre, después de una conferencia acogida con frialdad por los colegas que desconfiaban de él, declaró que tenía que abandonar su construcción de la teoría analítica; unos meses después abandona su teoría para admitir que no hay marcas de realidad en el inconsciente y que no se pueden distinguir las imágenes emocionalmente cargadas. Él había compartido el fantasma de seducción de sus pacientes. "La equivocación del sujeto-supuesto-saber" y, sin embargo, Freud tenía razón cuando decía que el inconsciente estructuralmente no cae bajo el golpe de ninguna representación. Lacan sigue a Freud en su recorrido sobre la verdad como punto de real, clave ligada al Nombre del Padre en cuanto al goce y al significante.

Hechos o ficciones no son lo importante porque el principio de realidad será suspendido en la elaboración de su método. No se pueden silenciar las construcciones que elabora con el "Hombre de los lobos" y su neurosis debida a la escena primitiva del coito entre sus padres, donde Freud hace equivalentes el efecto traumático y una escena primordial que habría tenido lugar en la realidad. Así como Lacan rechaza la doctrina de Henry Ey, en "Acerca de la causalidad psíquica" (1946), respecto a la causa biológica de las enfermedades mentales, también rompe con el positivismo de Freud; el problema de este con la verdad es que no puede dejar de pensar que los fenómenos analíticos tienen raíz biológica, lo cual es un obstáculo para ir más allá en la teoría de la verdad.

Para Lacan la locura dice la verdad del ser del hombre, en una concepción que aún rige para nosotros frente a los neurocientíficos, los cuales intentan localizar los fenómenos psíquicos en el cuerpo biológico y contra una concepción empirista del sujeto humano, sobre todo en la psiquiatría. Lacan se apoya en Hegel para formular una transcendencia en la experiencia analítica, como experiencia de palabra que permite al sujeto tener una idea de la verdad de su posición en el mundo.

Más tarde formulará que para cada uno, más allá de la organización significante, está el objeto a. Miller, en Sutilezas analíticas, clase 13.5.88: Lacan abandona el dualismo freudiano: pulsión de vida y pulsión de muerte, el goce no se puede encapsular en una unidad, si el significante mata al goce, también produce goce bajo la forma de plus de goce y está por todas partes.

M. Bassols, en Lacanian Compass: Lacan había decidido sobre la ciencia y la verdad en una conferencia en 1975, en el MIT, USA, afirmando que el psicoanálisis no es finalmente una ciencia. En el Seminario XIX: el psicoanálisis no es una ciencia sino una práctica que juega con otro real diferente del de la ciencia. Entonces, si pensamos que el psicoanálisis no tiene nada que ver con la verdad ¿cómo no extraer la verdad de la consideración y, sin embargo, no hacer depender el psicoanálisis de una trascendencia?

Miller, comentando el último Lacan, afirma que cualquier persona que ha hecho la experiencia del psicoanálisis tiene que haberse percatado de que toda búsqueda de sentido desemboca en un saber supuesto al inconsciente. Este saber no es supuesto al analista como tal, sino que el que hace esa experiencia puede constatar que esta desemboca en revelaciones, las cuales ocurren bajo la forma de la sorpresa, generando efectos de verdad transitorios que, a su vez, modifican la posición de goce del sujeto. Esta posición se apoya sobre trozos de verdad que se arrancan al inconsciente, en un saber sobre la historia de su propia vida que antes no existía. Lacan mismo había puesto la verdad en posición de trascendencia, posición que el análisis no tardará en degradar porque la verdad es variedad.

Miller, en la lección 9 de Sutilezas analíticas, sobre la "verdad mentirosa" de los Otros escritos y la alianza de la verdad y la mentira: simbólico y real son, a la vez, homogéneos porque son dos dimensiones, pero también heterogéneos, porque lo real es sin orden, sin ley y lo simbólico no es la casa o la iglesia que guarda el mito de Edipo, sin embargo tiene un papel dinámico en la cura. La dinámica reside en que lo simbólico no es una dimensión primaria para el análisis pero nos permite, por la articulación que queda dentro de la palabra, hacer un ordenamiento, que lo real fragmenta. La fenomenología de la experiencia analítica muestra que el "parlêtre", el hablante-ser, llega al análisis debatiéndose entre los problemas y consigue organizarse mediante el trabajo de simbolización sobre las repeticiones, construyendo el fantasma. Lo contingente que llega por azar, no lo podemos explicar si no lo ponemos en el orden de la articulación significante contenida en la palabra.

Sobre los textos freudianos de referencia comentados por Roberta Biondo, subrayar que la castración ya está presente en ambos textos y también se trata de cómo superar esa pérdida de goce, cómo hacer frente a la fragmentación de la realidad o la angustia que comporta la castración; al mismo tiempo aceptar esta realidad de goce manteniendo esa posibilidad de gozar. Freud no consideraba que la psicosis y las neurosis fueran materialmente tan diferentes; cada estructura tiene que ver con una manera de organizar una realidad posible y compatible con los discursos de los otros; y cada una de ellas se constituye con una disyunción interna en el yo. El neurótico lo hace con una reorganización de goce gracias a la producción fantasmática y el psicótico lo hace con una nueva realidad que sea compatible con su goce. Lacan propone que lo real es la estructura misma y cómo, una estructura neurótica o psicótica, cuando se encuentra con un goce excesivo,  se las arregla para construir una realidad soportable.

El efecto de verdad sólo se produce cuando hay un afecto del cuerpo, por el encuentro con palabras que no se esperaban. En la p. 144 de Sutilezas analíticas, Miller afirma que “El análisis deja al sujeto hacer de su deseo una voluntad y en ese empuje a la voluntad ya se insinúa la mentira. El análisis pide al sujeto nombrar su deseo. Lo que se descubre es que no se puede nombrar el deseo, que el deseo no se transforma en voluntad. Todo lo que podemos hacer, y todo lo que no vemos es que nuestro deseo es un goce. Eso también plantea la cuestión del fantasma, especialmente en el final del análisis.

Rosalba Zaidel

"Punto Vivo" del Seminario del Campo Freudiano de marzo del 2014.

NODVS XLIII, juliol de 2014

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